Buenos Aires, 12 de marzo de 2025-Total News Agency-TNA- La reciente tragedia en Bahía Blanca, donde se registraron más de 290 milímetros de lluvia en un corto período, ha encendido las alarmas sobre la vulnerabilidad de Buenos Aires y su conurbano ante el cambio climático. La organización internacional Climate Central ha identificado esta región como propensa a inundaciones severas, un fenómeno que podría repetirse en la capital argentina y áreas circundantes.

A medida que los efectos del cambio climático se manifiestan más rápidamente de lo esperado, tanto fuentes gubernamentales como científicas han admitido que las consecuencias, antes consideradas a largo plazo, están ocurriendo en la actualidad. Si bien no se puede afirmar que Buenos Aires enfrentará crisis similares a las de Bahía Blanca, eventos recientes como las inundaciones en Concordia, Entre Ríos, evidencian la creciente recurrencia de fenómenos climáticos extremos.
Inés Camilloni, destacada meteoróloga y vicepresidenta del grupo I del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ha señalado que el cambio climático está intensificando fenómenos que provocan inundaciones. Entre las causas identificadas se encuentran el aumento de lluvias intensas y el incremento del nivel del Río de La Plata, factores que están intrínsecamente ligados a la crisis climática actual.
A pesar de las obras de infraestructura hidráulica implementadas en Buenos Aires, los expertos advierten que estas podrían resultar insuficientes ante el aumento previsto de precipitaciones. En el conurbano, la situación es aún más crítica, con muchas áreas careciendo de medidas adecuadas para manejar la acumulación de agua.

El calentamiento global, que ha visto un aumento de 1,5 °C desde la era preindustrial, está relacionado con un incremento en la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, alcanzando actualmente 427 partes por millón. Este aumento, impulsado por actividades humanas en los últimos 150 años, está generando cambios significativos en los patrones climáticos globales.
Un reciente informe del IPCC presenta cinco escenarios futuros, donde dos son optimistas, uno intermedio y dos pesimistas. La trayectoria actual indica un aumento continuo en las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que podría resultar en un incremento más frecuente y severo de tormentas en la cuenca del Río de La Plata, que abarca partes de Argentina, Uruguay y Brasil.
Camilloni también ha destacado el fenómeno de las islas urbanas de calor en Buenos Aires, que exacerban las lluvias en la ciudad. La lluvia en el centro de Buenos Aires ha aumentado un 3,2% cada década, en contraste con un 0,9% en áreas como Ezeiza. Un mapa interactivo de Climate Central muestra que, en un escenario de aumento de temperatura de cuatro grados, zonas como el Barrio Chino y partes de Palermo podrían quedar inundadas.

El gobierno de la Ciudad ha implementado un Plan de Acción Climática 2050 (PAC), que incluye obras hidráulicas para mitigar el riesgo de inundaciones. Sin embargo, la especialista en ecología urbana Ana Carolina Herrero sostiene que la infraestructura actual no es suficiente para enfrentar el volumen creciente de precipitaciones.
Las inundaciones de marzo del año pasado, que causaron acumulaciones de hasta 400 milímetros en Buenos Aires y su conurbano, subrayan la necesidad urgente de desarrollar infraestructura verde y azul que complemente las soluciones hidráulicas tradicionales. Herrero enfatiza la importancia de crear espacios verdes y lagunas artificiales que puedan absorber y redistribuir el agua.
A medida que el cambio climático avanza, la vulnerabilidad del conurbano bonaerense se hace más evidente. Municipios como Malvinas Argentinas y Esteban Echeverría presentan altos niveles de riesgo de inundación, exacerbados por la falta de infraestructura adecuada y una gestión insuficiente.
El desafío es claro: la intersección entre el riesgo natural y la vulnerabilidad social requiere una respuesta integral y urgente para proteger a las comunidades de Buenos Aires y sus alrededores de futuros desastres climáticos.