Buenos Aires, 30 de abril de 2025-Total News Agency-TNA- Argentina, bajo la administración del Presidente Javier Milei, está forjando un realineamiento estratégico con Estados Unidos que trasciende la mera afinidad ideológica. Mientras impulsa un ambicioso y a menudo doloroso programa de reformas económicas internas, el gobierno argentino se alinea con Washington en múltiples frentes clave, incluyendo las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los lazos en materia de defensa –evidenciados en la solicitud para convertirse en socio global de la OTAN y la adquisición de aviones F-16– y la diplomacia personal entre Milei y el ex Presidente estadounidense Donald Trump.
La reciente visita de un día a Buenos Aires del Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, coincidiendo con la implementación de una nueva fase del régimen cambiario y en medio del despliegue de aranceles por parte de Trump, no fue un hecho aislado. El viaje, que incluyó reuniones con Milei y su equipo económico, fue interpretado como una señal clara de que Argentina está siendo considerada el aliado más cercano de Washington en Sudamérica, una región donde la influencia estadounidense enfrenta la creciente presión del ascenso global de China.
El Desafío de la Reforma Económica y el Respaldo del FMI
La llegada de Scott Bessent a Buenos Aires el 14 de abril, en una escala de solo 12 horas, subrayó la dinámica cambiante de la relación bilateral. Su visita, sincronizada con el inicio de la tercera fase de reformas económicas de la administración Milei, tuvo un peso más que simbólico. Bessent expresó el “apoyo total” de Washington a las políticas del Presidente Milei y reafirmó la intención de Estados Unidos de ser el “socio preferencial” de Argentina, al tiempo que transmitió un mensaje implícito sobre la conveniencia de que Argentina se desprenda del controvertido acuerdo de swap de divisas con China.
Esta visita se produjo poco después de que el FMI aprobara un paquete de rescate por US$ 20 mil millones, el segundo más grande de su tipo, marcando una nueva etapa en el realineamiento económico y geopolítico del país. La administración Milei ha transformado drásticamente la economía y la política exterior argentina. A nivel interno, ha lanzado agresivas reformas para combatir una inflación de tres dígitos y desequilibrios fiscales, logrando, según cifras oficiales, reducir la inflación mensual por debajo del 4%, un hito significativo para la opinión pública, aunque el camino hacia la estabilidad macroeconómica a largo plazo es aún extenso.
Tras negociaciones con el FMI, Argentina obtuvo un acuerdo inusual que liberó US$ 12 mil millones de inmediato para reforzar las reservas, elevando el apoyo total a US$ 20 mil millones. Para Washington, con su influencia en las decisiones del FMI, el programa significó un respaldo al ajuste fiscal y monetario de Milei. Para el gobierno argentino, representó una oportunidad para romper el ciclo de devaluación e inflación y desmantelar gradualmente las restricciones cambiarias (“cepo”). El primer paso ha sido permitir a individuos (aunque no a empresas) comprar dólares al tipo de cambio oficial dentro de una banda administrada. La gestión del mercado cambiario es vista como una herramienta clave para estabilizar precios, controlar la fuga de capitales y atraer inversiones, aunque su liberalización total se ha postergado por temor a impactos en reservas e inflación. El acuerdo con el FMI otorga tiempo, pero su éxito depende de la resolución política continua y el apoyo externo.
Giro en Política Exterior y Vínculos con Trump
La reorientación de la política exterior argentina se ha visto reforzada por el contacto frecuente y de alto perfil entre el Presidente Milei y el ex Presidente estadounidense Donald Trump. Tras la victoria de Trump en las primarias de 2024, Milei fue el primer líder extranjero en visitarlo, viajando a Mar-a-Lago y participando en una gala conservadora. Ambos líderes comparten una afinidad ideológica, con Trump calificando a Milei como su presidente favorito, y Milei supuestamente inspirando el “enfoque de la motosierra” adoptado por el Departamento de Eficiencia Gubernamental de EE.UU.
El propio Milei ha destacado la “sintonía perfecta” de su gobierno con la administración Trump. Si bien el giro de política exterior responde en parte a la necesidad económica, las conexiones personales de Milei han contribuido a acelerar el apoyo del Departamento del Tesoro de EE.UU. al FMI. Sin embargo, esta cercanía conlleva riesgos, ya que la asociación con Trump podría complicar las relaciones con futuras administraciones estadounidenses o limitar la flexibilidad con otras potencias. Además, esta “sintonía” bilateral se ha convertido en un tema de debate en la política interna argentina. Potenciales conflictos podrían surgir, por ejemplo, de los nuevos aranceles impuestos por Trump que afectan sectores como el acero y el aluminio. Por ahora, el canal personal ha sido útil para Milei en la búsqueda de capital político mientras impulsa reformas controvertidas, pero su utilidad a largo plazo es incierta.
La visita del Secretario Bessent reflejó la convergencia de la urgencia económica y la coordinación estratégica. En una entrevista, describió el día como “crucial” para la economía argentina y enmarcó el viaje como una señal del apoyo de Washington a las reformas destinadas a, en sus palabras, “sacar a Argentina del precipicio”. La visita adquirió un significado adicional al no formar parte de una gira regional más amplia, siendo una escala de un día exclusivamente en Buenos Aires, programada para coincidir con la flexibilización de las restricciones cambiarias.
La recepción pública de la visita en Argentina fue mixta. Los partidarios de Milei la vieron como prueba de creciente legitimidad internacional y un signo del éxito de sus reformas. Los críticos, en cambio, expresaron preocupación por la excesiva dependencia del respaldo estadounidense y la posible pérdida de soberanía económica. En sus reuniones en la Casa Rosada, Bessent transmitió un mensaje claro: la administración Trump respaldaba plenamente el esfuerzo de recuperación económica de Argentina. Enfatizó el “apoyo total” a las reformas de Milei y comunicó que Estados Unidos desea ser el “socio preferencial” de Argentina en su reapertura a los mercados globales. Esta fraseología fue intencionada, posicionando implícitamente a EE.UU. como una alternativa preferible a otros socios como China, que ganó influencia en Argentina durante administraciones anteriores. Para el gobierno de Milei, el respaldo público de Bessent reforzó su credibilidad. Para Washington, el viaje envió un mensaje a la región: Argentina es ahora el socio sudamericano más estratégicamente comprometido en la órbita de EE.UU.
A pesar de ello, los desafíos son significativos. La inflación argentina, aunque se desacelera, sigue siendo una de las más altas del mundo. Los sindicatos han manifestado resistencia a los recortes y es probable que la oposición política a futuras reformas crezca. El respaldo de Bessent puede haber dado tiempo a la administración Milei, pero también elevó las expectativas, tanto en Washington como a nivel interno. La medida en que este apoyo diplomático se traduzca en una recuperación sostenible dependerá de los resultados de las próximas fases del programa de Milei.
Reconstrucción de la Asociación en Defensa
El realineamiento pro-estadounidense de Argentina no se limita a la economía y la política, sino que se extiende decisivamente a la cooperación en defensa y seguridad. Los viajes del Ministro de Defensa, Luis Petri, a Bruselas y Copenhague en abril de 2024 marcaron el inicio de este cambio. En Bruselas, Petri entregó formalmente una carta a la OTAN solicitando que Argentina obtenga el estatus de “socio global” de la Alianza. Petri se comprometió a que Argentina trabajará para “modernizar y entrenar nuestras fuerzas según los estándares de la OTAN”, reflejando la decisión estratégica de Milei de integrar a Argentina con los marcos de defensa occidentales.
La misma semana, Argentina finalizó una largamente esperada compra de armas: 24 aviones de combate F-16 usados a Dinamarca. El acuerdo, por US$ 300 millones y respaldado por financiamiento militar extranjero de EE.UU., marcó una clara preferencia por proveedores militares occidentales