Washington, 18 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA-El presidente ruso, Vladimir Putin, estaría preparando una profunda reconfiguración del aparato político y empresarial que lo rodea desde hace más de dos décadas, dando paso a una nueva generación de funcionarios alineados ideológicamente con su visión de poder y adaptados al actual escenario internacional. Así lo sostiene un informe reciente del Atlantic Council, elaborado por el periodista ruso-estadounidense Mikhail Zygar, titulado “Rusia mañana: navegando por un nuevo paradigma”, que advierte sobre una inminente transición en las altas esferas del Kremlin y las corporaciones estatales del país.
La salida de figuras históricas del entorno de Putin parece cada vez más cercana. Las elites moscovitas —según el análisis del Consejo Atlántico— especulan sobre qué altos funcionarios serán los primeros en retirarse. Entre los nombres más mencionados figura Alexander Bastrykin, presidente del Comité de Investigación, el órgano equivalente al FBI en Rusia y uno de los últimos vínculos personales que unen a Putin con su época universitaria en Leningrado. Bastrykin, un personaje clave en los casos penales más sensibles para el Kremlin, aparece como favorito para jubilarse, en medio de crecientes rumores sobre su desgaste político.
También se menciona al exministro de Defensa y actual secretario del Consejo de Seguridad, Serguéi Shoigú, cuyo desplazamiento de los principales escenarios diplomáticos fue notorio. En particular, su ausencia durante las recientes negociaciones entre Rusia y Estados Unidos en Riad, donde se esperaba su presencia, aumentó las conjeturas sobre su futuro. Shoigú, que durante años fue uno de los hombres más poderosos del gobierno ruso, parece haber sido desplazado del núcleo decisorio.
Otros dos nombres que surgen como probables salidas son los del canciller Serguéi Lavrov, de 74 años, y Yuri Ushakov, asesor presidencial en temas de política exterior, también septuagenario. Ambos han sido piezas fundamentales en la diplomacia rusa, pero fueron mantenidos más por inercia que por necesidad en los últimos años, en los que la política exterior del Kremlin se volvió más unilateral. Sin embargo, con señales de una posible distensión con Occidente y especialmente con Estados Unidos, la necesidad de diplomáticos más activos y profesionalmente flexibles ha resurgido.
La renovación también alcanzaría al sector económico estatal. Varios altos ejecutivos de las principales corporaciones públicas rusas están próximos a la jubilación. El presidente de Transneft, Nikolay Tokarev, tiene 74 años; Igor Sechin, presidente de Rosneft, 64; y Alexéi Miller, CEO de Gazprom, 63. A ellos se suma el caso reciente de Yuri Borisov, de 58 años, quien fue apartado de la dirección de Roscosmos, la agencia espacial rusa, sin que se le asignara una nueva función. En su lugar fue designado Dmitry Bakanov, viceministro de Transporte de apenas 39 años, a quien se le encomendó la creación de una versión rusa de Starlink y se lo autorizó a establecer contacto directo con el empresario Elon Musk, exasesor de Donald Trump.
Este nombramiento ilustra el cambio generacional que Putin parece promover: funcionarios jóvenes, obedientes, con perfil tecnocrático y totalmente adoctrinados en la doctrina del Kremlin. Según Zygar, esta nueva generación —que era apenas adolescente cuando cayó la Unión Soviética— no tiene la psicología soviética de sus antecesores, aunque tiende a idealizar aquel pasado imperial. El informe advierte que muchos de estos nuevos dirigentes son profundamente conservadores, incluso más que sus predecesores, pero pragmáticos desde el punto de vista económico: prefieren evitar una nueva Guerra Fría y promueven una política exterior que permita mantener relaciones con múltiples actores, incluyendo Estados Unidos, Europa, China, Irán e incluso Ucrania.
Zygar —reconocido por su rol como fundador y exdirector de Dozhd (TV Rain), el canal de televisión independiente ruso— destaca que Putin está formando una generación completamente leal, sin vínculos con estructuras anteriores, para garantizar la continuidad de su legado. “Putin no tiene hermano como Fidel Castro, y no confía en nadie. Por eso se concentra en construir una nueva camada de funcionarios, más jóvenes y moldeados desde su doctrina personal”, señala el informe.
La analogía con el proceso cubano no es casual. Mientras Fidel Castro entregó el poder a su hermano Raúl confiando en la estabilidad del régimen, Putin parece inclinado a consolidar un entorno político compuesto por figuras mucho más jóvenes, capaces de sobrevivir a su propia retirada o a un posible escenario post-putinista, sin abrir fisuras en el modelo autoritario centralizado.
Zygar, actualmente miembro no residente del Centro de Eurasia del Atlantic Council y radicado en Nueva York tras el inicio de la guerra en Ucrania, fue uno de los primeros periodistas rusos en condenar públicamente la invasión en 2022. Es autor de obras fundamentales para entender el funcionamiento del poder en Rusia, como All the Kremlin’s Men (2015), The Empire Must Die (2017), y War and Punishment: Putin, Zelensky and the Path to Russia’s Invasion of Ukraine (2023).
El escenario que describe Zygar en su nuevo análisis sugiere que, más allá de los cambios visibles en nombres y cargos, Putin estaría redefiniendo las bases de su sistema de poder con una mirada puesta en el mediano plazo, donde la estabilidad interna y una posible reconexión diplomática con Occidente requieren nuevos rostros, sin que eso implique una apertura democrática ni un giro estructural del régimen.