Por Joaquín Morales Solá
El camionero percibe que está en uno de los momentos más débiles de su larguísima vida pública: ni Milei ni Jorge Macri están dispuestos a tolerar su denso entramado de ambiciones y de negocios
Cierta normalidad se observó ayer en la ciudad luego del escándalo de suciedad y basura propiciado por el clan Moyano durante el lunes último. ¿Es una decisión definitiva de esos sindicalistas con métodos propios de la mafia o es, en cambio, una estrategia coyuntural para reinstalar después el hedor y el desorden? La respuesta no la tienen ni las autoridades de la ciudad de Buenos Aires, que el lunes decidieron doblar la apuesta y estatizar el servicio de acarreo y grúas. En rigor, la primera resolución de Jorge Macri consistió en renegociar con las tres empresas beneficiadas las condiciones de la concesión que les dio Horacio Rodríguez Larreta, mediante una preadjudicación, poco antes de dejar el gobierno porteño. La decisión de Macri de estatizar sucedió después de que el clan Moyano comenzara a paralizar el servicio de recolección de basura; no hubo un paro total de esos empleados, sino un trabajo a desgano. Pero, ¿qué tienen que ver el acarreo y las grúas de la ciudad con la recolección de basura? Nada, absolutamente, salvo que los trabajadores de ambos servicios son afiliados al poderoso gremio de los camioneros.
Como lo que sucede con el acarreo y la grúas no concita el interés de nadie, Moyano (Pablo, más bien) metió en una batalla ajena a los que recogen la basura en las calles. Sabe que ese sí es un tema que puede provocar la furia social cuando la basura, el mal olor y la suciedad se adueñan del espacio público. Paralelamente, comenzó a correr la versión de que una de las tres empresas de acarreos y grúas pertenecerían, en parte al menos, a Moyano o a los Moyano. De hecho, hace mucho que se propagó el rumor de que la todopoderosa familia del sindicato camionero es también dueña de una parte del negocio de la recolección de basura en la Capital. Sucede que existe un antecedente que afecta directamente a los Moyano. Cuando ocurrió el conflicto con el empresa OCA, que fue en su momento la compañía de correos más importante del país, quien entonces se exhibía como su supuesto dueño, Patricio Farcuh, declaró ante el juez Javier López Biscayart que Hugo Moyano “usurpó la empresa” y “transfirió fondos al gremio camionero”. Farcuh, que murió en 2021 de un sorpresivo paro cardiaco a los 43 años, se presentaba también, en los buenos tiempos, entre ellos, como “socio” de Moyano. Si todas las versiones fueran ciertas, el clan Moyano tendría propiedades en varias empresas de transporte, cuyos trabajadores están a su vez afiliados al gremio que esa familia conduce. Un alianza extravagante entre patrones y dirigentes sindicales.
El caso es tan ofensivo para el sistema democrático que el legislador de la Coalición Cívica Facundo del Gaiso denunció penalmente a los Moyano por extorsión. “No aceptaremos vivir bajo las leyes mafiosas de Moyanolandia”, dijo el legislador. En efecto, todo el espectáculo se pareció demasiado a esas extorsiones mafiosas tan bien descriptas en las películas de Hollywood. Trascendió que Elisa Carrió estuvo de acuerdo con la presentación judicial de Del Gaiso, quien también se mostró solidario con Jorge Macri. Macri no se quedó quieto desde que descubrió que no se estaba enfrentando con tres empresarios, sino con el omnipresente clan Moyano. Incluso, en la tarde del lunes el líder capitalino habló con el jefe del gremio de la construcción, Gerardo Martínez, para que lo ayudara a desescalar el conflicto. El jefe del gobierno capitalino no podía explicarse cómo podía ser un problema gremial un asunto que ya se había resuelto gremialmente. En efecto, Macri anunció la estatización del servicio de acarreos y grúas y, contemporáneamente, comunicó también la transferencia al presupuesto capitalino de los 300 empleados que trabajaban en las tres empresas perjudicadas por la estatización. No había, por lo tanto, un problema con los empleados de las empresas de acarreos y grúas.
Pero Moyano necesitaba algo más: que esos 300 trabajadores siguieran siendo afiliados del gremio camionero y que no pasaran a ser del sindicato de personal del gobierno capitalino. Aunque Macri había deslizado desde el principio que, en efecto, esos empleados continuarían en el sindicato camionero, hizo luego una declaración más clara y explícita en ese sentido. Dicen que en ese momento, Hugo Moyano comenzó a presionar sobre su hijo Pablo para que se calmara y comenzara a normalizar el servicio de recolección de basura en la Capital. Otras dos razones habrían influido en la decisión del patriarca de los Moyano. Una: su olfato le anticipaba que en algún momento la sociedad comenzaría a criticar a la unanimidad de los protagonistas del escándalo, incluido el padre de todos los Moyano. La otra: los trabajadores que recogen la basura, afiliados también al gremio camionero, les hicieron saber a los Moyano que un tema ajeno a ellos los estaba privando de las horas extras y de cobrar dinero extra por presentismo. El padre y jefe de los Moyano entendió en el acto que debería enfrentar pronto la sublevación de la sociedad y de sus propios afiliados. Sin embargo, retroceder no es una práctica habitual de los Moyano, empezando por el padre; por eso, muchos sospechan que la normalización podría tratarse solo de una mera estrategia temporal. ¿O es, acaso, la aceptación de que el viejo poder se está encogiendo con el arribo de un tiempo político diferente en el país? Es probable.
Nadie sabe qué opinan las tres empresas que tenían la concesión del acarreo y las grúas en la Capital. Pero seguramente sostenían que, aunque les conviniera el anterior sistema, era preferible aceptar ahora la invitación de Jorge Macri para negociar un nuevo contrato de concesión. Siempre algo es mejor que nada. Moyano, a quien se le adjudica –valga la repetición– la propiedad de parte de una de esas empresas, hizo añicos esa supuesta predisposición a negociar de parte de las empresas y del propio Macri. El jefe del gobierno retrucó y decidió rescindir el contrato de preadjudicación con esas tres empresas porque lo consideró “muy caro y escandaloso”. Es la primera vez que un funcionario de Pro se refiere de esa manera a un exfuncionario de Pro, como lo es Rodríguez Larreta. Ese contrato es “infirmable”, deslizaron duramente a lado del jefe del gobierno porteño.
La preadjudicación de Rodríguez Larreta sobre los camiones y las grúas se firmó un día antes de que este le entregara el poder a Jorge Macri. Aunque el actual jefe de gobierno no lo diga, esa decisión de último momento lo llenó de suspicacias. El contrato de preadjudicación disponía la entrega inmediata de ocho millones de dólares a las empresas para que se equiparan con camiones y grúas. El gobierno de la Capital se comprometía a pagarles a las empresas 38 millones de dólares anuales y les aseguraba el pago de 24.000 acarreos mensuales, existieran o no. La administración les pagaría esos acarreos aunque los porteños se convirtieran en ciudadanos ejemplares y respetaran todas las reglas del tránsito. De hecho, en estos momentos se hace la mitad de esa cantidad de acarreos, unos 14.000. El contrato tendría una duración de 10 años cuando no existen concesiones por diez años en la Capital, salvo la de la recolección de basura por la cantidad de inversión que requiere ese negocio.
El problema con los Moyano por los camiones de acarreos y grúas se dio justo en el momento en que dirigentes de Pro cercanos a Mauricio Macri le proponían a este un acercamiento con Rodríguez Larreta. Uno de esos dirigentes sería el nuevo presidente de la Asamblea partidaria, Martín Yeza, porque simplemente ve que la distancia con Patricia Bullrich es irremediable y que no debería quedar abierta otra fractura con el larretismo dentro de Pro. Eso explica que Mauricio Macri haya dejado trascender que no estuvo al tanto de la decisión de su primo, aunque la apoya como una medida destinada a ahorrar dinero público y a promover la eficiencia en la gestión política. El expresidente tiene un especial interés en que la política se dedique a combatir el enorme poder de los Moyano. “La decisión de Jorge no es contra Rodríguez Larreta, sino contra Moyano”, interpretaron cerca de Mauricio Macri. Durante toda su administración presidencial, Mauricio Macri estuvo severamente enfrentado con el patriarca de los Moyano, a pesar de alguna fugaz tregua, incluido algún almuerzo con milanesas en la casona presidencial de Olivos. Hugo Moyano percibe que está en uno de los momentos más débiles de su larguísima vida pública: ni el gobierno nacional de Javier Milei ni el capitalino de Jorge Macri están dispuestos a tolerar su denso entramado de ambiciones y de negocios.
Fuente La Nación