En el último mes, nos encontramos viviendo un hecho inédito en el vecino país, a partir de una serie de mensajes que publicó Elon Musk en su cuenta de X sobre la calidad de la democracia y libertad de expresión que existe en Brasil. Y, en consecuencia, uno de los ministros de la Corte Suprema de Justicia, salió a cruzarlo no sólo mediante respuestas en la red social, sino que agregando al multimillonario sudafricano dentro de la investigación judicial sobre las fake news. ¡Una verdadera locura!
Todo esto comenzó hace más de dos años, cuando durante las últimas elecciones presidenciales, la Corte Suprema de Justicia y la Justicia Electoral, bajo el liderazgo del juez Alexandre de Moraes, decidieron comenzar a combatir lo que ellos consideraban desinformación o fake news, con el objetivo de preservar la democracia y el sistema electoral en Brasil. En ese contexto, se vio como una gran cantidad de influencers, principalmente de la derecha brasileña, se vieron bloqueados mediante la baja de sus cuentas en varias plataformas como Twitter, YouTube, etc.
La situación fue muy atípica, ya que, en un contexto de una campaña política muy polarizada, donde la propia sociedad expresó cierta sospecha sobre el sistema electoral basado en las urnas electrónicas, se generó una sobreactuación del TSE (Justicia Electoral) comandado por el juez Alexandre de Moraes, en el cual la justicia comenzó a querer dictar algunas reglas de lo que era o no permitido decir en la arena pública. Esto resultó en una serie de investigaciones de la justicia sobre dirigentes políticos, periodistas e influencers, y hasta ciudadanos de a pie, que por compartir ciertas declaraciones en las redes sociales han sido colocados bajo investigación judicial, les cerraron sus cuentas en las redes sociales, les aplicaron multas altísimas y muchos tuvieron que salir de Brasil por temor a quedar presos.
Este clima enrarecido se extendió en Brasil luego de la asunción de Lula al poder. A partir de los acontecimientos del 8 de enero del 2023, con el copamiento de la militancia bolsonarista del Congreso Nacional en Brasilia, se aumentaron las restricciones con relación a lo que se puede o no decir en los medios de comunicación.
Como resultado, observamos un Brasil con una grieta política cada vez más profunda en los últimos años que, bajo la disculpa de regular las redes sociales y combatir la desinformación, comenzó a censurar la libertad de expresión. Este entendimiento sobre los riesgos a las libertades individuales comenzó a crecer a partir de las declaraciones de periodistas reconocidos a nivel internacional como Glen Greenwald o Michael Shellemberger, así como también medios internacionales de la talla del New York Times, que comenzaron a publicar sobre lo que viene ocurriendo en Brasil con relación a la libertad de expresión. Voces estas, que ya no pueden ser tildadas de pro-Bolsonaro, debido a su posición política en el pasado.
Pero el detonante del escándalo político vino hace algunas semanas atrás cuando el periodista Michael Shellemberger publica una serie de documentos internos de la plataforma Twitter, donde se ve a la justicia brasileña ordenando a la plataforma que baje centenas de cuentas de usuarios sin debido proceso, según su análisis. Estas conversaciones fueron secretas entre la justicia brasileña y la plataforma, ya que la opinión pública en Brasil no tenía conocimiento de ese procedimiento, y tampoco las víctimas, que sospechaban que esto ocurría, pero muchas de ellas alegan que nunca fueron informadas. Muchos analistas y juristas, al publicarse esta investigación, se hicieron eco del peligro que esto constituye para la libertad de expresión en Brasil. Luego de estas publicaciones, Elon Musk desde su cuenta personal decide comenzar a liberar las cuentas de Twitter barridas de la plataforma y atacar al juez Alexandre de Moraes.
La justicia brasileña, como respuesta al movimiento de Musk, lo agrega al juicio por fake news y le impone multas a la plataforma. Musk redobla sus ataques sobre la justicia brasileña y salpica a Lula, al poner en duda la constitucionalidad de la actuación de la justicia brasileña afirmando que existe un ataque a la libertad de expresión y un proceso de censura previa desde la justicia brasileña en complicidad con el poder ejecutivo brasileño. Como resultado, el Congreso de Estados Unidos llama al periodista a una audiencia para que presente su posición sobre la libertad de expresión en Brasil y principalmente la documentación a la que tuvo acceso.
La escalada de esta crisis política en Brasil desató ataques de funcionarios del Poder Ejecutivo y de legisladores del oficialismo contra Musk y contra la libertad que hoy poseen las redes sociales en Brasil. Por el otro lado, y ya en clima de campaña electoral, la oposición se hace eco del desafío que le plantea Musk al Poder Judicial y principalmente al status-quo surgido a partir de la intervención de la justicia en el proceso electoral durante los últimos años bajo la bandera de la libertad de expresión. En tanto, el mundo se hace eco de esta novela política en Brasil llevando a un deterioro de la imagen de Lula en el exterior.
La situación parece haber entrado en un callejón sin salida para el gobierno de Lula y la justicia brasileña, ya que el escándalo político no deja de escalar debido a que el dueño de Twitter, lejos de bajar su posición, sigue redoblando la apuesta bajo el lema de defender la libertad de expresión. Quién ganará esta pulseada aún es muy difícil de saber, pero lo que sí debemos todos ser conscientes es que la libertad de expresión es sagrada. Y como dice Musk, solo hay libertad de expresión cuando cada persona es capaz de decir lo que quiere, y principalmente cuando otros tienen el derecho a decir aquello que a uno no le agrada.
Fuente El Cronista