Por Carlos Oscar Wartjes *
Pocos recuerdan unas palabras de Julián Marías publicadas en julio de 1992, y son ellas las que me entusiasmaron a que les contara solo una pequeña parte de la tragedia que nos azota hace más de 50 años. Dicen así: “Todos saben -aunque muchos no lo quieran saber- el grave problema que corrió la Argentina, de convertirse en una gigantesca Cuba, regida desde muy lejos. Eso es lo que no se le ha perdonado, que lo evitara”.
Pocos saben, o no recuerdan, que Menen, a fin de contribuir a la pacificación nacional, dictó leyes de amnistía que, aprobadas por el Congreso, luego fueron derogadas por el mismo Congreso, pero solo para los que combatieron al terrorismo. De modo que los terroristas quedaron libres de cualquier cargo y los que habían defendido la democracia fueron a la cárcel.
Pocos saben lo que es una guerra despiadada y oculta en la que ambas partes acuden a medios extremos para aniquilar al otro, mientras unos cumplen la orden de devolver la paz a la ciudadanía y otros buscan hacerse de un gobierno legítimamente constituido, para imponer un régimen comunista.
Pocos saben que la justicia en nuestro país se ejerce de dos maneras, juzgando o vengándose. Si no fuera así, no habría tantos corruptos libres.
Pocos saben que se abren nuevas causas, inclusive contra hombres que en muchos casos apenas contaban con la mayoría de edad y ostentaban las mas bajas jerarquías. Será que el negocio de los derechos humanos que Macri prometió terminar en su campaña a la presidencia, aún continua.
Pocos saben que en una misma causa se involucró a dos oficiales y ocho cabos, como si todos, en un régimen militar, tuvieran la misma responsabilidad.
Pocos saben que estos vejámenes ni siquiera se cometieron en los juicios de Nüremberg y que en dichos juicios hubo menos de cien sentencias, o que en la guerra entre Serbia y Croacia no se llegaron a las 20 condenas. Pero el “orgullo político y judicial” de ciertos personajes es haber procesado a más de dos mil setecientos militares y civiles, de los cuales fallecieron más de 840.
Pocos saben que se violaron el Tratado de Roma, el de Costa Rica, la ley más benigna, el plazo razonable de juzgamiento, entre otros compromisos internacionales y principios del derecho.
Pocos saben que tenemos presos mayores de 90 años y que poco tiempo atrás falleció un preso de 100 años de edad.
Pocos saben que aún están presos funcionarios del poder judicial y se los mantiene cautivos, solo por haber sentenciado a terroristas. Tampoco saben que cuando a los terroristas les molestó la justicia, esos canallas no dudaron en asesinar a jueces como el doctor Quiroga y amedrentar a todos los integrantes del tribunal, varios de los cuales debieron emigrar.
Pocos saben que a los presos de lesa humanidad no les cabe la detención domiciliaria cuando cumplen los setenta años, aun cuando estén enfermos graves y los servicios carcelarios carezcan de la posibilidad de atención.
Pocos saben que existen presos comunes por delitos graves sin pulsera electrónica, pero pocos días atrás llegaron al domicilio de un preso de lesa humanidad de 86 años de edad para colocarle la pulsera, luego de casi 18 años de detención, en un acto de renovada humillación y venganza.
Pocos saben, o no quieren recordar, cómo llevaron al tribunal al fallecido comisario Patti, en camilla, con el suero colgando. Pero lo que pocos saben es que a un preso con cáncer diagnosticado, mayor de 75 años, hasta poco tiempo atrás lo llevaban al hospital esposado, le colocaban una esposa en la cabecera de la cama para dejarle el otro brazo libre a fin de poder inyectarle la quimio. Entendían que se podía escapar y el hombre se estaba muriendo.
El Día de la Bandera falleció. No le hicieron estas canalladas ni a los asesinos seriales de la historia penal argentina.
Pocos saben que a las Fuerzas Armadas argentinas se les quitó la justicia militar, único caso en la historia. Eso si, cuando en un frente de guerra peligroso sucedió una muerte de un militar integrante de una misión de paz, por disparos entre enemigos, ningún funcionario penal corrió el riesgo de investigar lo ocurrido in situ y les bastó la prevención sumaria que preveía el Código de Justicia Militar. Todo eso, ante al asombro de los superiores militares extranjeros que se encontraban a cargo.
Pocos saben que ciudadanos que aportaron toda su vida deben ser mantenidos económicamente por familiares y amigos.
Pocos saben los dramas familiares y los sufrimientos de hijos, porque la mayoría de la sociedad de hoy no vivió aquella tragedia, pero mira al costado y disfruta de la democracia que estuvimos a punto de perder.
Pocos saben que hasta poco tiempo atrás se impidió que los hijos de militares presos pudieran ascender, simplemente por “portación de apellido”.
Pocos saben que, los que iniciaron la guerra, como eran jóvenes idealistas, no importaba que mataran niños e inocentes como consecuencia de sus ideales.
Pocos saben que, luego de esos crímenes, todos los argentinos, con nuestros impuestos, indemnizamos en forma exclusiva a los terroristas, y a algunos más, solo para compensar sus frustraciones ideológicas.
EL MONUMENTO
Pocos saben que en el Monumento a la memoria solo obran nombres de terroristas y también de arrepentidos, que ellos ejecutaron cuando quisieron desertar al ser testigos del horror de sus crímenes.
Pocos saben que la hermana del soldado Hermindo Luna, aquel que se resistió al asalto del Regimiento de Formosa, en su visita al monumento preguntó por qué no figuraba su hermano. No pudieron decirle la verdad.
Pocos saben que hubo presidentes que invitaron a visitantes extranjeros a rendirles homenaje a esos terroristas o acudir al Museo de la memoria parcial.
Pocos saben que Nicolás Rodríguez Peña escribió la siguiente reflexión: “¡Que fuimos crueles! Vaya con el cargo. Mientras tanto, ahí tienen ustedes una patria que no está en el compromiso de serlo. La salvamos como creíamos que debíamos salvarla. ¿Hubo otros medios? Nosotros no lo vimos, ni creímos que con esos medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos. Arrójennos la culpa al rostro y gocen los resultados. Nosotros seremos los verdugos. Sean ustedes los hombres libres”.
- Contraalmirante de Infanteria de Marina (re)