Madrid, 7 de agosto de 2025 – Total News Agency – TNA-En el barrio de Las Rosas, en el distrito madrileño de San Blas-Canillejas, un hombre de 85 años, identificado como R. M., se convirtió en el protagonista de una historia que parece sacada de una película. El pasado lunes 28 de julio, alrededor de las 15:00, este vecino vivió un momento de película al caer desde el noveno piso de su edificio en la calle Longares y, contra todo pronóstico, salir con vida para contarlo.
Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. R. M. estaba en la terraza de su casa cuando, según contaron los vecinos a El Mundo, se inclinó demasiado sobre la barandilla y perdió el equilibrio. En un instante que dejó a todos con el corazón en la boca, el hombre logró agarrarse con un brazo a la barandilla, quedándose colgado a más de 25 metros del suelo. “¡Estaba suspendido en el aire, fue desesperante verlo así!”, relató un vecino que presenció la escena desde la calle, impotente ante lo que parecía una tragedia inminente.
Pero R. M., con una mezcla de instinto y una pizca de suerte, no se rindió. Balanceándose como pudo, logró impulsarse hacia la terraza del octavo piso, donde cayó con un golpe fuerte pero suficiente para salvarle la vida. La maniobra evitó que se precipitara hasta el suelo, algo que, a su edad y con su salud frágil, habría sido fatal. Los vecinos no salían de su asombro: “¿Cómo lo hizo? ¡Es un milagro!”, comentó uno de ellos al diario El Debate.
Los héroes de la emergencia
Rápidamente, la Policía Municipal de Madrid y una UVI móvil del SUMMA 112 llegaron al lugar. Los sanitarios encontraron a R. M. con golpes y moretones de distinta gravedad, además de bastante desorientado, pero consciente. Lo estabilizaron en el acto y lo trasladaron a un hospital cercano para un chequeo completo. Según fuentes médicas, aunque el susto fue tremendo, las lesiones no ponían en riesgo su vida. ¡Un verdadero milagro para un hombre de 85 años!
¿Qué pasó en ese balcón?
Todavía no está del todo claro qué llevó a R. M. a perder el equilibrio. Quienes lo conocen dicen que tiene una afección respiratoria que a veces le provoca mareos o debilidad. Es posible que un episodio de este tipo lo haya desestabilizado mientras estaba en la terraza. Sea como sea, su reacción instintiva y esa caída “controlada” al octavo piso marcaron la diferencia entre la vida y la muerte. “Es un luchador, no hay otra explicación”, aseguró un vecino al portal Libertad Digital.
Un barrio en shock
El incidente dejó a los vecinos de Las Rosas boquiabiertos. La imagen de R. M. colgado de la barandilla y su caída al piso de abajo se quedó grabada en la memoria de todos. En las redes sociales, como X, las reacciones no se hicieron esperar: “¡Qué fuerza la de este señor! Sobrevivir a eso a los 85 es de otro planeta”, escribió un usuario. Otros destacaron la rápida respuesta de los servicios de emergencia, que fueron clave para atender al hombre a tiempo.
Este caso no es el primero que sacude Madrid este año. En febrero, un accidente en el barrio de Entrevías terminó en tragedia cuando un hombre de 77 años murió al caer al foso de un ascensor en obras, junto a su esposa, que resultó gravemente herida. A diferencia de ese episodio, la historia de R. M. tiene un final feliz que muchos aún no terminan de creerse.
Un llamado a la prevención
El suceso pone sobre la mesa la necesidad de cuidar a las personas mayores y reforzar la seguridad en los hogares. En Madrid, los accidentes domésticos, como caídas desde balcones o ventanas, son un problema recurrente, sobre todo en edificios antiguos. Según datos del Ayuntamiento de Madrid, este tipo de incidentes sigue siendo una preocupación, aunque la ciudad ha logrado reducir la criminalidad en un 3,5% en el primer trimestre de 2025. La Policía Municipal y el SUMMA 112 han demostrado estar a la altura, pero casos como el de R. M. recuerdan que siempre se puede hacer más para prevenir.
Mientras la investigación sigue su curso para aclarar las causas exactas del accidente, el barrio de Las Rosas celebra la increíble resistencia de R. M. y su segunda oportunidad. “Es un milagro, no hay otra palabra”, resumió un vecino. Y, la verdad, es difícil no estar de acuerdo.