Buenos Aires 19 de Mayo de 2025-Total News Agency-TNA–En 2024– Las autoridades interceptaron un número récord de narcosubmarinos que transportaban cocaína a mercados internacionales, ampliando su alcance y sofisticación. Se realizaron incautaciones significativas, incluyendo 6,5 toneladas de cocaína cerca de las Azores y más de 5 toneladas en el océano Pacífico. Este crecimiento en el uso de narcosubmarinos indica una expansión en las rutas del narcotráfico a nivel global. Total News Agency te muestra un gran trabajo de InSight Crime qué analizó estos casos para comprender mejor las dinámicas criminales involucradas.

Lo que revelan cientos de incautaciones de narcosubmarinos sobre las rutas globales de cocaína
por Henry Shuldiner y Sam Woolston
En 2024, las autoridades interceptaron un número casi récord de narcosubmarinos cruzando los océanos Atlántico y Pacífico, mientras estas embarcaciones cargadas de droga aparecían en nuevas zonas, a medida que los traficantes recurren cada vez más a este método discreto para llevar cocaína a los mercados internacionales.
Los narcosubmarinos existen desde hace décadas y, por lo general, se han usado para transportar cocaína desde la costa pacífica de Colombia hacia Centroamérica o México. Pero los datos recientes sobre incautaciones de estas embarcaciones —difíciles de detectar— sugieren que están aumentando en número, alcance y sofisticación.
En el último año, las autoridades marítimas interceptaron una embarcación con unas 6,5 toneladas de cocaína cerca de las islas Azores, encontraron un narcosubmarino abandonado en la playa Black Johnson, en Sierra Leona, e interceptaron otro en el océano Pacífico con rumbo a Australia, con más de 5 toneladas de cocaína.
Estos viajes transoceánicos muestran que el modus operandi de los narcosubmarinos se está expandiendo a nivel global. InSight Crime analizó cientos de casos de semisumergibles interceptados por autoridades de distintos países para entender qué nos dice el creciente uso de estas embarcaciones sobre las rutas del narcotráfico y las dinámicas criminales.
Tipos de embarcaciones
La mayoría de los narcosubmarinos interceptados no son submarinos reales y no pueden sumergirse por completo. En cambio, navegan muy cerca de la superficie del agua, con solo una pequeña parte visible, lo que dificulta su detección. Las autoridades suelen referirse a estas naves como buques de perfil bajo (LPV – por sus siglas en inglés).
Una LPV típica mide unos 15 metros de largo, tiene una forma alargada y delgada, y funciona con motor diésel o de gasolina. Se construye principalmente con madera y fibra de vidrio, materiales difíciles de detectar con radar. La cabina y los tubos de escape permanecen sobre el agua, mientras que el resto de la nave se mantiene sumergido.

Hay varias versiones, y los traficantes suelen adaptar los diseños en respuesta a los esfuerzos de interdicción y a la disponibilidad de piezas o mano de obra especializada.
Por ejemplo, después de que las autoridades empezaran a usar cámaras térmicas para detectar estas embarcaciones, algunos traficantes incorporaron dispositivos como escudos de plomo e intercambiadores de calor para reducir la firma térmica. Hacia 2016, muchos comenzaron a usar motores fuera de borda, más fáciles de instalar y más accesibles en las zonas remotas donde suelen construirse estas embarcaciones.
También se camuflan con pintura que se ajusta al color del mar y a las condiciones climáticas previstas para el viaje. Las embarcaciones que cruzan aguas poco profundas en el Pacífico suelen ser verde azulado, mientras que las que cruzan el Atlántico tienden a estar pintadas de azul oscuro o gris.
Construir una LPV puede costar tan solo US$150.000, según el Centro Internacional de Investigación y Análisis Contra el Narcotráfico Marítimo (CIMCON) de la Armada de Colombia, aunque la mayoría de las estimaciones sitúan el costo entre 1 y 2 millones de dólares. Estas embarcaciones normalmente requieren tres o cuatro tripulantes.
Aunque las LPV corren un mayor riesgo de ser interceptadas por operar en la superficie, requieren menos habilidades técnicas para su construcción y operación que una nave completamente sumergible. Su bajo perfil genera una silueta pequeña, difícil de ver desde el mar, y su forma hidrodinámica deja muy poco estela, dificultando su detección desde el aire.
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Otro tipo importante son los llamados “narco torpedos”: cápsulas submarinas remolcables diseñadas para transportar hasta 5 toneladas de droga. Se conectan a barcos mediante cables de acero de unos 200 metros y pueden ser remolcadas a profundidades de hasta 30 metros. El primer torpedo asociado al narcotráfico fue hallado en 1988 por surfistas en Boca Ratón, Florida.
Desde entonces, estos dispositivos se han vuelto más sofisticados. Algunos incluyen sistemas de lastre y planos de inmersión para regular su posición bajo el agua. En una incautación realizada en 2005, las autoridades de Estados Unidos interceptaron una nave equipada con una boya de radio, lo que permite a los traficantes soltar la carga y evadir a las autoridades, para luego recuperarla.

Los buques totalmente sumergibles (FSV – por sus siglas en inglés) son el tipo más avanzado de narcosubmarino. Son capaces de sumergirse completamente hasta unos 10 metros bajo la superficie, transportar hasta 10 toneladas de cocaína, son invisibles al radar y cuentan con sistemas GPS y de navegación sofisticados.
Construir un FSV implica un esfuerzo enorme. Requiere conocimientos de ingeniería avanzados e inversiones que van desde los 2 hasta los 4 millones de dólares, según CIMCON. Pero el alto costo se justifica: estos submarinos solo han sido encontrados en tierra, lo que sugiere que una vez en altamar, son prácticamente indetectables.

El único FSV interceptado mientras transportaba droga fue incautado en Venezuela en 2022. El submarino navegaba por el río Arauca, lo que indica que se usó para llevar cocaína desde Colombia hacia Venezuela, evitando así tanto a grupos criminales rivales como a las autoridades en esa zona fronteriza.
Los astilleros
De las 240 incautaciones de narcosubmarinos analizadas por InSight Crime, más de la mitad fueron construidos en astilleros artesanales a lo largo de la costa pacífica de Colombia.
Los departamentos occidentales del país albergan densas selvas y ríos serpenteantes que desembocan en el mar. Escondidos en los estuarios, camuflados entre la vegetación y estratégicamente ubicados cerca de ríos y bocanas, estos astilleros clandestinos son el epicentro de la fabricación de narcosubmarinos.
En zonas mayormente despobladas, cada astillero es un pequeño centro de emprendimiento criminal que reúne a proveedores de droga, carpinteros, ingenieros navales, tripulantes y personal de seguridad, además de representantes de grupos criminales con los recursos para financiar el proyecto y esperar meses por la recompensa, una vez la droga llega a su destino.
Según datos de CIMCON, entre 2019 y 2023 las autoridades descubrieron decenas de estos sitios: 26 en Nariño, 10 en Cauca y tres en Valle del Cauca y Chocó.
Nariño y Cauca son focos clave de cultivo de coca, por lo que la correlación entre la producción de droga y la presencia de astilleros resulta lógica: la cocaína solo debe recorrer distancias cortas por tierra para llegar a los puntos de salida en narcosubmarinos.
Aunque muchos de estos astilleros se ubican en la costa pacífica, también se han hallado en Brasil, Venezuela, Guyana y Surinam en años recientes, lo que refleja cómo los traficantes están usando cada vez más estas embarcaciones para enviar cocaína directamente a Europa.

Algunas embarcaciones especialmente sofisticadas se han construido en el interior del país, donde es más fácil conseguir materiales y mano de obra calificada. Por ejemplo, en 2000 las autoridades colombianas hallaron un submarino a medio construir en una bodega en las afueras de Bogotá. La embarcación medía 30 metros y tenía una capacidad estimada de 15 toneladas, según la Policía.
El plan era terminar la construcción en Bogotá, desarmarlo y transportarlo a la costa del Pacífico para su ensamblaje final, según los investigadores. Junto a la nave se hallaron documentos en ruso, lo que generó sospechas sobre la posible participación de grupos criminales rusos.
En 2019, las autoridades europeas incautaron una LPV de 22 metros que, según creen, fue construida en un astillero cerca de Manaos, Brasil. La nave recorrió 1.200 kilómetros por el río Amazonas antes de cruzar el Atlántico hasta llegar a Galicia, en la costa española. Fue el primer narcosubmarino interceptado en una travesía hacia Europa.
Aumentan las incautaciones
En 2024, las autoridades interceptaron casi un récord de narcosubmarinos: 30 interdicciones exitosas, según datos analizados por InSight Crime. La mayoría fueron capturados en rutas del Pacífico entre Suramérica y Centroamérica. El 81% de las embarcaciones registradas fueron halladas en aguas o costas del Pacífico.
Las autoridades colombianas intentan interceptar estas embarcaciones en ríos y estuarios, antes de que lleguen a mar abierto, donde su detección se vuelve mucho más difícil. Pero, pese a estos esfuerzos, solo una de cada cuatro incautaciones de narcosubmarinos ocurre en tierra o en ríos, según los datos analizados. Una vez en altamar, interceptarlos se vuelve extremadamente complicado, con tasas de interdicción tan bajas como el 5%, dependiendo de las condiciones, según autoridades de seguridad de Estados Unidos.

“Las LPV, por su diseño e intención de evadir la detección, generalmente siguen rutas que aprovechan los vacíos en la cobertura de vigilancia tradicional”, dijo a InSight Crime un vocero del Grupo Interinstitucional de Trabajo Conjunto del Sur (Joint Interagency Task Force South – JIATF), que monitorea rutas del narcotráfico aéreas y marítimas.
Las embarcaciones a veces reciben apoyo de una red de barcos pesqueros y otras naves más pequeñas, que sirven como estaciones de reabastecimiento de combustible en puntos estratégicos, según CIMCON. Aunque algunas LPV pueden cargar hasta 5.000 litros (1.350 galones), pueden requerir recargas antes, dependiendo de las condiciones del mar o maniobras evasivas.
En 2014, el entonces comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general John Kelly, declaró ante el Congreso que, debido a recursos limitados y al alto número de embarcaciones sospechosas, solo el 26% eran perseguidas.
“Simplemente me siento a verlas pasar”, dijo Kelly al Congreso.
Como ocurre con todas las incautaciones, los datos reflejan solo los casos conocidos por las autoridades, y cualquier estimación sobre el número total de narcosubmarinos activos es, en el mejor de los casos, una conjetura.
Las rutas
La tendencia de los traficantes a hundir sus embarcaciones incluso después de completar un viaje exitoso complica los esfuerzos por rastrear las rutas exactas de desembarco. Sin embargo, las interdicciones, los hallazgos de embarcaciones varadas y los testimonios judiciales ofrecen pistas.

En el Pacífico, las costas extensas y con escasa vigilancia de Guatemala y el sur de México han sido durante mucho tiempo un centro clave para embarques marítimos y aéreos de cocaína, según autoridades.
Los traficantes también han puesto su mira en Costa Rica, donde entre 2017 y 2019 se registró un inusual patrón: cinco narcosubmarinos varados en la costa sur. Esto fue una señal temprana del papel creciente del país como centro de transbordo de cocaína en la región.
En el Atlántico, los narcosubmarinos también parecen dirigirse a Centroamérica y el sur de México. El clan hondureño Montes Bobadilla recibió embarques de droga desde Colombia a bordo de narcosubmarinos, de acuerdo con documentos judiciales de Estados Unidos. Los miembros del grupo siguen prófugos, pero el descubrimiento en 2024 de largos canales en la costa del Caribe hondureño que llevaban a propiedades vinculadas al clan, sugiere que siguen operando rutas marítimas.
“Las rutas principales se originan en países productores de Suramérica y transitan por aguas internacionales, donde se intercepta la mayoría de las LPV”, explicó el vocero del JIATF. Añadió que las LPV con destino a Estados Unidos siguen siendo poco comunes.
Aunque las incautaciones transoceánicas de narcosubmarinos siguen siendo raras, van en aumento. Desde el primer caso confirmado en 2019, se han interceptado 12 embarcaciones intentando llegar a costas de Europa y Australia. Ocho de esas incautaciones ocurrieron entre 2024 y 2025.
Aunque las autoridades suelen presentar estas incautaciones como “victorias” contra el narcotráfico, la disposición de los grupos criminales a embarcar cargas de varias toneladas en estas embarcaciones indica que el método sigue siendo altamente eficaz, a pesar de los operativos.
Tumbas flotantes
Una vez detectado un narcosubmarino, las autoridades suelen intentar detener la nave y arrestar a su tripulación. Abordarlas es notoriamente peligroso, y la mayoría de estas embarcaciones tiene un tapón diseñado para hundirse rápidamente una vez entregada la droga, eliminando así cualquier rastro del viaje.
En algunos casos, los traficantes hunden las naves durante la interdicción. Para frenar esta práctica, las leyes de Estados Unidos y Colombia ahora consideran delito ser visto a bordo de un buque sin bandera, sin necesidad de que se incauten drogas, lo que facilita arrestar a tripulaciones experimentadas y desalienta la destrucción de evidencia.
Aun así, los incidentes trágicos persisten. En febrero de 2025, un agente de la Guardia Costera de Trinidad y Tobago murió ahogado cuando los traficantes retiraron el tapón de la nave durante una inspección.
También ha habido casos en que los narcosubmarinos matan a su propia tripulación. En 2023, las autoridades colombianas hallaron una “nave fantasma” navegando en el Pacífico con los cuerpos de dos tripulantes, asfixiados por los gases del motor diésel.
Entre la tripulación, estas embarcaciones se conocen como “ataúdes flotantes”.
Imagen principal: Soldados a bordo de un semisumergible en Timbiquí, suroeste de Colombia, el lunes 14 de febrero de 2011. Crédito: Foto AP/Christian Escobar Mora