Por Cnel Jorge López Parravicini
1 No es necesario apelar al viejísimo Sun Tsu para decir que la oportunidad, la calidad de lo oportuno, es esencial para que una acción logre su objetivo. Levantarme a mirar cuando me están tirando me va a dejar muerto, comprar cuando está carísimo me va a dar pérdida, y hacer un chiste ante una desgracia me va a mostrar como un insensible.
Después de la agresión terrorista y guerrillera en Argentina en los 60 y 70, contra la Nación, sus instituciones y su pueblo, planificada y ejecutada por un bando –enorme- de psicópatas mesiánicos veinteañeros bancados desde Rusia, China, Cuba, la OLP y algún otro promotor de revoluciones, y después de la respuesta armada de la Nación, con características complejas, porque fue legal en la dictadura del Gral. Lanusse, ilegal en la república del presidente Perón, luego legal en la misma república, y posteriormente en parte legal y en parte ilegal en la dictadura del 76, con el triunfo en el ámbito de la violencia para las armas de la Nación; después del intento del presidente Alfonsín de, ilegalmente, pero con una idea de moderación, castigar métodos ilegales de lucha aplicados por las fuerzas de la Nación, después de intentos de pacificación definitiva de los presidentes Alfonsín y Menem, con la llegada a la presidencia del recaudador- acumulador – embaucador Néstor Kirchner, se conformó el pacto con el montonero Verbitsky y se desató lo que Clawsevitz diría la continuación de la guerra con otros medios.
Y ahí se largó la gran revancha de los que perdieron con las armas y con los métodos que ellos mismos plantearon desde los años 60. Se asociaron básicamente Kirchner y un grande número de montoneros y algunos erpianos, que ocuparon lugares en los medios de comunicación, en la política (poderes ejecutivos y legislativos a todo nivel, secretarías y agencias creadas ad hoc) y en el sistema judicial, en tribunales a todo nivel. A nivel nacional el Poder Judicial desconoció y bastardeó la Constitución Nacional. Un poeta de barrio diría que “se limpió el kulo con ella” (sic). A todo nivel judicial se prevaricó descaradamente a siniestra y siniestra para aniquilar a quienes combatieron al terrorismo y la guerrilla revolucionarios.
Después de la catástrofe social de la gestión política kirchnerista, que produjo millones de pobres e indigentes y millares de nuevos ricos amigos, es oportuno, es posible y es necesario salir a decir verdades, que hasta hace poco no se podían decir, y no se podía porque lo que hoy aplica Maduro (inventado hace muchísimo) ya era aplicado en Argentina por la kasta política y la kasta judicial.
Hay gente que se está manifestando por las redes y por los medios para exponer la vergüenza nacional de la persecución inconstitucional, ilegal, facciosa, farsesca, mendaz, inmoral, delictiva, espuria e interminable de militares, policías, penitenciarios, jueces y toda y cualquier otra persona que haya estado en alguna función, por insignificante que haya sido, en el accionar defensivo de la Nación ante la ofensiva terrorista guerrillero socialista de los 70. En esas manifestaciones van siendo expuestas las trampas, los engaños, los procedimientos arteros y mendaces de falsificación de causas, producción de testigos falsos y organización de circos. Y van apareciendo nombres concretos de funcionarios que son quienes convalidaron las falsedades creadas por los 2 revanchistas mediante fallos fraudulentos, vergonzosos, inaceptables. Concretaron el concepto de “al enemigo ni justicia”, ellos, que recibieron del estado la potestad de hacer justicia.
Fallos inaceptables, notoriamente ilegales, preanunciados, presumo yo –lego- que pueden ser causados por ignorancia, o parcialidad ideológica, o cobardía o venalidad a cambio de favores como dinero, carrera y o poder. A la ignorancia la descarto. Opino que debe deberse a alguno o más probablemente- a varias de las otras causas. Los nombres de varios de esos funcionarios los vi circular públicamente, lo cual me parece correcto y ajustado a derecho. Los quiero difundir a continuación.
Jueces Carlos Rosansky (ex), Falcone y Portela, del TOFC Nro 1 de La Plata.
Jueces Ana María Figueroa, Diego Barroetaveña y Daniel Antonio Petrone, de la Sala I de la CF de Casación Penal.
Jueces Pablo Jantus y Pablo Vega del tribunal de La plata. Jueces Diego Torres, Martin Irurzun y Eduardo Farah de la Cámara Federal.
Jueces Daniel Obligado, Adriana Pallioti y María López Íñiguez del TOF Nro 5.
Jueces Parra, Portela y Falcone, del TOF de Mar del Plata. Juez Daniel Rafecas.
Jueces Vallefín y Pacilio, de la Cámara Federal de Mar del Plata.
Jueces de casación Borinsky, Ledesma y Carbajo.
Jueces Juan Reynaga, Gabriel Casas y Carlos Giménez Montilla del Tribunal Federal de Catamarca
Jueces Alfredo Ruiz Paz, María Claudia Morgese Martín y Marcelo Díaz Cabral Jueces Gustavo Hornos y Borinsky de la sala 4 del TOF de Mar del Plata.
Opino que a la CSJNK, bien K, bien vergonzosa, le cabe lo mismo, por haber convalidado las patrañas legislativas vergonzosas que el Poder Legislativo de la Nación inventó para perseguir a los defensores de la Nación y perdonar, promocionar, empoderar y enriquecer a los que la atacaron. Una impudicia, una vergüenza nacional e histórica. Hay un excelente trabajo escrito por el matrimonio López – Genise llamado Cronología de la Ilegalidad, que enumera los desaforos legislativos cometidos por los legisladores nacionales para destruir la ley, el derecho, la Constitución Nacional, la verdad, la honestidad y el prestigio histórico de la patria de Alberdi en beneficio de los terroristas y guerrilleros y sus continuadores.
Quiero agregar a la lista de la vergüenza al general (luego embajador K, merecido) Balza, mentiroso reconocido y consecuentemente traidor, que fingió en 1995 pedir perdón por “lo que hicieron otros” y que él “infelizmente no sabía”. Hipócrita. Tenía una aguda inteligencia y sabía todo de todo. Digo aquí que Balza me dijo, a mí, personalmente, en presencia de otras trescientas personas, en un salón teatro sito en la calle 9 de Julio 547 de Mendoza Capital, en 1994, siendo jefe del Estado Mayor General del Ejército, que sabía, lo que hoy dice en público con cara de inocente engañado y escribe en artículos y libros, no haber sabido, así como dijo que uno de sus objetivos como jefe de la Fuerza sería lograr la libertad de los comandantes condenados.
Dejó claro que de ninguna forma desaprobaba lo mandado por los comandantes. Parece que entre ese día y el 25 de abril de 1995 -ante Neustadt- descubrió la “amarga verdad”. No se lo cree nadie. Y es 3 de conocimiento universal que, en la guerra, al enemigo se lo puede odiar, pero al enemigo traidor que me va a beneficiar, no se lo odia, sino que se lo desprecia, aunque se le pague con treinta monedas, con embajadas o con lo que fuere.
Una vez Hebe de Bonafini, sin aceptar su fingida condescendencia, lo acusó de asesino y lo reputeó públicamente en su conocido violento estilo. ¿Qué hizo Balza, un rígido y durísimo jefe para sus subordinados? Nada, lo tomó con “cristiana” calma, y decía “ha sufrido mucho esa señora”. Cara de piedra.
Hay muchas señoras madres y esposas de oficiales, suboficiales, soldados y agentes civiles de su Ejército que han sufrido mucho más que la terrorista Bonafini, y notoriamente su actitud para con ellas es bien otra. Ahora, en estos días, que los kirchneristas fueron descubiertos en sus tropelías y ajusticiados en las urnas en 2023, y se puede hacer aparecer las inmundicias que generaron, incluyendo el accionar de los tribunales judiciales, la glorificación de los terroristas y guerrilleros, el enriquecimiento rufianesco de sus continuadores –funcionarios o no-, el ocultamiento y negación de las víctimas del terrorismo, la muerte del fiscal Alberto Nisman y la persecución infinita de los que combatieron la agresión -que incluía participación internacional- contra nuestra Nación, es tiempo de que ALGUIEN, con autoridad y poder, haga justicia verdadera en esta patria arrasada, en el sentido de aplicar LEGALIDAD donde hasta ahora hay solo ilegalidad, otorgar LIBERTAD a aquéllos a quienes hasta hoy les impusieron ilegal cautiverio, y terminar con la perpetua amenaza de la persecución penal ilegal a toda y cualquier persona que vistió un uniforme o de alguna manera participó de la defensa de la Nación.
A los perseguidos, en muchos casos hasta les quitaron el cobro de sus haberes, producto al que tienen derecho inalienable por haber aportado durante decenios, una rufianada administrativa dispuesta por funcionarios guerrilleros, como Nilda Garré cuando fue ministra de Néstor Kirchner, quien por otra parte la humillaba ostensiblemente en público ante sus subordinados. Todo odio y resentimiento. Es hora de terminar en forma urgente con la persecución penal revanchista ilegal a los defensores de la Nación, terminar de fingir que parece aceptable el engendro de la manipulación de la ley y el derecho para hacer triunfar a la revolución guevarista en lo ideológico y al robo y enriquecimiento generalizado en lo práctico, en dólares contantes y sonantes.
En 1941 el imperio japonés atacó a la república de Estados Unidos. El objetivo del Imperio era imperar sobre todo el Pacífico ya que Hitler lo haría sobre toda Eurasia. Japón conquistaba territorios militarmente y los regía salvajemente. La misma fórmula que adoptaría Fidel Castro. En 1945 EEUU le puso dos merecidas bombas atómicas, solo que, a la población civil, en dos ciudades, abatiendo cientos de miles de civiles, no a tropas militares en terrenos de combate. Ni al presidente Truman que ordenó el ataque atómico, ni a los mandos militares, ni al coronel Paul Tibbets que piloteó el avión, ni a cualquiera que haya tenido que ver con los ataques, a nadie se le pasó por la cabeza, en EEUU, ni en Japón, ni en ningún lugar del mundo, cuestionar la medida ni acusar de forma alguna por haber planeado o ejecutado el acto; porque frente a la conducta de los psicópatas conductores militares japoneses la medida era necesaria; era el mal menor.
Por el contrario, a los mandos supremos japoneses se los condenó por la responsabilidad de tremenda desgracia. Al emperador se lo eximió, para preservar un símbolo; en mi opinión: un cretino. 4 En Europa, en marzo de 1957, antes de transcurridos 12 años del fin de la atroz IIGM que ocasionó 50 millones de muertos en ese continente, se creó la Comunidad Europea, con Alemania Occidental, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Se creaba un camino para la comunidad, la unión, la reconstrucción, y el progreso y bienestar de los pueblos. Menos la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, claro; la comunista; la que asesinaba a sus propios campesinos y obreros; la que cultivaba el odio, la delación, el resentimiento, la tristeza, la muerte miserable, la deportación a los gulags; la que esclavizó a Europa Oriental encerrándola con una alambrada de miles de kilómetros de Norte a Sud con fosas, perros, puestos de vigilancia con ametralladoras; la que ahí incluyó media Alemania, levantando el ignominioso muro de Berlín; la que dos años más tarde abastecería la revolución de Fidel Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos, y doce años más tarde abastecería la revolución de Firmenich, Santucho, Elizalde, Vaca Narvaja, Larroque, Bonasso, Garré, Galimberti, Ana María González, Huenchul, Bettini, Perdía, Quieto, Walsh, Verbitsky y miles más. En doce años Europa inició el camino de la unión y de la paz.
En la Argentina K, se alcanzó el 52 % de población pobre, se enriquecieron los culpables de la tragedia, y se cultivan las “virtudes” soviéticas: odio, resentimiento, revanchismo, envidia, violencia, corrupción, desvergüenza, sometimiento ideológico, dependencia del estado, culto a la personalidad k. Se instalaron “virtudes” nuevas, copiadas de otros estados socialistas fracasados: delincuencia, violencia de toda índole y narcotráfico incontrolables. Y se crearon los originales piquete y escrache, legítimamente argentinos, obras k por excelencia, el arte del matonismo. Y a cincuenta años del intento castrista de cubanizar el país, fracasada esa revolución socialista, continúan castigando y persiguiendo ignominiosamente, impúdicamente, a los que salvaron a la población argentina de los fusilamientos que Guevara perpetró en Cuba y que el guerrillero Jorge Masetti había planificado para reproducir ejemplarmente aquí. Venimos siendo un país de maniáticos. Y se nota. El mundo entero lo ve. Esto así no se resuelve con el paso del tiempo. Alguien con autoridad, con poder, con decisión y con coraje lo tiene que encarar. Me gustaría tener esas capacidades, pero no las tengo.
Soy Jorge López Parravicini, DNI 10462946, coronel del Ejército Argentino, institución cubierta de gloria, que cultiva virtudes y valores, que educa a sus miembros y que tiene también en su historia pecados y renuncios, como toda institución y toda persona. El Ejército mandó a muchos de sus hombres a combatir en la guerra revolucionaria, en la forma irregular que el enemigo la planteó, en medio de la sociedad civil, en medio de las ciudades funcionando como cotidianamente lo hacían, contra el enemigo poderosamente armado y abastecido mimetizado entre la gente inocente, con importantes mentores intelectuales enemigos presentados como poetas, periodistas, idealistas, cuando en realidad fogoneaban el espíritu de sus combatientes para ejecutar su terrorismo bestial y tenebroso.
El Ejército, ejerciendo la legítima defensa de la Nación, aportó sus hombres y los metió en ese drama caótico que es la guerra urbana, donde la actividad esencial es la inteligencia a nivel táctico y estratégico, donde no hay frentes identificables, ni flancos, ni artillería a diez kilómetros de distancia, donde el enemigo es la amiga de mi hija que visita mi casa y me deja una 5 bomba para toda mi familia abajo de mi cama. En esa guerra hay que identificar al enemigo mimetizado entre la gente y arrancarlo de donde está y exigirle que aporte al conocimiento de su célula, de su organización, de sus planes. Eso es complicado de hacer y difícil de conseguir. Mandar toneladas de granadas de artillería o de bombas aéreas es simple en un campo de combate. Obtener información para proteger la vida de la sociedad civil en una ciudad no es simple. Muy inteligente el planteo de la guerra por los revolucionarios, desde la clandestinidad, con la mimetización.
Ellos lo sabían y saben muy bien. Y en la sociedad argentina, muchos también lo saben pero fingen no saberlo, dicho en argentino: se hacen los boludos. Fingen escandalizarse porque se viola el derecho humano. ¡Pero qué novedad! En cualquier guerra cuando al enemigo se le tiran bombas y munición para matarlo se le vulnera el derecho humano a la vida. La guerra implica dejar de respetar el derecho humano del enemigo, y también de la propia tropa cuando un jefe ordena combatir. El Ejército Argentino, la institución, mandó sus hombres a esa guerra. Después de que el acaudalado abogado y recaudador político Néstor Kirchner hizo el pacto político con el intelectual montonero Verbistky y se traicionó la Constitución Nacional con la tergiversación vergonzosa del Derecho argentino, el Ejército entregó sus hombres a los perros, a los jueces federales, soldados de Verbistky. Un renuncio institucional inédito. Una traición a los veteranos de esa guerra.
Los sucesivos jefes supremos del Ejército, comenzando por el domado general Bendini, a mi ver no supieron y por tanto no quisieron enfrentar su destino de defender a su personal como era su obligación esencial. Y así seguimos, haciéndonos todos los boludos mientras los jueces federales, soldados de Verbistky arreaban, arrean y planeaban seguir arreando a los ancianos a las mazmorras. El criminal Che Guevara, con su cara impasible decía “hemos fusilado, seguimos fusilando, y seguiremos fusilando”, como quien barre las hojas caídas en el patio. Entonces, o nos fusilaba Firmenich (como hicieron en Rusia, China, Vietnam, Camboya, Cuba, Nicaragua, etc.) o nos arrean a la muerte por abandono los jueces federales venales, soldados de Verbistky.
En el ejército que integro desde 1965 no conocí oligarcas, ni nazis, ni explotadores, sino gente de clase media y baja, y ahí todo el mundo, merced a la educación y el esfuerzo personal mejoraba su calidad de vida, su decoro, su dignidad, sus aspiraciones y las aspiraciones para sus hijos. Entre esa gente había muchos cuyos padres y o abuelos eran agradecidos a Juan Domingo Perón por alguna mejora o gesto recibido durante sus gobiernos en los anos 50, incluso los gestos demagógicos movidos por Eva Perón con el interés de comprar barato las voluntades populares. Otros, por el contrario, le cobraban a Perón su actitud dictatorial, tiránica, el culto a su personalidad y la persecución de opositores. Tuve en mi familia las dos cosas, soy sobrino-nieto de un prominente y prestigioso general amigo entrañable de Perón y que fue protagonista político en su época. Entonces estaban las dos posiciones en mi familia, pero era un ámbito donde se ejercía el derecho y la virtud de pensar y sentir distinto libremente, deliberar las ideas, aprender con humildad, con honestidad, con respeto por los otros y con caridad cristiana, y rechazar toda forma de violencia política.
Tengo camaradas, amigos, familiares, y familiares de entrañables amigos, muertos y heridos por el terrorismo y la guerrilla. Muertos y heridos en combate, que es una cosa, y asesinados, que es otra 6 cosa. Cuando un militar o un policía está en la vía pública, no en el cuartel ni en campaña, sino como ciudadano común, esperando un colectivo o saliendo del mercado, y un terrorista se le acerca por detrás y lo mata, eso es un asesinato. Cuando un militar o policía o civil o sacerdote o quien fuere está preso ilegalmente y muere en prisión porque un juez venal allí lo puso, eso es asesinato. Tengo camaradas y amigos presos ilegalmente, en forma burdamente ilegal, hace años, muchos años. Es injusto y perverso. Y Firmenich nos escupe en nuestra cara sus reivindicaciones desde España. Es injusto, humillante, agraviante y bochornoso el contraste. Corregir esta desviación es urgente, porque la vida de las personas es biológicamente finita. Sin tanta urgencia es necesaria la destrucción de nuestro Muro de Berlín: esos monumentos, memoriales, nombres de lugares públicos, con que fueron homenajeados y exaltados los que atacaron a la Nación y al pueblo argentino.
Recuperar el dinero que se autoadjudicaron por diversos conceptos y coartadas sería justo, pero se ve difícil de conseguir. Ahora, cancelar las pensiones hereditarias que aún se mantienen, bancadas con los impuestos de los contribuyentes, hasta los más humildes, es justo, necesario, imprescindible y posible. Dijo un hombre público argentino: “con que paren de robar dos años salimos al frente”. Ya vamos llegando al primer año. Y falta descubrir unos cuantos yacimientos de robo. Por analogía digo: si paramos de cultivar el odio, el resentimiento, el conflicto permanente, la revancha sin fin, y nos acostumbramos a vivir en comunidad sin esas dolencias terminales, tal vez pasemos al frente. Eso es Educación. Requiere un esfuerzo de la voluntad. Dios nos asista.