Por Carlos M. Reymundo Roberts
Qué caribeño es este Nico Maduro. Fraude, todo bien, pasa en las mejores familias; pero insólito que no tuviera organizado algo más presentable. Nadie esperaba un fraude tan ligero de ropas. Un fraude machazo y transparente que va de cabeza al Guinness. En las redes ya se comenta que hay cuatro cosas en la vida que no se pueden elegir: el país de nacimiento, la familia, la suegra y el presidente de Venezuela.
Yo me enteré del triunfo opositor por el tuit tempranero de Milei. Enseguida apareció el ministro de Defensa bolivariano, un general, para decir que había ganado Maduro. Los dos tenían razón. Javi hablaba del escrutinio, y el milico acababa de hablar con Maduro.
A los ansiosos les digo: calma, radicales, ya van a aparecer las actas de votación que todo el mundo le viene reclamando a Nico. Las que van a mostrar son el fruto, esta vez sí, de un trabajo concienzudo, hecho por expertos chinos que desde hace cuatro días y cuatro noches no levantan el trasero de la silla. Amigos de Caracas me cuentan que estas flamantes actas están quedando una pinturita. Mucho mejor que las verdaderas.
Ya pasaron seis días: demasiado tiempo sin que se conozcan las benditas papeletas; el problema es que se demoró la llegada de la misión enviada por Xi Jinping: técnicos informáticos, photoshopeadores, calígrafos, artistas plásticos, falsificadores. Tipos muy grosos. Buena reacción de Maduro: dijo que lo último que haría es dejar ese trabajo en manos de los mismos que se encargaron del fraude.
Puse que “todo el mundo” estaba reclamando las actas. Exageré. Cristina no pidió nada. Ha guardado silencio, algo llamativo estando en juego valores por los que dejaría el pellejo: la democracia, los derechos humanos y la continuidad de Maduro. Algunos creen que hablará cuando los chinos terminen su faena. Otros la imaginan preocupada: un cambio de gobierno en Caracas podría destapar los negocios entre dos pillos terribles: Chávez y Néstor. Se especula también con que mantuvo una prudente reserva por si era llamada como mediadora; antes de pasar a la clandestinidad, Corina Machado describió las condiciones morales y políticas que debería tener quien asuma esa responsabilidad, y sí, parecía estar hablando de Cristina. Hoy a la tarde Cris dará un discurso en México, y no descartemos que sea sincera: “Si yo pido que Maduro muestre las actas, Maduro va a pedir que yo muestre mi título de abogada”.
No hay riesgo, señora. Nico está ocupado en mejorar su performance. Más de veinte muertos, algunos cientos de heridos y mil y pico de detenidos le resultan cifras austeras para saludar el tránsito de dictadura a tiranía. Intentan calmarlo con las noticias que llegan del Helicoide, el “shopping del terror”, sede de la policía secreta del chavismo: los detenidos están hablando. “Parecen bilingües”, sonrió Diosdado Cabello, el segundo del régimen. Hasta nuevo aviso, los canales de televisión tienen prohibido emitir programas informativos y de opinión. Deben reemplazarlos por música. Música china.
Marcos Galperin dijo que “al comunismo se lo puede votar para que te gobierne, pero no se lo puede votar para que deje de gobernarte”. Con esa mala onda, imposible prosperar en el mundo de los negocios.
Kicillof, chambonazo per sécula seculórum, se negó a hablar sobre la crisis venezolana con la excusa de que apenas es “el gobernador de una provincia”. Y remató: “Pregúntenle a Cristina”. Es chambón, pero tierno. Acaba de perder una inversión de 30.000 millones de dólares y él, como si nada. Tiro una idea, por la que cobraré derecho de autor: es el personaje ideal para un cómic; o para Gran Hermano, o como asistente de Francella en El encargado. Kichi, toda la fe. Se te abre un mundo.
También Macri encontró su lugar. En el acto de anteanoche en La Boca presentó su nueva identidad: un poco oficialista, un poco opositor, counselor, lobista, headhunter, padre, amigo, censor… Pero lo más novedoso: ¡lo bien que habló! Nada de aquel ingeniero tan ingenieril. Articulado, pícaro, vibrante… Quién lo iba a decir: a la vejez, viruela. No sé si encontró inspiración en la impronta espiritualista de Juliana o en el estilo hipnotizador de Kichi. Entrevistado después en LN+, quiso decir “Milei” y dijo “Messi”. Cero blooper: te desnudaste, Mauri. Bueno, lógico. Es lo que decís en la intimidad: “Este tipo se animó a hacer lo que nosotros jamás hubiésemos hecho”. En tu discurso había quedado claro: si Messi se lesiona o se retira, ya tenés los botines puestos. El segundo tiempo.
Me llega por video una recreación de los Juegos de París. Es una carrera en la que compite Nico Maduro, en condiciones especiales. Larga solo, y después de dar unos cuantos pasos saca un revólver y dispara al aire, la señal para que larguen sus rivales. Aun con esa ventaja, algunos se le van a acercando, y entonces con el mismo revólver los va dejando fuera de acción. Para facilitarle las cosas, porque no le dan las piernas, los que sostienen la cinta de llegada corren hacia él, que, victorioso, alza los brazos. A los que protestan, plomo.
Caracas 2024, sede del espíritu olímpico.ß
Fuente La Nación