Por Nicolás J. Portino González
Bienvenidos a Argentina, tierra de contradicciones y manuales económicos escritos en servilletas de bar. Aquí, donde cada peso vale menos que la promesa de campaña de un político en año electoral, todavía hay una horda de economistas de café que insiste en que nuestro problema no es que ya hayamos devaluado hasta el absurdo, sino que no hemos devaluado lo suficiente. Porque, por supuesto, si en el país del siempre estamos peor algo no está funcionando, la solución debe ser… ¡doblar la apuesta! Es decir, devaluar una vez más, y luego otra, y después otra, hasta que en lugar de billetes llevemos a la tienda piedritas o fichas de Monopoly.
Vamos a ponernos serios, por un momento, y analicemos los números. Bueno, en realidad, no. Mejor hagamos un análisis de esos que les encanta a nuestros “expertos”: uno sin lógica, sin datos y lleno de teorías delirantes. Aquí va.
- Parte 1: La gloriosa historia de nuestra devaluación (o cómo pasamos de ser un chiste a una tragedia).
Hace no tanto, en 2019, nuestro peso todavía valía algo. Algo, no mucho, pero algo. Al menos valía U$S0,017. Ah, esos eran tiempos dorados, cuando cambiar dólares en el mercado paralelo no te dejaba en bancarrota y cuando el café todavía costaba menos que el alquiler de un monoambiente. Pero luego llegó nuestro queridísimo Alberto Fernández, el hombre que, en su mandato, logró que nuestra moneda perdiera valor a una velocidad tan impresionante que ni el equipo olímpico de sprint podría alcanzarla.
Entonces, devaluamos. Y devaluamos. Y cuando pensábamos que ya estábamos en el fondo, alguien dijo: “¡No! Sigamos cavando”. Y cavamos tanto que ahora el peso vale lo que una moneda de chocolate: exactamente U$S0,0008. Es decir, menos de un milésimo de dólar.
Sin embargo, aquí estamos, con una economía por los suelos, y todavía hay quienes sostienen con la cara seria que “el dólar está atrasado” y que debemos seguir devaluando porque, si no lo hacemos, “no somos competitivos”. ¿Competitivos con quién? ¿Con Zimbabue? ¿Con la moneda de un videojuego? ¿O es que tenemos el sueño de competir con el peso cubano en alguna especie de “Juegos Olímpicos de la devaluación”?
- Parte 2: El culto al dólar como deporte nacional.
En Brasil, el real cae. Lula, con todos sus problemas, ha llevado la moneda al nivel más bajo de su historia, y ahora un real vale U$S0,18. ¡Qué amateurs! Aquí en Argentina, nuestros economistas de televisión dirían que eso es pan comido. No solo nos burlamos de esos números, sino que nos ufanamos de tener un dólar paralelo que hace palidecer cualquier intento de estabilidad económica.
Pero, ¿cuál es la solución de los sabiondos locales? Fácil: devaluemos aún más. Porque, en su lógica, si el peso vale una miseria, eso hace que nuestros productos sean más baratos para el mundo. Claro, lo que no explican es cómo se supone que vamos a producir algo cuando el costo de cada materia prima, servicio y bien sube como la espuma cada vez que devaluamos. Pequeño detalle que, para ellos, no cuenta. Lo importante aquí es “ser competitivos”. Y si para ser competitivos tenemos que llevar al peso a la paridad con el aire, ¡pues que así sea!
Parte 3: Cómo vender devaluación con excusas dignas de un concurso de disparates.
Aquí va el decálogo de excusas que escuchamos cada vez que alguien sugiere que la solución es seguir devaluando. Preparen la sonrisa sarcástica, que acá vienen las joyitas del discurso de la “competitividad”:
- “Si no devaluamos, nos quedamos fuera del mercado global”
Ah, claro, porque el mundo está desesperado por los productos argentinos. Esos mismos productos que se fabrican en un país donde todo cuesta el doble cada mes y donde los impuestos son tan altos que hasta los ladrones prefieren robarnos en efectivo. - “No se puede apreciar más el peso porque…”
Aquí es donde se ponen creativos. Entran en juego las teorías más bizarras, como que el peso debe devaluarse por nuestra propia supervivencia económica. Claro, porque si valiera más, ¿qué sería de nosotros? ¿Tener una moneda fuerte? ¡Horror! - “El dólar oficial está atrasado”
Esta es una de mis favoritas. Vivimos en un país donde el dólar tiene más versiones que una aplicación de software: oficial, blue, MEP, contado con liqui, Qatar, Coldplay… Pero, no, según ellos, ninguno de estos dólares vale lo suficiente. Lo que necesitamos es otro dólar, uno que venga con la leyenda: “solo para expertos en teorías económicas absurdas”. - “La inflación es un problema de demanda, no de emisión”
Porque, claro, cuando los precios suben, la culpa es del consumidor. Esas personas que tienen la osadía de querer vivir, comer y, a veces, hasta comprar un poco más de lo básico. La emisión descontrolada de moneda, en cambio, no tiene nada que ver. Es solo un pequeño “detalle técnico” que podemos ignorar. - “La inflación es culpa de las empresas que suben los precios”
Ah, sí. Y seguramente también es culpa de las vacas por no producir carne gratis y de los vegetales por no crecer en nuestras billeteras. Si las empresas suben los precios es porque tienen que cubrir costos, que suben cada vez que el peso se va al demonio. Pero no, para los defensores de la devaluación, los empresarios son los villanos.
- Parte 4: ¿Qué pasa si seguimos devaluando? Spoiler: nada bueno
Supongamos, solo por diversión, que seguimos devaluando. Que el dólar llegue a $10.000, $20.000 o quién sabe cuánto. En esta espiral descendente, llegaremos a un punto en el que el peso valga menos que un suspiro. Y, entonces, esos mismos “expertos” nos dirán que el problema es que devaluamos demasiado. ¡Pero ojo! No se harán responsables de nada. Ellos, con la misma seriedad, buscarán otra teoría absurda para justificar el caos.
Porque, en el fondo, la devaluación es solo una excusa. Una excusa para no hacer el trabajo duro de arreglar una economía con reformas serias, para no reducir impuestos a quienes producen, para no tener una moneda fuerte y confiable. Y mientras tanto, los que pagamos el precio somos todos nosotros, los que vemos nuestros sueldos convertirse en papel mojado y nuestros ahorros esfumarse cada vez que deciden “ajustar” el dólar.
- Parte FINAL: Ser competitivos o cómo ser idiotas con todas las letras.
A veces, pienso que este país es como una especie de broma que se ha salido de control. Vivimos en un lugar donde la lógica funciona al revés, donde el sentido común está de vacaciones y donde la única constante es que el peso seguirá perdiendo valor, pase lo que pase. Y aún así, en cada esquina, hay alguien dispuesto a jurar que “devaluar es la solución”.
Así que, para aquellos que todavía creen que la respuesta a todos nuestros problemas es seguir hundiendo nuestra moneda, solo tengo una sugerencia: la próxima vez que piensen en devaluar, háganlo con el sentido común y no con el valor del peso. Quizás, si devaluamos un poco la ignorancia, algún día podremos tener una moneda que no sea motivo de vergüenza internacional.
Y por si ud quisiera reírse aún más? Todo ello son dichos de econochantas que con su cara llena de fideos con tuco…siguen sin reconocer la baja de 22 puntos de inflación en 10 meses, como nadie pudo hacerlo. La baja del riesgo país, contrario a lo que todos hasta aquí lo han subido. El crecimiento de reservas internacionales, el pago de compromisos de deuda, la suba de los salarios vs inflación, el éxito del blanqueo, etc.
Qué hay que hacer?: Devaluar! En fin.