Por Carlos M. Reymundo Roberts
Opositores, entréguense. La ciencia tiene por demostrado que Javier Milei es el más vivo del barrio. En un mes convirtió el traumático fracaso de la ley ómnibus en el alentador primer éxito de la ley Fitito. Sacó a Cristina del ostracismo y la hizo hablar, y cuando Cris habla, él factura. Clava cuatro o cinco horas por día en Twitter, incluso cuando está de viaje, pero es justamente ahí donde hace la diferencia; en las redes, su estilo afiebrado, sanguíneo, de tablón, es pasión de multitudes. No sabía nada de política, pero aprende rápido. En la campaña se dejó financiar por Massita para sacarle votos al macrismo, y después de derrotar al macrismo se alió con Macri para derrotar a Massita. Un campeón del mundo. Fuma debajo del agua.
Además, buen tipo: hoy contribuye a que Massita no se quede sin financiación. Esta semana, otro hit: gracias a que descafeinó el capítulo sindical de la Ley Bases para no irritar a la CGT, la CGT convocó a un paro general sin movilizaciones, sin actos, sin discursos. Un parito carente de mística, desangelado, con mucha gente yendo a laburar. Bueno, algún éxito tuvo: yo recibí un 2% menos de mails, y a la noche fui a comer una pizza y no me pudieron ofrecer la de panceta.
Cronista al fin, había salido a las 7 de la mañana a patear las calles: microcentro, Constitución, Puente Alsina, La Matanza… Huelgas eran las de antes, compañeros. Qué pocas pilas. Ustedes supieron, no hace tanto, arrear a decenas de miles de personas, llorar miseria ante las cámaras, despotricar en palcos vibrantes contra los ajustes salvajes, inundar ciudades con pueblo, poner a temblar la Casa Rosada… Hubo pedradas a colectivos, sí, porque siempre hay alguno que no entiende el juego. Los que lo entienden me explicaron que fue un plan canje: ley descafeinada, huelga pasteurizada. Volví al diario y apenas había anotado pavaditas. Me preguntaron qué traía y, muerto de vergüenza por no poder aportar nada a la cobertura, dije: “No me molesten. Adherí al paro”. Faltó transporte, es verdad, pero el tráfico en internet estaba en llamas: trabajo remoto a full, bares convertidos en oficinas, home banking, redes desatadas… Cumpas, ¿y si la próxima huelga es digital? Córranlo al Presi por donde más le duele. Todas las consignas que les gusta gritar, tipo “Milei, basura, vos sos la dictadura”, las convierten en hashtag y van a parar a Twitter. Divertido: en vez de pagarles a punteros, los caciques sindicales saliendo a contratar community managers.
También anoté esto, que me llegó ese día por WhatsApp y está en YouTube. Un líder gremial, enardecido, dice: “¡El mejor sindicato no es el que más huelgas hace, es el que más laburantes tiene! ¡Tenemos que mirar para adentro! No podemos pedir una sociedad con nivel educativo, con niveles morales, con ética y reglas de juego, si nosotros no lo implementamos adentro”. ¿Baradel? ¿Pablo Moyano? ¿Yasky? Frío, frío. Tremenda desilusión: no era uno de los nuestros y fue hace 11 años. Era Richard Read, uruguayo, de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida. ¿Richard Read? De la CIA, seguro.
Mientras la patota organizaba la pasteurización, Javi se hacía ovacionar en Los Ángeles por una tribuna de 6500 personas; no cualquier tribuna: estaban las mayores corporaciones del mundo, grandes inversores, gobernantes, dirigentes políticos, intelectuales… “El Davos de Hollywood”, lo llamó Rafa Mathus Ruiz, nuestro corresponsal en Estados Unidos. Ahí, el Pelu brilló con luz propia en una galería de speakers estrella como su amigo Elon Musk, Kristalina Georgieva, Bill Clinton… De panelista en TV a disertar en un foro planetario. ¡Qué salto metiste, León! En su exposición dijo que la Argentina va camino de ser “la nueva meca de Occidente”, “la Roma del siglo XXI”, y que si se la pierden –si “no la ven”– son unos improvisados. Me imagino que les causará gracia, lo verán como una especie rara, pero lo ovacionaron. Las comparaciones son odiosas, y por eso hay que hacerlas. Cristina les hablaba a Maduro, Correa, Evo, Ortega, y a los patios militantes. Milei, a los dueños del mundo, los que crean trabajo y riqueza, los que podrían jugarse unas fichitas acá. Después, claro, vuelve al país y en el avión, sumergido en la pantalla de su iPhone 15, se encuentra con este meme. Un hombre dice: “¡Qué alivio! Ya pagué el seguro del auto, el gas, la luz, el celular, el garaje, las expensas, la prepaga, el cable. ¡Y llené el tanque!”. El hombre, de espaldas, está desnudo.
Ahora, con perdón, el momento Lijo de cada sábado. Una campaña digital que se viralizó proclama: “YO NO LO ELIJO” para la Corte. Por supuesto, va a salir la contracampaña: “YO LO ELIJO para que sea investigado seriamente. Porque no es justo que tenga que arrastrar esa fama de ser el juez más corrupto del país”.
Presi, si quiere realmente atraer inversiones, juegue la carta fuerte. La carta Lijo.