Buenos Aires, 17 de febrero de 2025- Total News Agency-TNA- Los incendios forestales representan una de las amenazas más recurrentes y devastadoras para los ecosistemas, la economía y las comunidades rurales de Argentina. Durante los últimos años, factores como el cambio climático, el abandono de prácticas tradicionales, el crecimiento descontrolado de asentamientos humanos en zonas rurales y la falta de planificación estratégica han creado un escenario propicio para que estos siniestros sean cada vez más destructivos.
A pesar de los avances en la lucha contra el fuego, los incendios que logran escapar de los sistemas de supresión se transforman en eventos de gran magnitud, difíciles de controlar y con consecuencias irreparables. Este contexto exige un análisis profundo de las políticas actuales, las estructuras institucionales y las capacidades operativas disponibles, así como una reflexión sobre los errores y desafíos que aún persisten.
Un Sistema con Avances Limitados: Historia y Estructura
En 1996 se creó el Plan Nacional de Manejo del Fuego, con la intención de apoyar a las provincias en la capacitación de brigadistas, el suministro de materiales especializados y la implementación de planes provinciales de manejo del fuego. Sin embargo, casi tres décadas después, solo la provincia de Jujuy ha logrado implementar un sistema provincial permanente con tres brigadas operativas, equipadas y capacitadas.
La promulgación de la Ley 26.815 en 2013 estableció el Sistema Federal de Manejo del Fuego, bajo la supervisión del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF). Este organismo, que ha pasado por distintas dependencias gubernamentales, actualmente forma parte del Ministerio de Seguridad de la Nación, según el Decreto 81/2025. Su estructura incluye una Dirección Nacional y tres áreas principales: Planificación y Prevención, Articulación Territorial y Operaciones.
A nivel operativo, el SNMF cuenta con tres brigadas nacionales, con aproximadamente 130 combatientes distribuidos en bases estratégicas en Chubut, San Luis y Misiones. Estas brigadas actúan únicamente a solicitud de las jurisdicciones locales, lo que limita su capacidad para responder de manera proactiva.
Un Punto de Quiebre: La Incorporación de un Bombero Profesional
Un hito significativo en la historia del manejo del fuego en Argentina ocurrió en 2015, cuando, por primera vez desde la creación del Plan Nacional en 1996, fue designado el Lic. Guillermo Barisone, un bombero profesional al frente de la Dirección Nacional de Manejo del Fuego. Este profesional, con más de 25 años de experiencia como bombero voluntario en Quilmes y un extenso recorrido como instructor, marcó un cambio en la perspectiva técnica y operativa del organismo.
Sin embargo, este avance no logró consolidarse como un estándar. Hoy en día, las certificaciones para combatientes de incendios forestales se reducen, en muchos casos, a la entrega de una chaqueta amarilla, lo que no garantiza la formación ni la preparación adecuada para enfrentar siniestros de alta complejidad. Este enfoque improvisado no solo pone en riesgo la vida de los brigadistas, sino que también limita la eficacia de las operaciones de supresión.
Reflexiones sobre la Gestión de los Incendios Forestales
Los incendios forestales son eventos predecibles y recurrentes. Su comportamiento en una misma zona suele replicar patrones observados en siniestros ocurridos años atrás. Sin embargo, la falta de planificación preventiva y la demora en los llamados a colaboración por parte de las provincias o Parques Nacionales agravan la situación.
Según la definición internacional, un desastre es un evento que excede la capacidad de respuesta de la comunidad afectada, mientras que una emergencia puede ser manejada dentro de esa capacidad. En Argentina, los incendios forestales han evolucionado hacia eventos de “quinta y sexta generación”, considerados desastres debido a su magnitud y complejidad. Estos incendios no se extinguen, se manejan, y para ello es necesario contar con equipos técnicos capacitados, tecnología avanzada y una gestión integral basada en el Sistema de Comando de Incidentes (SCI).
Desafíos Específicos y Propuestas Urgentes
Entre los principales desafíos identificados, se destacan:
- Falta de Capacitación Real: La formación de brigadistas y bomberos debe ir más allá de la entrega de una chaqueta amarilla. Es imprescindible implementar programas de certificación rigurosos, avalados por organismos competentes, que incluyan entrenamiento en el uso de tecnologías avanzadas, manejo de aeronaves hidrantes y estrategias de supresión.
- Infraestructura Insuficiente: Muchas provincias carecen de brigadas propias, herramientas especializadas y pistas adecuadas para el abastecimiento de aviones hidrantes. Esto limita la capacidad de respuesta en las etapas iniciales de los incendios, cuando aún es posible contenerlos.
- Falta de Tecnología: La ausencia de dispositivos de geolocalización personal para los brigadistas dificulta su seguridad y localización en situaciones críticas, especialmente ante cambios repentinos en las condiciones del fuego.
- Escasez de Recursos Humanos y Logísticos: La movilización masiva de personal no siempre es efectiva y, en muchos casos, aumenta el riesgo de accidentes. Es preferible contar con equipos técnicos altamente capacitados y bien equipados, en lugar de depender de grandes contingentes sin formación específica.
- Campañas de Prevención: Es fundamental educar a la población local y a los turistas sobre la importancia de prevenir incendios, así como reforzar las campañas de sensibilización y capacitación en las comunidades rurales.
Conclusión: Prepararse para lo Predecible
Los incendios forestales en Argentina son una amenaza constante, pero también son eventos predecibles y, en muchos casos, manejables. La clave para reducir su impacto radica en la planificación estratégica, la inversión en infraestructura y tecnología, y la capacitación rigurosa de los combatientes.
En lugar de reaccionar ante el fuego, es necesario anticiparse a él. Prepararse para un evento adverso, aunque nunca ocurra, es siempre preferible a enfrentarlo sin los recursos ni la preparación adecuada. La protección de nuestros ecosistemas, comunidades y recursos naturales depende de nuestra capacidad para aprender de los errores del pasado y actuar con visión de futuro.