Estambul, 27 de marzo de 2025-Total News Agency (TNA)- La reciente detención de Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul y figura clave de la oposición turca, ha desencadenado las mayores protestas antigubernamentales en una década, con más de 1.400 arrestos, incluidos opositores y periodistas. Este hecho es visto como un movimiento estratégico del presidente Recep Tayyip Erdoğan para neutralizar a su principal rival político de cara a las elecciones de 2028, en un contexto de creciente erosión democrática en Turquía.
Turquía es miembro de la OTAN desde 1952, cuenta con su segundo ejército más grande y alberga el cuartel general del Mando Terrestre Aliado . Las bases aéreas de Incirlik y Konya han participado en varias operaciones militares de la OTAN desde su creación. El actual embajador ante la OTAN es Zeki Levent Gümrükçü. Asunto delicado que Europa y EEUU, deben observar con fina atención.
Un “punto de inflexión” en la política turca
Gönül Tol, directora del programa turco en el Instituto de Medio Oriente, calificó la detención de İmamoğlu como un “punto de inflexión” en el régimen político de Turquía. Según Tol, este arresto refleja la determinación de Erdoğan de consolidar su poder tras 22 años al frente del país, primero como primer ministro y ahora como presidente.
“Erdoğan busca transformar a Turquía en una autocracia al estilo ruso, donde pueda controlar a sus oponentes y evitar sorpresas en las urnas”, explicó Tol en una entrevista. İmamoğlu, de 54 años, representaba una amenaza significativa para el mandatario, no solo como probable candidato presidencial del opositor CHP, sino también por su capacidad de atraer apoyo de diversos sectores de la sociedad turca.
Acusaciones y contexto político
İmamoğlu fue acusado formalmente de corrupción y vínculos con el terrorismo, cargos que tanto él como su partido rechazan tajantemente, calificándolos de maniobra política. Su arresto ha intensificado la tensión en un país donde Erdoğan ha sido acusado de debilitar las instituciones democráticas, cooptar el poder judicial, censurar a la prensa y perseguir a sus críticos.
Si bien Turquía mantiene una fachada democrática, con elecciones y competencia política, el sistema se ha vuelto progresivamente más desigual. Las elecciones locales de 2019, donde İmamoğlu logró arrebatar Estambul al partido gobernante, demostraron que la oposición aún puede desafiar al oficialismo, pero bajo condiciones cada vez más adversas.
Protestas masivas y represión
Desde el arresto del alcalde, las calles de Estambul y otras ciudades turcas han sido escenario de manifestaciones multitudinarias. Estas protestas, las mayores en una década, reflejan el descontento de amplios sectores de la población ante lo que consideran un retroceso democrático. Sin embargo, la respuesta del gobierno ha sido contundente: más de 1.400 personas han sido detenidas, y se espera un aumento de la represión en los próximos días.
Tol considera que la única opción para el principal partido opositor, el CHP, es mantener estas movilizaciones, aunque advierte que enfrentarán una creciente presión por parte del gobierno.
Reacciones internacionales y dilemas geopolíticos
La comunidad internacional ha reaccionado con cautela ante los eventos en Turquía. Mientras Bruselas criticó el deterioro democrático, su respuesta ha sido moderada debido a la relevancia geopolítica de Turquía como socio militar y energético. Como mediador en el conflicto de Ucrania y actor clave en Siria, Erdoğan ha logrado posicionar a Turquía como un jugador indispensable en el escenario global, lo que limita la presión internacional sobre su gobierno.
Estados Unidos, por su parte, ha priorizado relaciones pragmáticas con Ankara, evitando críticas directas sobre las protestas y el arresto de İmamoğlu. Esta postura refleja una tendencia global en la que los valores democráticos han sido relegados frente a intereses estratégicos.
Impacto interno y futuro político
El arresto de İmamoğlu también ha generado turbulencias económicas, con la lira turca alcanzando mínimos históricos frente al dólar y el euro. Paralelamente, el Parlamento, controlado por la coalición oficialista, podría impulsar elecciones anticipadas que permitan a Erdoğan extender su mandato sin necesidad de reformar la Constitución.
A nivel interno, Erdoğan enfrenta el desafío de consolidar su poder mientras lidia con una oposición fortalecida por las protestas. Aunque las instituciones democráticas han sido debilitadas, las manifestaciones masivas muestran que aún persisten núcleos de resistencia capaces de desafiar sus planes.
Un caso emblemático de desdemocratización global
La situación en Turquía se inscribe en una tendencia global de erosión democrática, donde líderes fuertes moldean las instituciones a su medida sin abandonar completamente la fachada electoral. Casos como el de Erdoğan, junto a otros líderes como Modi en India o Orbán en Hungría, reflejan un cambio en las prioridades de los ciudadanos, que a menudo privilegian el orden y la eficacia sobre las libertades civiles.
Sin embargo, la resistencia social sigue siendo un factor clave. Las protestas en Turquía demuestran que, incluso en contextos de creciente autoritarismo, las demandas por democracia y justicia pueden convertirse en un obstáculo real para los intentos de consolidación del poder.