Por Enrique Munilla
“Justicia sin misericordia es pura crueldad”
(Sto. Tomás de Aquino).
El 24/3/76 las autoridades militares dispusieron que los subversivos fueran juzgados por Consejos de Guerra, previo sumario de un juez militar. El Consejo N° 12/1 juzgó a varios terroristas que operaban en Olavarría, Tandil, Azul y Las Flores.
Iniciada la era K con la represión de la represión, habían fallecido los jueces del Consejo, y la Justicia se ensañó con el auditor del Consejo, sin poder de decisión y quien solo debía controlar los aspectos formales del proceso.
El coronel auditor, el abogado LAJ (coloco solo las iniciales de mi defendido para proteger su prestigio) asimilado al Ejército, fue encarcelado, juzgado y condenado a 15 años de prisión por el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, que le extendió la supuesta responsabilidad de la instrucción sumarial previa a su intervención, durante la que se habrían cometido los delitos de lesa humanidad.
El defensor oficial que lo asistió en el juicio apeló la condena a la Cámara de Casación, ante la que LAJ me encomendó su defensa. Al entrevistarlo advertí e hice saber que era evidente que carecía de salud mental y física como para estar en juicio, y que se había omitido el examen previo obligatorio para mayores de 70 años.
La Sala 4ª de Casación ordenó que el TOF de Mar del Plata dispusiera el examen, pero no interrumpió el trámite del recurso a la espera del dictamen, dictando sentencia confirmatoria de la condena.
También rechazó mi recurso ante la CSJN, a la que debí ir en queja, sin que aún hoy se haya pronunciado. El examen médico demoró unos 4 años para dictaminar que LAJ no estaba en condiciones mentales para estar en juicio, por lo que el TOF de Mar del Plata suspendió el juicio y ordenó su inmediata libertad. El fiscal apeló a la Casación, y la Sala 4ª, integrada por Gustavo Hornos, y Mariano Borinksy, que habían ordenado la pericia, revocaron hace pocos días esa decisión y regresaron a LAJ a cumplir prisión, pese a sus 85 años y su estado físico (cáncer, sordera, casi ciego) e imposibilitado de defenderse por su débil salud mental), y me denegaron nuevamente el recurso extraordinario, con la ejemplar disidencia del Dr. Carlos Mahiques.
Estoy a la espera de la intervención de la Corte, a quien nuevamente recurrí en queja. No es un escándalo de lesa judicialidad más, sino de una notable crueldad.
Enrique Munilla