Milei impone una contracultura de disvalores

Claudio Bramanti

El escándalo de la estafa con la criptomoneda puso de relieve la inclinación del presidente al juego y las apuestas en la timba financiera, y su actuación desde la cima del poder promoviendo disvalores.

Javier Milei estuvo alentando expresamente, cómo publicamos hace meses, la especulación con la bicicleta financiera de la que participan, entre otros, los fondos buitre globales con los que está endeudado el país, entre ellos el poderoso Black Rock.

Los abogados norteamericanos que siguen el caso de la criptomoneda Libra lo han caratulado como “promoción engañosa”, es decir una modalidad de estafa, en tanto que para el derecho argentino, si fuera bien aplicado, Milei es “partícipe necesario” en una estafa.

No es el único caso de disvalor en la acción presidencial: ya habíamos advertido en diciembre que el presidente daba pasos hacia un régimen autoritario, con la prórroga por decreto del presupuesto nacional del año pasado, sin la ley que expresamente manda la Constitución, y continuó ahora con el decreto de privatización del Banco Nación, y la designación de facto de dos jueces cortesanos, que debieron previamente obtener el acuerdo del Senado.

Sigue la lista de disvalores inscriptos en la acción presidencial, cómo la impugnación de Milei a la saludable costumbre de la economía argentina de promover la industria nacional, la obra pública y la justicia social, entre otros valores.

Y continúa esa acción disolvente, que había empezado con la restricción al servicio público de educación, mediante el desfinanciamiento del sector docente universitario.

Habíamos anticipado también una acción de negación de la historia y la tradición  argentina, cuando asumió, impugnando a los movimientos nacionales , al radicalismo, impulsor de los derechos civiles,  y al peronismo, que reivindicó los derechos sociales.

Concluimos que el escándalo de la criptoestafa y los otros disvalores son un pésimo ejemplo para los jóvenes, que debe aprender de los gobernantes el respeto a la Constitución y a nuestra historia; el servicio público del Estado para igualar las oportunidades de la población, y sobre todo, la virtud del trabajo honesto, en lugar de la búsqueda de dinero fácil,  rápido y a cualquier precio.

Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.

Fuente Mendoza Today