Buenos Aires, 4 de junio – Total News Agency-TNA--La tradicional marcha de los jubilados, que cada miércoles tiene lugar frente al Congreso de la Nación para reclamar mejoras en los haberes previsionales, quedó este miércoles absorbida por sectores de izquierda, organizaciones kirchneristas y agrupaciones feministas, lo que desvirtuó el sentido original de un reclamo genuino y transversal.
Alineada con la sesión en la Cámara de Diputados en la que se debate un nuevo esquema de aumentos para jubilados y la declaración de la emergencia en discapacidad, la convocatoria de este miércoles sumó la participación de diversos colectivos con consignas propias y banderas políticas que poco tienen que ver con las urgencias del sector pasivo.

Entre las agrupaciones presentes se contaron trabajadores del Hospital Garrahan, que reclaman mejoras salariales para residentes y concurrentes; familiares de personas con discapacidad que impulsan la aprobación de la ley de emergencia para el área; y el colectivo feminista Ni Una Menos, que conmemora los diez años de su primera marcha en el país con una nueva movilización cargada de demandas.

El epicentro de la protesta fue, una vez más, la Plaza de los Dos Congresos, donde desde temprano comenzaron a concentrarse columnas de militantes de partidos de izquierda y agrupaciones sociales afines al kirchnerismo. En ese marco, se instaló también una “mesa ecuménica” con consignas de acompañamiento a las mujeres y los jubilados, en un intento de darle un marco simbólico pacífico al evento.

“Es encuentro, es paz y es canción. Jamás hay violencia, y mucho menos de parte de nuestros jubilados”, sostuvo una de las organizadoras en declaraciones radiales. Sin embargo, desde el Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, se ratificó la aplicación estricta del protocolo antipiquetes, ante eventuales desbordes. “Si van a pegar y romper escudos, las fuerzas van a actuar”, advirtió la ministra.

Con un fuerte vallado dispuesto en las inmediaciones del Congreso y un operativo de seguridad desplegado desde temprano, el gobierno anticipa que no permitirá bloqueos ni desmanes, a pesar del volumen de la protesta.

Lo que nació como una manifestación semanal y silenciosa de jubilados, mayormente autoconvocados y al margen de estructuras partidarias, va perdiendo protagonismo frente a la avanzada de sectores que utilizan esa visibilidad para capitalizar consignas ajenas al reclamo previsional. La cooptación de estas marchas por parte de espacios con marcada agenda ideológica pone en tensión la legitimidad de un pedido que, por su urgencia social y justicia histórica, debería mantenerse alejado de la polarización política.