Por Marcelo Duclos
Desde la Batalla de Caseros y la caída de Juan Manuel de Rosas, que significó un nuevo régimen y una constitución liberal que Argentina no vivía una transformación como la que se evidenció esta mañana
Uno bien podría argumentar que existieron avances y retrocesos en la política y economía de Argentina como para calificar el anuncio de este jueves como relevante, pero uno más. Por ejemplo, el inicio del estatismo de la mano de Hipólito Yrigoyen en su segundo mandato, el golpe de 1930, la Corte Suprema avalando la figura del “gobierno de facto”, el peronismo y su constitución corporativista, la derogación de la misma, pero aceptando la falsa moral del “14 bis”, las reformas de los noventa o las contrarreformas kirchneristas. Lógicamente, también se podría sumar aquí la llegada al gobierno de Javier Milei, con un plan diametralmente opuesto a todo lo que se hizo durante casi un siglo.
Sin embargo, lo de hoy fue mucho más lejos. No se trató de un anuncio como se hizo a principios de los noventa, cuando se justificó el proceso privatizador y de convertibilidad desde una perspectiva utilitaria, que lo cierto es que era indiscutible. Lo ocurrido este jueves, y en lo que se viene trabajando desde que Milei llegó a la Casa Rosada, fue un anuncio de índole moral.
Claro que se vendrán los decretos correspondientes y que la elección de octubre será un plebiscito alrededor de esta nueva visión de hacer política. Pero lo que hicieron esta mañana el vocero presidencial y el equipo económico fue un planteo moral sobre lo correcto y lo incorrecto, en un contexto donde lo que estaba mal era lo que estaba haciendo el Estado.
“Los argentinos no son delincuentes”, “tus dólares, tu decisión” o “no van a tener que rendir explicaciones por la utilización del dinero propio” son ideas-fuerza que rescatan el espíritu de la Constitución Nacional que siempre dijo que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. El problema es que las normativas inferiores, en clara contradicción con la Carta Magna, dejaron en funcionamiento lo contrario. A partir de hoy, un ciudadano deja de ser considerado culpable de cometer un ilícito por haberle escondido sus ahorros a un Estado voraz y delincuencial.
Las nuevas iniciativas del gobierno nos tocan a todos los argentinos. Todos estábamos burlando controles, esquivando impuestos, escondiendo ahorros, herencias y el fruto del trabajo propio, alejado de cualquier actividad ilícita que haya vulnerado derecho de terceros. Reconocer el cambio de época junto al titular de la agencia recaudadora de impuestos, que ya no monitoreará las compras y las transferencias de los ciudadanos, es un antes y un después. Una medida revolucionaria, a contramano de todo lo que hizo el Estado en las últimas décadas.
Con cada anuncio del gobierno, cada vez suenan menos extrañas las frases del presidente Javier Milei, cuando dice que quiere hacer de la Argentina “el país más libre” o “el mejor país del mundo”. Hoy, de un plumazo, se avanzó una buena cantidad de casilleros en la lucha por la recuperación de una libertad que se fue perdiendo de a cuenta gotas, hasta llegar a ser un país con más de 50 % de pobres. Un país que a finales del siglo XIX tenía el PBI per cápita más alto del mundo.
Mientras el resto del planeta va hacia donde iba la Argentina, este rincón del mundo avanza en dirección contraria.
Toda la tragedia que vivió nuestro país como externalidad negativa necesaria e inevitable de la voracidad fiscal estatal y sus consecuencias se padeció en muchos ámbitos que parecerían estar alejados de lo estrictamente económico.
¿Cuántas veces leímos en las noticias de “salideras” bancarias o de las “cuevas”, con personas “marcadas” a las que les robaron su dinero antes de hacer una transacción? Aunque todo eso se imputaba a cuestiones vinculadas con la inseguridad, lo cierto es que se relacionaban en buena parte con los desajustes económicos que hacían que fuera un sufrimiento trasladar el dinero en efectivo para realizar operaciones de alto monto.
Ningún medio ha vinculado las noticias del día con esos asuntos relevantes. Con los anuncios, una persona podrá depositar sus dólares en una cuenta y hacer una transferencia para adquirir lo que desee comprar. Los padecimientos que se terminan a partir de hoy van mucho más lejos que lo que tiene que ver con lo estrictamente económico.
Es un cambio de mentalidad, de época y una reivindicación moral de todo lo que está bien.
Se celebra y se llama a consolidar el rumbo, porque eso es algo que excede al gobierno. Una decisión que tomarán los argentinos en octubre en las urnas cuando se vote la próxima conformación parlamentaria.
Fuente Pnampost