La sorpresa del inicio de inicio ha dejado obsoletas las previsiones del Gobierno. Tras el Fondo Monetario Internacional (2,4%) y la Comisión Europea (2,1%), el Banco de España ha sido el último organismo en revisar al alza su estimación de crecimiento para 2024, al incorporar los datos del primer trimestre. El regulador prevé una expansión económica del 2,3% en este año, cuatro décimas más que lo pronosticado en marzo. El pasado 30 de abril, el Ejecutivo envió a Bruselas un cuadro macro que auguraba un crecimiento del 2%.
Las expectativas que se tenían sobre la economía nacional hace solo unos meses han quedado superadas por los acontecimientos, a saber, por el inesperado repunte del 0,7% durante los tres primeros meses del año —el Banco de España auguraba un 0,4%—, impulsado por el auge de las exportaciones de servicios turísticos tras una Semana Santa espectacular (y que cayó en marzo). Pero eso no quiere decir que el cohete español —parafraseando al presidente, Pedro Sánchez— esté acelerando. Más bien al contrario.
El llamado efecto arrastre (carry over, en inglés) genera una inercia positiva que proyecta el repunte del último trimestre de 2023 y el primero de 2024 sobre el resto del año. Y eso, por sí mismo, ya obliga a revisar las previsiones, aunque en realidad hayan empeorado ligeramente por factores externos. El informe trimestral presentado este martes en la sede del regulador es muy claro al respecto: “De manera mecánica, sin modificar las tasas de avance del producto en el resto de trimestres del año en curso, estos dos elementos conllevarían un efecto arrastre positivo sobre la tasa media de crecimiento del PIB en 2024 de 0,5 puntos —0,1 puntos asociados a la nueva información conocida en relación con el comportamiento de la actividad en la segunda mitad de 2023 y 0,4 puntos asociados a la sorpresa positiva observada en cuanto al crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año—”.
En total, estaríamos hablando de medio punto más. ¿Por qué, entonces, el Banco de España solo sube la previsión cuatro décimas? Prosigue el documento: “Al margen de estos ajustes mecánicos (…), dicha tasa también se ve afectada por diversos factores que inciden en el ritmo de avance del PIB (…). Cabe destacar dos. En primer lugar, (…) los precios del petróleo y los tipos de interés a corto plazo proyectados a futuro son ahora más elevados que los contemplados en marzo y, por tanto, acarrean unas condiciones menos favorables para el dinamismo de la actividad en los próximos trimestres. En segundo lugar, la sorpresa positiva (…) tuvo su origen, fundamentalmente, en el extraordinario vigor que mostraron las exportaciones de servicios turísticos. La mayor parte de dicha sorpresa se incorpora en las nuevas proyecciones en forma de una evolución de esta partida durante el conjunto de 2024 más favorable que la contemplada unos meses atrás. No obstante, (…) otra parte de dicha sorpresa se considera eminentemente transitoria. Sumados, se estima que estos dos factores implican una revisión a la baja de unos 0,1 puntos en la tasa media de crecimiento del PIB en 2024″.
En definitiva: aunque parezca que el Banco de España está mejorando su previsión, en realidad toda la mejora corresponde a los datos reales, que ya conocemos. De cara a los tres trimestres que quedan por delante en 2024, el regulador empeora ligeramente su estimación: en una décima. El director general de Economía y Estadística del organismo, Ángel Gavilán, ha aclarado que, pese a la revisión al alza, el crecimiento esperado se mantiene en medio punto trimestral durante lo que queda del año, y será del 1,9% en 2025 y el 1,7% en 2026, como se preveía en marzo: “Nuestra percepción sobre el ritmo de avance de la economía española en los próximos trimestres no ha cambiado“.
Los responsables de ese leve empeoramiento para lo que resta de año son, en esencia, tres, todos ellos exógenos: un boom turístico que dejará en algún momento de dar sorpresas positivas, una relajación de la política monetaria que no acaba de consolidarse —la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, advertía este martes en una entrevista en Expansión que es posible que mantengan los tipos sin cambios durante más de una reunión, y los mercados ya han reajustado sus previsiones tras la decisión de la semana pasada— y un precio del petróleo que se revisa cuatro dólares al alza desde las proyecciones de marzo.
Más inflación
Precisamente, los elevados precios de la energía —el gas está en récords anuales—, junto con la resistencia de la inflación de los servicios en una eurozona que crece más —el BCE prevé que lo haga un 0,9% este año, frente al 0,6% anterior—, hacen que el Banco de España empeore su estimación sobre la evolución de los precios. El IPC armonizado se situará este año en el 3%, tres décimas más de lo previsto en marzo, mientras que, si se descuentan los alimentos y la energía, llegará al 2,6%, cuatro décimas más que la proyección anterior. Para 2025, ambos se situarán en el 2%, dentro del objetivo del BCE, pero una décima más que lo previsto en marzo.
“La inflación de la economía española nos ha sorprendido al alza en los últimos meses”, ha reconocido Gavilán. Una parte de esa aceleración se debe a la retirada de las medidas que se habían aprobado para hacer frente a la crisis energética, como la reducción del IVA del gas y la electricidad, con un impacto conjunto de 0,14 puntos. El posible final de la bonificación al IVA de los alimentos, que el Gobierno decidirá este jueves tras conocer el dato revisado del IPC en mayo, aportará entre dos y tres décimas a la inflación de julio y una décima a la inflación media anual, pero ya estaba incorporada en los supuestos de las previsiones de marzo.
Otra parte, en cambio, se debe a la evolución de los precios de la energía en los mercados internacionales, que hace que el regulador revise al alza la inflación energética desde el 0,8% anterior al 2,1% actual. Pero el factor más preocupante que explica la revisión del dato de IPC es la resistencia a la baja de la inflación de los servicios, “un fenómeno global”, ha explicado Gavilán, pero que en España se nota con mayor intensidad debido al boom del turismo: está anclada en el entorno del 4%.
La culpa es de los salarios
Aunque el modelo del Banco de España prevé que a final de año alcance el promedio histórico de las últimas dos décadas, los riesgos están sesgados al alza. Esto podría amenazar la consecución del objetivo de inflación general del 2% previsto para 2025 y 2026 y condiciona la moderación de la inflación subyacente, el indicador que más preocupa a los reguladores para evitar que la espiral impregne el tuétano de la economía e impida la estabilidad de precios que establece su mandato. “La desaceleración de la subyacente es muy sensible a los salarios, y está condicionado por el grado de dinamismo de mercado de trabajo, que sigue siendo robusto, de la productividad, que sigue siendo pobre, y de la demanda del sector turístico“, ha resumido el director general de Economía y Estadística.
“Lo que más está contribuyendo a las presiones inflacionistas domésticas es el coste laboral”
Tanto en Fráncfort como en Madrid, lo que más preocupa ahora mismo son los costes laborales, no solo por el incremento de los salarios, sino por la atonía de la productividad. “Lo que más está contribuyendo a las presiones inflacionistas domésticas es el coste laboral unitario, mientras que los excedentes brutos de explotación nos están sorprendiendo, si cabe, a la baja”. Es, precisamente, en los servicios más intensivos en trabajo donde se están produciendo una mayor resistencia de la inflación. Los márgenes de las empresas, en cambio, se están reduciendo.
El Banco de España mejora una décima la previsión de desempleo para este año, hasta el 11,5%, y dos para el año que viene, hasta el 11,3%. Sin embargo, empeora su estimación sobre las horas trabajadas, al incorporar los datos de la contabilidad nacional del primer trimestre, decepcionantes en este ámbito.
Se trata de las últimas proyecciones elaboradas bajo el mandato de Pablo Hernández de Cos. Desde este lunes, el predecesor de Gavilán como economista jefe ya no está al frente del regulador. “Es evidente que el hecho de que no haya gobernador altera el funcionamiento de la institución, pero la institución tiene mecanismos para afrontar esta situación”. Desde este martes, la máxima responsable del Banco de España es Margarita Delgado, hasta ahora subgobernadora.
Fuente El Confidencial