Posadas, 20 de mayo de 2025 – Total News Agency-TNA —Las autoridades y especialistas en seguridad encendieron una señal de alarma ante la confirmación del ingreso al país de una droga de altísimo riesgo: el Captagón. Esta sustancia, asociada históricamente a grupos terroristas de Medio Oriente y a poderosos cárteles del narcotráfico, estaría siendo comercializada y distribuida en la región de la Triple Frontera, entre Argentina, Brasil y Paraguay, una zona señalada como foco de actividad ilícita transnacional.
El especialista en antiterrorismo urbano, Daniel Adler, confirmó en declaraciones al programa Tiempo de Policiales, emitido por ATP Radio, que el Captagón ya circula en territorio argentino, principalmente en Misiones. Según explicó, se trata de una droga sintética de origen siriolibanés con propiedades extremadamente peligrosas: inhibe el miedo y el dolor, permitiendo a quienes la consumen actuar con una violencia desinhibida y sin temor a las consecuencias físicas.
“El Captagón es utilizado en el mundo criminal porque transforma al individuo en una máquina insensible. Puede recibir disparos o golpes y continuar avanzando. Esta sustancia elimina el temor, lo cual la hace ideal para grupos extremistas o bandas criminales que necesitan soldados sin límites”, afirmó Adler.
El experto detalló además que esta droga ya es empleada por organizaciones criminales como el Primer Comando Capital (PCC) de Brasil y los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. “Su presencia en Argentina marca un antes y un después. En el 70% de los casos, los delincuentes que actúan armados también están narcotizados, y esta droga podría comenzar a circular incluso entre jóvenes como una opción recreativa, lo cual sería aún más alarmante”, señaló.
Un producto del régimen sirio
El Captagón, según pudo saber Total News Agency, también conocido en algunos mercados como “Patagon”, tiene como principio activo a la fenetilina, una anfetamina sintética que durante años fue producida a escala industrial en Siria, particularmente bajo el régimen de Bashar al Asad. Entre 2015 y 2020, se estima que Siria fue responsable del 80% de la producción mundial de esta droga, generando ingresos anuales estimados entre 4.000 y 5.000 millones de dólares.
Según informes internacionales, la producción era controlada por la Cuarta División del Ejército sirio, comandada por Maher al Asad, hermano del presidente. Las pastillas se fabricaban en laboratorios clandestinos protegidos por el aparato militar del régimen y su exportación se dirigía principalmente hacia los países del Golfo Pérsico, donde su valor se multiplicaba hasta quince veces. Mientras en Siria una pastilla podía costar solo un euro, en mercados como Arabia Saudita o los Emiratos Árabes Unidos llegaba a los 15 euros.
El captagón se convirtió no solo en una herramienta para mejorar el rendimiento físico de milicianos y combatientes —ya que permite permanecer despiertos durante largos periodos y mantener una resistencia física inusual—, sino también en una fuente clave de financiamiento para el régimen, en un contexto de aislamiento internacional y sanciones económicas.
Terrorismo y narcotráfico: una alianza peligrosa
Adler advirtió que el arribo del captagón a Argentina no debe entenderse como un hecho aislado. Señaló que detrás del tráfico de esta sustancia hay una estructura compleja que vincula el terrorismo islámico con el crimen organizado. “Desde 1979, con la llegada de los Ayatollah en Irán, los grupos extremistas comprendieron que el narcotráfico es una vía eficiente para obtener fondos, influencias y cobertura. Disfrazarse de crimen organizado les permite penetrar mercados y operar con menos vigilancia directa”, explicó.
En ese sentido, el especialista aseguró que en la zona de la Triple Frontera opera desde hace tiempo el grupo Hezbolá, una organización considerada terrorista por varios países occidentales. “Ellos manejan una red de financiamiento que incluye el contrabando, el lavado de dinero y, ahora, el tráfico de captagón. La región es estratégica y poco controlada”, sostuvo.
Un llamado a la acción
Adler remarcó que la lucha contra esta amenaza requiere de una política de Estado firme, sostenida y coordinada con los países vecinos. “Se necesita inteligencia, voluntad política y cooperación internacional. No alcanza con discursos. El ingreso de Captagón a la Argentina representa una señal de alerta que debe ser atendida con rapidez”, enfatizó.
La presencia del Captagón en la región no solo implica un riesgo sanitario, debido a su alta capacidad adictiva, sino que también representa un desafío en términos de seguridad nacional y regional. Su irrupción confirma una vez más que la conexión entre el narcotráfico y el terrorismo se fortalece en la región y se adapta constantemente a las nuevas rutas y mercados.
TNA