Por Dario Rosatti
Washington, 29 de julio de 2025 – Total News Agency – TNA -El reciente conflicto de doce días entre Irán e Israel, marcado por intensos bombardeos y una escalada militar sin precedentes, ha concluido con un frágil alto el fuego anunciado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pero deja abiertas profundas interrogantes sobre el futuro de la región y el equilibrio de poder global. La batalla, que incluyó ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes en Fordow, Natanz y Parchin, y respuestas iraníes con misiles y drones contra Tel Aviv y Jerusalén, causó devastación material y humana, con al menos 430 muertos y más de 3.500 heridos en Irán, según el Ministerio de Salud de ese país. A pesar de las declaraciones de victoria táctica de ambas partes, el conflicto revela una ausencia de estrategias claras y un cambio hacia un orden mundial multipolar, donde los intereses de Estados Unidos, Irán e Israel divergen significativamente. Trump impuso el “America first”, y dentro de sus prioridades por combatir tambien esta “China First”. La verdadera guerra es comercial.
El presidente Trump, desde Washington, proclamó el fin de la batalla el 24 de junio, tras un bombardeo estadounidense contra tres instalaciones nucleares iraníes, descrito como “uno de los ataques militares más exitosos de la historia” en un mensaje en su plataforma Truth Social. Sin embargo, una evaluación preliminar de inteligencia estadounidense, reportada por CNN, indica que los ataques solo retrasaron el programa nuclear iraní por meses, sin destruirlo completamente, lo que generó críticas y contradicciones en la narrativa oficial de Washington. El secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, aseguró que no se busca un cambio de régimen en Teherán, mientras Trump insinuó en un mensaje posterior que un nuevo liderazgo iraní podría ser necesario si el actual no logra “hacer Irán grande de nuevo”. Estas declaraciones reflejan una postura ambivalente, enfocada en salvar las apariencias y priorizar intereses estratégicos estadounidenses, como la contención de China, sobre un conflicto prolongado en Oriente Medio.
Irán, por su parte, enfrenta un escenario complejo tras sufrir pérdidas significativas, incluyendo la muerte de comandantes clave de la Guardia Revolucionaria, como Saeed Izadi y Aminpour Joudaki, en ataques israelíes. A pesar de la destrucción, Teherán mantiene intacta su voluntad política y capacidad científica para sostener su programa nuclear, según afirmó el parlamentario iraní Ali Shamkhani en X. La respuesta iraní, que incluyó el lanzamiento de más de 100 drones y misiles contra Israel, buscó proyectar fortaleza y recuperar apoyo popular sunita en la región, erosionado tras errores estratégicos en Siria y la pérdida de influencia en su “media luna chiita”. La amenaza de cerrar el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del petróleo mundial, subraya la intención de Irán de mantener una postura desafiante, aunque aún no se ha concretado, según Press TV.
Israel, bajo el liderazgo de Benjamín Netanyahu, celebró una “victoria histórica” al haber debilitado el programa nuclear iraní, pero su estrategia enfrenta críticas por su alto costo humano y político. Los bombardeos en Gaza y los ataques en Irán, que causaron víctimas civiles, han erosionado la imagen de Israel como víctima histórica y “única democracia” de la región, según analistas citados por BBC News Mundo. La sincronía tradicional con Estados Unidos se ha fracturado, evidenciada por la reticencia de Washington a involucrarse plenamente en una guerra directa con Irán y su presión para un alto el fuego en Gaza. La orden de evacuación emitida por Israel en zonas industriales iraníes, como Sefidrud, y los ataques a la cárcel de Evin en Teherán, han generado condenas internacionales, incluyendo la del ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot, quien exigió la liberación de dos ciudadanos franceses detenidos.
El conflicto también ha impulsado un debate global sobre el gasto militar, con la OTAN aprobando un aumento histórico al 5% del PIB de sus miembros para 2035, impulsado por Trump durante la cumbre de La Haya. España, sin embargo, mantuvo su compromiso, con algunas excepciones, de un 2,1% del PIB, generando tensiones con Washington, que amenazó con represalias comerciales. Este movimiento refleja el creciente temor a un mundo multipolar, donde potencias como China y Rusia desafían la hegemonía estadounidense, mientras Irán busca consolidar su posición regional.
La batalla ha expuesto la fragilidad de las narrativas basadas en derechos humanos y democracia, especialmente tras las acciones de Israel en Gaza, que han dejado más de 59,000 muertos desde 2023, según el Ministerio de Salud de Gaza. La comunidad internacional, incluyendo la ONU y líderes europeos, urge a la diplomacia para evitar una escalada mayor, mientras el Consejo de Seguridad debate las implicaciones del conflicto. El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió a Irán permitir inspecciones completas de sus instalaciones nucleares, mientras China y Rusia condenaron los ataques estadounidenses como una violación de la soberanía iraní.
Este episodio, lejos de resolver las tensiones, ha acelerado la reconfiguración de un nuevo orden mundial, donde la ética y los derechos humanos parecen subordinados a intereses estratégicos. La pregunta persiste: ¿puede surgir una alternativa civilizatoria que priorice al ser humano sobre la lógica de la destrucción? Por ahora, el mundo observa un escenario de incertidumbre, donde lo no dicho y las negociaciones en la sombra definirán el futuro.