Por Nicolás J. Portino González
A 18 meses de la felíz derrota del Kirchnerismo, en Argentina, la inteligencia estatal no existe.
Existe su simulacro.
Existe su esqueleto, su nombre reciclado, sus oficinas decadentes, sus jefaturas improvisadas.
Pero no hay inteligencia.
Desde hace meses, hay “SIDE”, sí. Otra vez SIDE. Ya no AFI. Porque el maquillaje institucional no alcanzó para lavar los pecados originales. Cambiar el cartel en la puerta no hizo que dentro dejara de oler a podrido.
La estructura sigue siendo la misma: vetusta, ineficiente, filtrada, penetrada por intereses partidarios, empresariales y hasta extranjeros.
La cúpula actual no tiene la más mínima noción de inteligencia estratégica. No se trata de una afirmación antojadiza. Se trata de una certeza técnica: no han estudiado, no se han formado, no han recorrido el sistema ni desde adentro ni desde afuera. No comprenden el lenguaje, ni las dinámicas, ni los objetivos de una comunidad que, en cualquier país serio, es un pilar de la soberanía nacional.
Y lo más grave: no les importa.
No han echado —ni piensan hacerlo— a los Stiuso de la vida. Ese linaje oscuro de operadores que sobreviven a gobiernos, que se mimetizan con cada color político, que saben lo suficiente como para que nadie se atreva a tocarlos. El “factor Stiuso” es el símbolo más acabado del problema: mientras esa lógica subsista, no habrá reforma posible.
El kirchnerismo dejó su ADN en la SIDE. Como una enfermedad latente.
Pero el virus no se detuvo allí.
El radicalismo también tiene su agente: el inefable José Luis Vila. Secretario de Asuntos Estratégicos de Presidencia. Un topo con cargo.
Vila responde, como siempre, al eterno operador del subsuelo de la democracia: Enrique “Coti” Nosiglia.
Coti, la usina que impide que el sistema funcione. El garante del caos controlado. El que prefiere el barro, porque en el barro se mueve mejor.
¿Y la comisión bicameral que debería ejercer el control democrático del sistema?
Un chiste cruel.
Una cueva de ignaros, sin formación ni experiencia, que simulan auditar lo que no entienden.
No hay un solo legislador con trayectoria real en inteligencia.
Ninguno ha pisado una central. Ninguno ha escrito una sola línea de doctrina.
Discuten fondos reservados como quien discute una caja chica. Ignoran por completo el concepto de “amenaza”.
Menos aún entienden la diferencia entre “información”, “inteligencia” y “estrategia”.
En lugar de producir informes serios, estructurados, doctrinarios, operativos, preventivos, ofensivos, estratégicos… se dedican a chicanas entre bloques, a ver qué número sale del reparto, a quién se designa en la próxima subcomisión.
Mientras tanto, el sistema sigue siendo una cloaca.
Una red parasitaria que espía jueces, extorsiona empresarios, arma carpetas, graba llamadas, infiltra marchas, y cobra favores políticos a cambio de silencio.
¿Inteligencia para prevenir el terrorismo? No.
¿Contrainteligencia para frenar infiltraciones extranjeras? Menos.
¿Estrategia para pensar el país a 20 años? Por favor.
Lo estratégico en la Argentina sigue siendo lo postergado.
Es el terreno al que nunca llegan los idóneos.
Porque no se elige a los mejores. Se elige a los más útiles para garantizar que nada funcione.
Y el drama se agrava cuando uno mira hacia arriba.
Porque, por ley, el sistema de inteligencia responde directamente al Presidente de la Nación.
Es el único que, por norma, por Constitución, y por comando institucional, tiene el poder real de reformar.
De intervenir.
De barrer la mugre.
De profesionalizar la estructura.
De convocar a los que saben.
De expulsar a los que operan.
Y sin embargo… no hace nada.
Ni siquiera simula interés.
Al Presidente —a este como a los anteriores— no le importa.
No comprende su rol estratégico. No lee los partes. No pregunta por el estado de situación.
Le es indiferente que el sistema esté en manos de inútiles, corruptos o traidores.
Mientras eso no cambie, el sistema de inteligencia nacional seguirá gestionado entre el hambre y las ganas de comer.
Entre Guatemala y Guatepeor.
Por ahora, seguimos a oscuras.
Sin inteligencia…indefensos.