Washington D.C., 19 de junio de 2025 – Total News Agency-TNA-El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que en el plazo de dos semanas tomará una determinación sobre una eventual intervención militar directa contra Irán, en medio del agravamiento del conflicto entre Teherán y Tel Aviv. La advertencia, transmitida por su vocera Karoline Leavitt desde la Casa Blanca, llega tras los recientes ataques cruzados que elevaron la tensión en Medio Oriente a niveles críticos.
“Hay una posibilidad sustancial de negociaciones con Irán en el futuro cercano. Tomaré mi decisión dentro de las próximas dos semanas”, expresó Trump, abriendo un compás de espera estratégico mientras su gobierno evalúa opciones que podrían tener consecuencias geopolíticas severas.
Según información de inteligencia recogida por medios estadounidenses y confirmada por fuentes diplomáticas, una de las alternativas en estudio contempla un ataque al complejo subterráneo de enriquecimiento de uranio en Fordo, considerado uno de los pilares del programa nuclear iraní. Esta instalación, fuertemente protegida por capas de concreto y montaña, solo puede ser vulnerada con armamento especializado, como bombas perforantes del tipo “bunker buster”.
En paralelo, el Estado de Israel intensificó su ofensiva con el bombardeo del reactor de agua pesada de Arak, infraestructura clave para la producción de plutonio. Aunque la televisión estatal iraní aseguró que no se registraron fugas radiactivas y que el lugar había sido evacuado, el ataque representa un golpe simbólico y estratégico contra el corazón del programa atómico iraní.
Desde Teherán, las respuestas no tardaron en llegar. El líder supremo, Alí Jamenei, advirtió a Estados Unidos que cualquier intervención directa “causará daños irreparables”, mientras el presidente del Parlamento iraní, Mohammad Qalibaf, acusó a Trump de “buscar la paz mediante amenazas de guerra”, una estrategia que —según sus palabras— “está destinada al fracaso”.
En el campo de batalla, la violencia ha dejado un saldo devastador. Israel reporta más de 600 muertes en territorio iraní, entre ellos numerosos civiles, y la destrucción de varios sitios nucleares y plataformas de lanzamiento de misiles. Irán, por su parte, lanzó 450 misiles y alrededor de 1.000 drones en represalia, la mayoría de los cuales fueron interceptados por el escudo defensivo israelí.
Uno de los ataques más graves ocurrió en la ciudad israelí de Beersheba, donde un misil iraní impactó en el Hospital Soroka, causando 47 heridos y daños estructurales considerables. También se registraron impactos en edificios residenciales en Tel Aviv. En respuesta, el ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, afirmó que Jamenei ya es considerado “objetivo militar”.
Mientras los tambores de guerra retumban, la diplomacia intenta abrir una rendija de escape. El canciller iraní, Abbas Araghchi, tiene previsto viajar a Ginebra para reunirse con representantes de la Unión Europea, Reino Unido, Francia y Alemania. Por su parte, la ONU admitió que no puede verificar el nivel de agua pesada almacenada en Arak debido a las restricciones que Irán impuso recientemente a los inspectores del OIEA.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, respaldó la postura de Trump tras visitar a las víctimas del ataque en el hospital Soroka: “El presidente Trump hará lo mejor para Estados Unidos”, afirmó.
Con la promesa de una decisión inminente por parte de Washington, el mundo entero permanece en vilo ante el riesgo real de una expansión regional del conflicto. Las próximas dos semanas podrían redefinir no solo la relación entre Irán y Estados Unidos, sino también la estabilidad de Medio Oriente y del sistema internacional.