por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 997)
“Si alguien hace algo que te parece irracional, lo único que significa es que no tienes toda la información”. Bill Browder
¡Qué semana de malas noticias! Presumo que el malhumor debe haber sido generalizado en lugares tan distantes como Moscú, Washington, México DF y Buenos Aires, y es que no fue para menos. Veamos.
Vladimir Putin ardió de furia cuando las fuerzas especiales de Volodimir Zelensky penetraron tan profundamente (4.500 Km) en el territorio de Rusia – llegaron a Siberia y al Artico – y lo dejaron en ridículo porque, sin ser detectadas por sus reputados servicios de inteligencia, destruyeron decenas de aviones utilizados para bombardear Ucrania; algunas fuentes estiman que los daños alcanzaron a los US$ 6.000 millones. Aunque con los años ha probado una gran capacidad para asesinar a sus enemigos en cualquier país, tengo la certeza de que lamentó no poder imitar a Josip Stalin, que podía exterminar sin contemplaciones a todos los altos mandos de las fuerzas armadas. Para agravar la ofensa infligida a su orgullo, los ucranianos volvieron a dañar el puente que comunica a Rusia con Crimea.
Su homólogo Donald Trump tampoco tuvo una semana fácil pues, a pesar de la enorme presión financiera y legal desplegada, la Universidad de Harvard se sigue negando a obedecer sus órdenes con relación a los estudiantes extranjeros. Y su ánimo debió caer al piso con el portazo que marcó la salida de Elon Musk de su círculo principal de decisiones; y es que, además, el ricachón sudafricano se fue despotricando contra el proyecto de Presupuesto que fue aprobado por la Cámara de Representantes (por sólo un voto de diferencia) y que ya ha sido girado al Senado. Según él, y otros muchos, aumentará muchísimo el endeudamiento de los Estados Unidos, e implica una enorme transferencia de ingresos de los pobres a los ricos. La relación entre ambos puede describirse, por el nivel de agravios cruzados, como una novela turca o una canción de Los Pimpinela. Por si todo eso fuera poco, ya a pesar de sus promesas de terminar con las guerras de Ucrania y Gaza en 24 horas, debía confesar que sus amigos Putin y Benjamin Netanyahu ignoraron sus advertencias y seguirán adelante.
Dada la curiosa – por llamarla de algún modo – forma con que Javier Milei conduce las relaciones internacionales de la Argentina, cabe preguntarse con quién – Trump o Musk – elegirá ahora quedará vinculado, ya que ambos (y varios originales otros personajes mundiales también) parecen ser sus ídolos. En este terreno, al menos tendrá que agradecer el recién anunciado viaje que hará el Presidente de EEUU a Beijing para visitar su par Xi Jinping y “limar asperezas” (sic), esas que nos hubieran obligado a optar entre tan importantes socios comerciales de nuestro país.
La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, logró poner en práctica el proyecto de “democratización de la Justicia” (no sé por qué me suena) imaginado por su predecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador, el famoso AMLO y las elecciones para elegir a los nuevos magistrados, incluyendo los miembros del Supremo Tribunal Federal, se celebrarán el domingo. Pero, a pesar de los enormes esfuerzos propagandísticos desplegados para incitar al voto, sólo el 13% de los empadronados concurrió a las urnas. De todas maneras, y al mejor estilo de Najib Bukele –pero de signo contrario–, demolió la República y la división de poderes, y se hizo de un poder omnimodo. Resta saber si, como ella, los grandes cárteles del narcotráfico consiguieron que sus empleados fueran electos.
Pero, seguramente, quien peor la pasó fue Cristina Fernández. Ante una aceleración de los tiempos, comparó ante las cámaras de C5N para confesar su terror y anunciar su candidatura ¡a Diputada provincial por la tercera sección electoral para protegerse de un inminente futuro carcelario. E inmediatamente se vio obligado, por esa infausta realidad, a humillarse frente a su hijo putativo, el carísimo – para todos – Gobernador Axel Kiciloff, que la ha desafiado con el desdoblamiento de las elecciones en su feudo y pretende exiliarla al desván de las cosas viejas, para rogarle por una unidad de la oferta electoral en septiembre.
La Corte rechazó la recusación planteada contra su ex amigo y socio, Ricardo Lorenzetti y ya puede decidir qué hacer con las quejas interpuestas en la causa “Vialidad”. Si los tres jueces supremos (Horacio Rosatti, Carlos Rozenkrantz y el propio Lorenzetti) votaran en igual sentido, resolverían convalidando -nadie lo duda- lo accionado por los tribunales inferiores que ya han fallado en su contra y enviarla a la cárcel; si no hubiera acuerdo, deberá convocar a dos conjueces, sorteándolos entre los presidentes de las distintas cámaras federales.
El descrédito que cubre a todo – algo injusto, porque la mayoría de los jueces son excelentes – el Poder Judicial, se agravó con el patético episodio que protagonizó la Juez Julieta Makintash en el juicio por la muerte de Diego Maradona, que llegó a las portadas del mundo, y la Corte lo sabe. Este Tribunal concita todas las miradas precisamente por la definición de la suerte de Cristina Fernández; ven con horror que no sólo sigue impune después de tamaños crímenes, que exceden lo monetario, ya que incluyen la traición a la Patria y, quizás, hasta el asesinato del Fiscal Alberto Nisman, sino que puede llegar a ser elegida legisladora y adquirir inmunidad con los fueros malentendidos. La Corte adeuda a la Historia esta resolución y debe adoptarla con urgencia, aunque corra el riesgo de ser fuertemente criticada por los fanáticos seguidores de la ex Presidente y hasta por el Gobierno, que quisiera tenerla como sparring en las elecciones.