Por Daniel Romero
Buenos Aires, 20 de junio de 2025 – Total News Agency (TNA) –-En el marco del Día de la Bandera, que conmemora el aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano, los actos oficiales exhibieron una visceral polarización política que contrasta con los valores unitarios del prócer. Lejos de los ideales de cohesión y soberanía que Belgrano defendió –“la bandera nació como forma de superar los localismos”.
El presidente Javier Milei encabezó un acto en el Campo Argentino de Polo, en Palermo, donde destacó su respaldo irrestricto a las Fuerzas Armadas y criticó la “soberanía retórica” del pasado, a la que acusó de sacrificar prosperidad.
En respuesta, la diputada opositora Mónica Fein cuestionó su ausencia de Rosario: “Siempre lejos del pueblo y del verdadero espíritu patrio”, acusó, al no asistir al homenaje en la cuna de la enseña nacional.
Por su parte, la vicepresidenta Victoria Villarruel, prescindida del acto en CABA, participó del homenaje central en Rosario, lugar donde Belgrano izó la bandera por primera vez. “No hay otro lugar para estar más que acá”, declaró en una evidente réplica a la estrategia presidencial.
Su remarcación expone la creciente tensión y distancia política dentro del mismo Ejecutivo.
Por otro lado, desde la oposición, la diputada peronista Victoria Tolosa Paz aprovechó la jornada para acusar al Gobierno de impulsar un “ajuste cruel” que profundiza la pobreza y la exclusión, y llamó a “volver a tejer los lazos entre el peronismo y la gente”, mientras el presidente reprochaba a sus predecesores por priorizar simbología patriótica sobre el bienestar ciudadano.
Un país dividido en altares distintos
Dos homenajes paralelos en espacios emblemáticos —uno en Palermo, otro en Rosario— reflejan una estrategia política de protagonismo personalizado más que de unidad nacional. Mientras Milei alardea de refuerzos militares, la vicepresidenta busca legitimidad partidaria desde el Monumento a la Bandera. La estrategia posibilita la continuación del liderazgo kirchnerista, que capitaliza el relato de victimización y victimario.
La grieta contra los valores belgranianos
Belgrano, académico e impulsor de la unión nacional, promovía una visión de patria que trascendiera las facciones políticas. Hoy, lejos de su legado, los actos oficiales revelan una escena colectiva dividida: discursos confrontativos y gestos de división ponen en evidencia que los valores de soberanía, educación y justicia que honró la bandera no logran prevalecer en la agenda nacional. La bandera que Belgrano creo y todos dicen venerar, parece no ser suficiente para cobijarnos a todos. Asi estamos.
La provocación de Cristina Kirchner
Dominando el centro de la escena, la exmandataria Cristina Kirchner volvió a asumir un rol contestatario al desafiar disposiciones judiciales e impulsar un clima de desobediencia social. Sus reiteradas apariciones desde su balcón, saludando a simpatizantes, fueron calificadas como un acto político que sublevó el orden institucional, en mate de una resolución que aún no se cumple trasladando la protesta al ámbito público y judicial .
En sus comunicados, Kirchner acusó a la Corte Suprema –a la que denominó “triunvirato títere”– de “proscripción del voto popular” y promueve una narrativa de “lawfare”, vinculándola a una estrategia regional impulsada por el Foro de San Pablo, que convoca a una marcha el 18 de junio en su respaldo y denuncia persecución judicial.
Este alineamiento evidencia una estrategia más allá de enfrentamientos internos: forma parte de un juego regional en el que Kirchner busca construir movilización social contra el aparato judicial en principio, para luego embatir contra el ejecutivo.

Durante los actos callejeros frente a su domicilio se pudo observar a quien seria un miembro de su custodia, con una campera que en su espalda dice: “Guardia de Honor de Venezuela”. La Venezuela de Maduro es uno de los principales sostenes del Foro de San Pablo.
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El mensaje de la rea en Parque Lezama, mustra claramente sus intenciones:
Durante su mensaje, la expresidente Cristina Fernández de Kirchner sostuvo que el peronismo ha incorporado una nueva fecha a su calendario simbólico. “Teníamos el 17 de octubre y el 17 de noviembre, y ahora también el 18 de junio: el día de la dignidad de un pueblo”, afirmó ante sus seguidores.
En un tono desafiante, la exmandataria dirigió duras críticas a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien calificó como “una mujer nefasta, capaz de cualquier cosa”. Además, subrayó que Bullrich “formó parte de todos los gobiernos que le provocaron graves daños al país”. Según denunció, la ministra “envió a la Policía Federal sin orden judicial, con el objetivo de generar conflicto y caos”.
Hacia el final de su intervención, Fernández de Kirchner pidió expresamente a sus seguidores que no se movilicen hacia su domicilio. “Nos despedimos en Parque Lezama”, declaró, y agregó: “No vengan para acá; está lleno de efectivos con cascos y escudos filmando todo. Quedémonos con la imagen más linda: todos juntos, con banderas argentinas y mucha fuerza”, aseguró depués de inflamar a sus seguidores.
Una bandera sin cobijo
La jornada que recordaba los idearios de Belgrano terminó mostrando lo contrario: división institucional, tensiones en el Ejecutivo y fracturas políticas que excluyen la unidad ciudadana. Lejos del principio de “superar localismos”, hoy se disputan actos paralelos, discursos confrontativos y una movilización política alimentada por el resentimiento hacia la justicia y hacia el propio Estado.
El desafío al orden democrático
Al fomentar una actitud de desobediencia social, Cristina Kirchner no solo cuestiona las decisiones judiciales, sino que su actitud alienta tambien un actitud similar popular que amenaza el respeto básico al Estado de derecho. Sus gestos desafían la legitimidad de la condena, instan a desconocer el fallo que la sentenció y apuntan a generar un ambiente de enfrentamiento con el tribunal, límite que Belgrano hubiera rechazado como amenaza al pacto republicano. ¿Cuanto tiempo falta para que otros detenidos con domiciliaria o en penales hagan lo mismo?
En este escenario, la bandera que debía ser símbolo de unión fue utilizada como escenario de confrontación y disputa. La jornada del 20 de junio, con líderes divididos, acusaciones de judicialización política y gestos de indisciplina social, revela que el desafío que enfrentaba el creador de la bandera —la fragmentación nacional— lejos de cerrarse, hoy se profundiza con nuevos actores y estrategias en marcha.