Por Daniel Romero
Buenos Aires, 02 de agosto de 2025 – Total News Agency – TNA –El conflicto entre Irán, Estados Unidos e Israel se encuentra en una encrucijada decisiva a finales de agosto de 2025, con la cuestión nuclear iraní como epicentro de una posible solución diplomática o una escalada militar sin precedentes. Tras el enfrentamiento de 12 días en junio, conocido como la “Guerra de los Doce Días”, que culminó con un frágil alto el fuego negociado por Washington, las tensiones persisten, y el plazo para activar el mecanismo de “reinicio rápido” de sanciones de la ONU, establecido en la Resolución 2231, se aproxima rápidamente. Este mecanismo, que expira el 18 de octubre de 2025, permite reimponer sanciones a Irán sin veto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pero requiere un proceso de 30 días que debe iniciarse antes de finales de agosto para ser efectivo.
El alto el fuego alcanzado en junio, tras los ataques estadounidenses e israelíes contra las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán, no descansó en bases políticas sólidas, sino en una pausa temporal que no resolvió los conflictos subyacentes. Según fuentes diplomáticas, el presidente estadounidense Donald Trump ha mostrado una postura ambivalente, sin prisa por retomar las negociaciones nucleares con Teherán, mientras Israel intensifica la presión con la amenaza de una segunda fase de la Operación León Ascendente. Esta operación, lanzada el 13 de junio de 2025, buscó debilitar el programa nuclear iraní y su infraestructura militar, aunque informes preliminares de inteligencia estadounidense indican que los daños causados solo retrasaron el programa nuclear iraní unos meses, sin destruirlo por completo.
Irán, por su parte, ha reactivado el diálogo con la Troika Europea (Reino Unido, Francia y Alemania), con una reunión reciente en Estambul que acordó una segunda ronda de conversaciones. Sin embargo, Teherán ha condicionado su retorno a las negociaciones con Estados Unidos a medidas de fomento de la confianza por parte de Washington, exigiendo compensaciones por los daños causados durante los ataques. El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, señaló en una entrevista con el Financial Times que el camino hacia la negociación es “estrecho, pero no imposible”, aunque requiere una “determinación genuina” de Estados Unidos para alcanzar un acuerdo mutuamente beneficioso. Araghchi también expresó que Irán no aceptará volver al statu quo previo a la guerra, insistiendo en su derecho a enriquecer uranio para fines pacíficos, conforme al acuerdo nuclear de 2015 (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA).
El rechazo iraní a la demanda de “enriquecimiento cero” impulsada por Estados Unidos e Israel sigue siendo un obstáculo central. Teherán argumenta que su programa nuclear es exclusivamente civil, a pesar de que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) reportó en junio de 2025 que Irán incumplió sus obligaciones nucleares, enriqueciendo uranio hasta un 60% de pureza, cercano al nivel necesario para armas nucleares.
Irán hecho una palada de tierra a su derecho a enriquecer Uranio para fines civiles cada vez que grito que buscaba hacer desaparecer de la faz de la tierra a Israel.
La suspensión de la cooperación con el OIEA tras los ataques de junio complica aún más la verificación de las actividades nucleares iraníes, aunque el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Esmail Baghaei, anunció que una delegación del OIEA visitará Irán en las próximas dos semanas para discutir un nuevo mecanismo de cooperación.
Mientras tanto, la campaña de “máxima presión” de Estados Unidos continúa, con nuevas sanciones impuestas al sector naviero y petrolero iraní, así como a una red internacional vinculada a la producción de drones iraníes, que se extiende desde China hasta Taiwán. Estas medidas, descritas como las más severas hasta la fecha, buscan limitar los recursos económicos de Irán, pero también han avivado las tensiones. Irán ha advertido que, si se activa el mecanismo de “reinicio rápido”, podría retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que abriría la puerta a un programa nuclear militar y aceleraría el desarrollo de armas nucleares, un escenario que expertos consideran catastrófico para la región. Algo que quedo demostrado ya realizó, lo que realmente dificulta creerle ahora.
En el ámbito militar, Irán está fortaleciendo sus alianzas con grupos como los hutíes en Yemen, milicias chiíes en Irak y lo que queda de Hezbolá en el Líbano, debilitado por los ataques israelíes. La preparación militar de Hezbolá, junto con el arsenal de misiles balísticos y de precisión de Irán, sugiere que Teherán se está preparando para todos los escenarios, incluida una posible segunda ronda de enfrentamientos. Informes recientes en X indican que Irán podría estar desarrollando el misil balístico Khorramshahr-5, con un alcance de 12.000 km y capacidad para penetrar objetivos fortificados, lo que intensifica las preocupaciones sobre una escalada militar.
La región se encuentra al borde de una confrontación que podría superar en magnitud cualquier conflicto previo en Oriente Medio. Mientras Israel busca neutralizar completamente las capacidades de Hezbolá y presionar a Irán, el riesgo de una guerra total aumenta. Sin embargo, la posibilidad de un avance diplomático antes de finales de agosto no está descartada, siempre que las partes logren superar las profundas desconfianzas mutuas. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha instado a todas las partes a priorizar el diálogo y evitar una “espiral de represalias” que podría tener consecuencias devastadoras para la población civil y la estabilidad global.