Buenos Aires, 26 de julio de 2025 – Total News Agency-TNA-El presidente Javier Milei reconfiguró esta semana la estructura de poder de su Gobierno, en un movimiento que buscó poner fin a semanas de tensiones internas, especialmente entre los sectores liderados por su hermana Karina Milei y el asesor presidencial Santiago Caputo, pero que al mismo tiempo abrió una nueva etapa de incertidumbre sobre el rumbo político del oficialismo de cara a las elecciones legislativas de octubre.
Tras el cierre de listas, y en medio de cuestionamientos públicos y privados sobre el armado electoral en la provincia de Buenos Aires, el mandatario puso fin al llamado “triángulo de hierro” —compuesto por él mismo, su hermana y Caputo— para establecer un nuevo esquema de toma de decisiones que, según revelaron altas fuentes de la Casa Rosada, ahora se estructura como un “tetraedro”. En este nuevo diseño, Milei se ubica en el vértice superior, y en los tres puntos inferiores sitúa a Karina Milei, a Santiago Caputo y al jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
El cambio no es meramente retórico. La tensión interna se había profundizado en las últimas semanas luego de que el sector de Caputo quedara prácticamente excluido del armado bonaerense, que fue ejecutado por Sebastián Pareja y los primos Menem —Martín y Eduardo “Lule”— bajo la conducción directa de Karina Milei. El descontento de los denominados “cielistas”, colaboradores cercanos a Caputo, se expresó a través de cuentas anónimas en la red X y mensajes que circularon entre simpatizantes del oficialismo, lo que derivó en un llamado de atención explícito desde la cima del Gobierno.
Fue Karina Milei quien puso en palabras la nueva doctrina de obediencia: “Quien cuestione a quienes están llevando esa bandera no está criticando un armado. Está cuestionando al Presidente mismo y a la causa”. A través de un comunicado difundido el miércoles pasado, la secretaria general de la Presidencia defendió el armado bonaerense y sentenció que “la lealtad no es una opción, es una condición”. El mensaje fue interpretado en todos los despachos oficiales como una advertencia directa a Caputo y sus colaboradores, y también como un cierre definitivo de la disputa por el control político del oficialismo.
En este contexto, Milei volvió a destacar públicamente a Guillermo Francos, a quien definió como “el mejor jefe de Gabinete de la historia”. Su rol de articulador político y de interlocutor con los gobernadores —clave para la aprobación de futuras reformas estructurales como la laboral y la impositiva— fue uno de los factores que lo catapultó a este nuevo círculo íntimo. Según confiaron fuentes del Ejecutivo, Francos mantuvo reuniones por separado con Karina Milei y con Santiago Caputo durante esta semana en su despacho, en lo que fue leído como una estrategia para preservar la unidad interna y contener una posible fractura.
“El Presidente se cansó de las internas”, resumió un funcionario libertario con despacho en Balcarce 50. Si bien desde el entorno de Caputo insisten en que no hubo una ruptura ni pérdida de influencia, el nuevo esquema de poder parece reordenar las jerarquías internas. “Santiago va a seguir ligado a la estrategia y la gestión”, afirman cerca del mandatario. Caputo, además de ser el articulador político informal del Gobierno, es el responsable de áreas sensibles como los servicios de inteligencia, la Aduana, la relación con el Poder Judicial y el vínculo estratégico con Estados Unidos.
En paralelo, el Gobierno aceleró en los últimos días su estrategia de campaña en la provincia de Buenos Aires con eje en la seguridad, en un intento por pasar la página de las disputas internas. “Es un asunto terminado”, dijo un alto funcionario consultado por TNA. Sin embargo, la expectativa de nuevos movimientos dentro del Gabinete crece a medida que se acerca el inicio formal de la campaña. En más de una oficina de la Casa Rosada ya dan por hecho que habrá cambios una vez finalizado el proceso electoral.
Tres funcionarios del Ejecutivo confirmaron a esta agencia que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, será candidata a senadora nacional por la Ciudad de Buenos Aires. También se espera que otros funcionarios se presenten en distintas provincias, aunque desde la Presidencia insisten en que no habrá candidaturas testimoniales. “Si resulta beneficioso para el proyecto que una persona vaya de candidato, se va a tener que hacer”, dijeron fuentes oficiales.
El caso del vocero presidencial Manuel Adorni, quien fue candidato en las elecciones de mayo y podría regresar a la gestión tras asumir su banca, es considerado un modelo de esa flexibilidad estratégica. En su lugar, Javier Lanari asumirá la Secretaría de Comunicación y Medios desde diciembre.
La discusión en torno al rumbo estratégico de La Libertad Avanza (LLA) sigue abierta. Mientras Caputo proponía un enfoque gradualista —fortalecer el bloque legislativo sin enfrentar directamente a los gobernadores con listas propias—, el sector de Karina Milei se impuso con la lógica de aprovechar la popularidad presidencial para construir ya mismo una estructura nacional. “El que gana, conduce”, fue la frase que, con tono peronista, se escuchó en las oficinas del nuevo núcleo duro del oficialismo.
La purga de nombres que otrora fueron centrales en el armado electoral de 2023 también refuerza este cambio de etapa: Diana Mondino, Carlos Kikuchi, Carolina Píparo, Ramiro Marra y hasta Victoria Villarruel quedaron marginados o desplazados. “Muchos se creyeron que esto era una fuerza liberal en sentido clásico. Ahora saben que es otra cosa: verticalismo y pragmatismo”, señaló un asesor político que trabaja desde hace meses con el Presidente.
La redefinición de los equilibrios internos también afecta las alianzas. La reciente firma de las listas bonaerenses entre Karina Milei, Cristian Ritondo y Sebastián Pareja, con apoyo del PRO, muestra que el oficialismo está dispuesto a negociar con referentes tradicionales, aunque con la condición de alinearse sin cuestionamientos. “Un apoyo acrítico no va a ser fácil de conseguir con todos los socios”, advierten en la Casa Rosada.
Por ahora, el pragmatismo se impone: el economista José Luis Espert encabezará la boleta de diputados nacionales en Buenos Aires pese a haber sido aliado de Horacio Rodríguez Larreta hasta hace poco. Y otros dirigentes con pasado kirchnerista o massista también figuran en las listas. Karina Milei, sin embargo, insiste en que no se trata de una contradicción, sino de una estrategia para consolidar el poder. “Esta batalla no es para unos pocos”, escribió en su comunicado, donde también propuso una “tabula rasa” con el pasado de los nuevos aliados.
El oficialismo busca ahora dejar atrás el ruido de las internas para enfocarse en una campaña donde, según fuentes cercanas a Milei, se juega no solo la composición del Congreso sino también la viabilidad de las reformas económicas pendientes. “El día después de las elecciones va a comenzar una etapa distinta para la gestión… en todo sentido”, repiten con insistencia en los pasillos del poder.
Mientras tanto, el nuevo esquema político de Milei, más vertical y cerrado que nunca, comienza a mostrar sus efectos. La oposición observa el movimiento con atención. Los gobernadores, incluso los aliados circunstanciales, ya toman nota de que negociar con la Casa Rosada será cada vez más difícil si no se alinean con una conducción cada vez más centralizada. La pregunta que sobrevuela es si el Gobierno podrá sostener esta disciplina interna cuando lleguen los desafíos económicos y políticos del segundo tramo del mandato.