Por Marcelo Bonelli
La trama de la sorpresiva salida del ministro de Salud que sacudió al Gobierno.
En el plano económico, el declive en las encuestas llegó a Wall Street. Luis Caputo defendió la tablita cambiaria y ratificó el cepo.
El tema energético está que arde.
La denuncia de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, ante el Papa Francisco sobre un hecho de corrupción, finalmente estalló este jueves a la noche. Fue una bomba que explotó después de las 22 y sacudió a las redacciones: se va el ministro de Salud, Mario Russo.
La semana traía novedades económicas por el encuentro de Luis Caputo con los hombres fuertes de Wall Street. “Toto” les dijo: “Javier es un Presidente que va a vetar todo lo que tenga que vetar”. Tomó aire y concluyó: “Cueste lo que cueste”. Intentó ser convincente. Enfrente tenía a 70 influyentes banqueros. Uno de los “lobos” de Wall Street fue picante. Hurgó hiriente: “¿La caída en las encuestas que tiene Milei, no hará ablandar y cambiar al Presidente?”. Caputo contragolpeó: “Nunca vi a alguien tan comprometido con el ajuste”. Así, lo diferenció de Mauricio Macri. El declive en las encuestas –esta semana– fue un dato central y llegó a Wall Street.
Este jueves, Marco Lavagna provocó un sacudón político: confirmó que la pobreza es récord, de 25 millones de personas. La bochornosa cifra tocó pico en marzo. Ahora trepa al 52,9%.
Clarín reconstruyó el encuentro secreto de Toto con los “lobos” de Wall Street. Ocurrió en las impactantes oficinas del JP Morgan. En la coqueta zona de New York, 388 de Madison. Habló unas 40 minutos. Diego Pereira moderó el encuentro. El funcionario del JP Morgan le permitió a Caputo abrir con una humorada: “Quédense tranquilos, no vengo a pedirles plata”. Todos rieron a carcajadas. Fueron piadosos. Saben que Toto sueña -y negocia todavía- un salvataje de Manhattan. Caputo estuvo ultra-optimista: “La economía va a volar”. Y también expuso sus broncas y acusó a la “profesión”: “Los economistas hacen comparaciones irrelevantes”.
Pero los “lobos” estaban – como en jauría – afilados en las preguntas. Hubo distintas conclusiones. Varios aplaudieron al ministro: “Toto aprobó”, decían, mientras esperaban el ascensor de salida. Otros se fueron con las manos vacías. Quieren creer, pero no ven los billetes para confiar.
La decena de banqueros que hablaron fue insistente en cuatro cuestiones: el evidente atraso cambiario y la persistencia del cepo; el peligro eventual de default y la ausencia de dólares en el BCRA. Un banquero fue a quemarropa: “Toto, te creo que vas a pagar, pero no veo los dólares”.
El ministro contragolpeó: “Los dólares van aparecer. No vamos a defaultear”. Y fue categórico al defender su polémica “tablita cambiaria”. Así lo dijo: “el tipo de cambio se va a encarecer. Eso es irreversible cuando las cosas van bien”.
Fue una defensa cerrada. Ocurrió porque intentó pulverizar una información caliente en Manhattan. Se trata de lo siguiente: que hay oficialistas que prefieren un pequeño salto cambiario ahora, para enfrentar el cimbronazo y llegar en calma a las elecciones. Caputo desestimó esa posibilidad. Después, pateó la pelota a la tribuna con el cepo. Los inversores se fueron con una idea clara: estaría hasta las elecciones de medio término.
Toto, al final, trató de inflamar los ánimos y de atacar a aquellos – ortodoxos locales – que lo acusan de no tener un plan. No dudó en alabarse: “Llevo adelante un plan perfectamente diseñado y que se aplica a la perfección”. Ese programa se encuentra metido ahora en el Presupuesto. Tiene una cuantas y serias incongruencias. Le dicen el “Presupuesto Lamolina”: “Siga, siga”.
El anticipo exclusivo de Clarín sobre la decisión de Petronas cayó como una bomba. La empresa malaya no participaría en la mega-inversión de YPF. Un vocero confirma: “En un 95% la decisión es irreversible”. El poderoso Horacio Marín, de YPF, admitió la conflictiva situación. El impacto fue también político. La Casa Rosada quería mostrar esa inversión como fruto de la expectativa que genera Milei entre empresarios. Mala noticia. Petronas aduce cuestiones técnicas. Y también políticas: en Malasia no comprenden la adicción al “nihilismo” de todas las fuerzas políticas locales. Es confidencial, pero YPF busca ya socios. Marín dice que igual va a concretar el proyecto. La prioridad es reflotar el convenio con Petronas. Pero – en simultáneo – ya se abrieron negociaciones en India y Arabia.
La intención de propiciar un “pool” de petroleras locales se abortó antes de iniciarse. Marcelo Mindlin, Marcos Bulgheroni, Paolo Rocca y Miguel Galuccio tuvieron similar respuesta: el proyecto requiere fondos que exceden incluso a las poderosas petroleras locales.
La cuestión se calentó en la semana. El tema energético arde. Los contradictorios movimientos oficiales reflejan desconcierto frente a un informe confidencial de Cammesa. Ese “paper” aclara tres cuestiones claves.
Primero, que la oferta de electricidad en el verano será en promedio – en los picos mucho peor – un 13% inferior a la que se necesita para que no haya cortes.
Segundo, el informe confirma que Brasil no va a poder entregar 2000 mega por la sequía, y que Bolivia tampoco ayudará por no tener contrato con Argentina.
El tercer punto es “power”. Cammesa hace una referencia a las múltiples obras que se frenaron, para engordar el superávit fiscal. Equivaldrían a unos 3.300 megavatios.
La cuestión – cuándo no – abrió una interna fuerte en el gabinete. Están a los tiros el secretario de Energía y el Coordinador de Energía.
Eduardo Chirillo acusa a Daniel González de entorpecer y trabar su gestión. El coordinador de Caputo hace lo posible para que Chirillo se de cuenta que debe presentar su renuncia. Toto lo puso ahí, precisamente, para desbancar a Chirillo. González tiene una particularidad: trabajó como CFO – director financiero – en la YPF de Cristina y fue “CEO” con Macri. En ese momento se anexó un apellido para relacionarse mejor con los “chetos” de la Casa Rosada: Daniel González Casartelli.
La frontal pelea entre ambos se nota en todas las estructuras de decisión energética. Sus fieles se pelean como “perro y gatos”, incluso en Cammesa.
La cuestión llevó a un disparate esta semana. La Casa Rosada anunció que habría un severo plan de “cortes programados” para el verano. Un día después se esfumó el anuncio y se dijo que iban a racionalizar a la industria.
El insólito “minué” refleja una cosa: aun no hay una respuesta clara a un problema serio. El viaje a Manhattan reavivó cuestiones internas. La decisión de Karina de subir al avión privado a Patricia Bullrich es una fuerte señal política. Pato se consolida en la “mesa política” de Milei. Mauricio, embroncado: “Es una traidora”.
Karina dio otra señal fuerte: impidió que Mondino subiera a esa aeronave presidencial. La canciller tuvo que hacer cola en un vuelo comercial. Gerardo Werthein armó la agenda de Milei en EE.UU. En Cancillería minimizan las versiones de recambios y ventilan que ya el embajador adquirió en Washington una lujosa casa valuada en millones. Sería de dos dígitos.
Las turbulencias generan ruido. Ahora se insiste en un posible candidatura de Guillermo Francos a Cancillería y un empoderamiento de Martín Menem a la Jefatura de Gabinete. Cristian Ritondo lo reemplazaría en Diputados.
También apareció en escena Sandra Pettovello. Es intocable para Javo. Pero su viaje al Vaticano provocó intranquilidad entre los ministros.
Francisco – un día después- tiró con munición gruesa y habló de coimas que exigió un ministro. El Papa no precisó nombres y, pícaro, dejó un manto de sospecha sobre qué ministro y que administración estaba involucrada. Pero fue la propia Pettovello quien le confesó a Francisco los detalles de ese intento de corrupción.
Por ese motivo, este jueves a la noche renunció en forma inesperado el ministro Russo.
Fuente Clarin