Este abril, las 24 estaciones de medición de calidad del aire repartidas por Madrid han marcado los mejores datos de la serie histórica. Hace ya dos años que la capital cumple con los topes europeos y no rebasa el valor límite anual de 40 microgramos por metro cúbico (μg/m3) de dióxido de nitrógeno (NO2), sin embargo, el mes pasado, esas emisiones contaminantes se han mantenido por debajo de los 32 μg/m3. Es la primera vez que se alcanza esa cifra máxima desde que empezaron las mediciones, en 2010.
Madrid ha infringido los umbrales de dióxido de nitrógeno fijados por la 2008/50/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008, hasta 2021. Ese año, solo Plaza Elíptica, el punto negro de la polución madrileña, rebasó el límite de 40 μg/m3 y, a finales de ese mismo año, el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida vetó la plaza a los coches sin etiqueta medioambiental (A), los más contaminantes. Al año siguiente, la estación de Plaza Elíptica rozó los 40 μg/m3 anuales de NO2, permitiendo a Madrid cumplir con las directrices de Bruselas. En 2023 descendió a los 36 μg/m3 y este abril ha caído a 32 μg/m3.
El cierre de Plaza Elíptica es una de las medidas del plan medioambiental que presentó Almeida en 2019 y que, desde entonces, ha rediseñado el Madrid Central de la exalcaldesa Manuela Carmena —en 2019, 19 estaciones rebasaron los límites de NO2—, ampliado las restricciones a vehículos sin etiqueta a toda la M-30, eliminado las calderas de carbón y electrificado la flota de autobuses de la EMT, entre otras cosas.
El veto a los coches contaminantes
La mayoría de las políticas aplicadas en el anterior mandato atajan la contaminación del tráfico rodado, con ese calendario de restricciones progresivas que se completa en 2025, cuando ningún vehículo A (los diésel matriculados antes del 2006 y gasolina matriculados antes del 2001) pueda circular por la ciudad. Estos vehículos están en la diana porque emiten 1,6 veces más gases que los de clasificación ambiental B; 7,2 veces más que los C y 47 veces más que los que poseen clasificación ambiental ECO.
Por ahora, la M-30 y el interior del anillo están vetados, con unas 250 cámaras vigilantes. Desde la implantación de esta gran zona de bajas emisiones —una figura obligatoria en las ciudades de más de 50.000 habitantes— la entrada de los turismos A más allá de la M-30 ha caído un 63,11%, entre junio de 2019 y septiembre de 2023, de 544.033 accesos a los 200.686 actuales, según datos municipales. El pasado enero, después de pronunciar varias veces que, por fin, «Madrid respira», Almeida sacó pecho de una política medioambiental «perfectamente compatible con la sostenibilidad económica y social».
Fuente ABC