Por Pablo Gris Muniagurria-Especial Total News Agency-
Irán representa una amenaza compleja que no se limita al ámbito físico, sino que también se extiende al terrorismo en el ciberespacio, afectando la seguridad global en múltiples frentes.
A través de una combinación de tácticas tradicionales de terrorismo y ciberataques, el régimen iraní no solo persiste en su apoyo a organizaciones aliadas como Hamas y Hezbollah, sino que también utiliza el ciberespacio para proyectar su influencia y desestabilizar a otros países.
La advertencia reciente del ministro iraní de Relaciones Exteriores, Abás Araqchi, sobre la posibilidad de que el conflicto en Gaza y Líbano se expanda más allá de Medio Oriente resalta la estrategia de Irán de utilizar el terror y la inestabilidad como herramientas de política exterior. Esta estrategia incluye, además de su apoyo en conflictos regionales, actividades en el ciberespacio que buscan vulnerar infraestructuras críticas y sembrar inseguridad.
La historia ha demostrado que países como Argentina, víctimas de ataques como los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel, deben mantenerse en alerta ante la posibilidad de que Irán también recurra al ciberespionaje y a ciberataques, ampliando su amenaza más allá de los actos terroristas tradiconales.
El uso de la tecnología por parte de Irán incluye campañas de ciberataques dirigidas tanto a instituciones financieras como a gobiernos y organizaciones en Occidente, incrementando así el nivel de riesgo a una escala global. Estos ciberataques, además de su repercusión inmediata, tienen el potencial de generar efectos disruptivos en redes críticas, sistemas financieros y de comunicación, acentuando la inestabilidad y el riesgo de represalias internacionales.
La naturaleza de la amenaza iraní, entonces, no es simplemente regional ni limitada a acciones físicas. Su capacidad para combinar ciberataques con tácticas de terrorismo físico plantea un desafío constante para la seguridad internacional.
La comunidad global, incluyendo a países como Argentina que han sufrido los efectos directos de la política iraní, debe reforzar sus capacidades en ciberseguridad y establecer alianzas de inteligencia que permitan detectar y responder a estos riesgos antes de que escalen.