Por Nicolás J. Portino González
En una jugada de inteligencia magistral, Israel habría ejecutado una operación encubierta contra Hezbolá que deja al descubierto no solo la audacia de sus fuerzas, sino también una capacidad técnica que pocos podrían haber anticipado. En una maniobra que parece salida de una novela de espionaje, los israelíes utilizaron explosivos ocultos en buscapersonas adquiridos por la organización terrorista libanesa desde Taiwán.
Según fuentes estadounidenses y otros oficiales familiarizados con la operación, los dispositivos, fabricados por la empresa Gold Apollo, fueron modificados para detonar mediante un mensaje remoto que parecía venir del mismo liderazgo de Hezbolá. Las explosiones, sincronizadas con precisión quirúrgica, dejaron al menos 11 muertos y más de 2,700 heridos.
Los detalles de la operación no dejan de sorprender por su nivel de sofisticación. Los buscapersonas del modelo AP924 fueron alterados con una pequeña cantidad de explosivo (20Grms,aprox) integrados junto a sus baterías, controlados a distancia mediante un interruptor remoto. A las 3:30 p.m., hora local en Líbano, un mensaje desencadenó las detonaciones, generando caos y desconcierto entre los miembros de Hezbolá que utilizaban estos dispositivos. La secuencia, precedida por un pitido de varios segundos, mostró un grado de precisión y conocimiento profundo de la logística interna del enemigo.
Expertos en ciberseguridad no han tardado en reaccionar ante esta brillante operación. Mikko Hypponen, especialista en cibercrimen de la firma WithSecure, confirmó que los buscapersonas habían sido manipulados intencionalmente para causar explosiones de alta potencia. Por su parte, Keren Elazari, analista de ciberseguridad israelí, subrayó que el ataque golpeó a Hezbolá en su talón de Aquiles: su red de comunicación interna, demostrando que no hay refugio seguro contra la inteligencia israelí.
Este golpe estratégico se produce en un momento crítico para Hezbolá, que había restringido el uso de teléfonos móviles entre sus miembros para evitar la interceptación israelí, recurriendo a los buscapersonas como una alternativa más segura. Sin embargo, Israel, en un despliegue de agudeza táctica, no solo identificó esta vulnerabilidad, sino que la explotó de una forma que expone la debilidad de los recursos del grupo terrorista.
Hasta el momento, Israel ha mantenido su habitual silencio sobre operaciones encubiertas, mientras Hezbolá, acorralada y evidentemente afectada, ha lanzado acusaciones contra el Estado israelí sin aportar pruebas contundentes. Más de 3,000 buscapersonas de Gold Apollo fueron adquiridos por Hezbolá, algunos de los cuales llegaron también a sus aliados en Irán y Siria. Aunque el impacto total del ataque aún no se ha determinado, se sabe que afectó a todos los dispositivos que estaban encendidos y recibiendo mensajes al momento de la detonación. La operación, sin duda, podría redefinir el equilibrio de poder en la región, debilitando significativamente las capacidades de comunicación y coordinación de Hezbolá en un entorno ya de por sí complicado.
Este evento marca una nueva fase en la confrontación entre Israel y Hezbolá, donde la inteligencia y la ciberseguridad son los campos de batalla decisivos. Al asestar un golpe tan certero contra la comunicación interna de su adversario, Israel ha dejado claro que no hay lugar seguro para sus enemigos. La guerra tecnológica avanza, y con ella, las consecuencias para la estabilidad en el Medio Oriente se vuelven cada vez más impredecibles y, potencialmente, devastadoras para aquellos que han atacado artera e imperdonablemente al estado Israelí.