Por Daniel Romero
Buenos Aires, 23 de agosto de 2025-Total News Agency-TNA-.La Casa Blanca profundizó en los últimos días su ofensiva contra Nicolás Maduro: elevó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a su captura, lo rotuló dentro del andamiaje de “narco-terrorismo” y ordenó el despliegue de medios navales y anfibios hacia el Caribe sur, con énfasis en aguas cercanas a Venezuela. El movimiento, que Caracas calificó de “amenaza de invasión”, activó respuestas militares internas del chavismo y abrió un áspero debate jurídico y político sobre los límites de la operación estadounidense y sus eventuales escenarios, con comparaciones inevitables con Panamá (1989) y la cacería de Osama Bin Laden (2011).
Según fuentes de Defensa especializadas, Washington movilizó tres destructores Aegis —USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson—, además de un escuadrón anfibio encabezado por el USS Iwo Jima y la 22.ª Unidad Expedicionaria de Marines, junto con aeronaves P-8 Poseidon y al menos un submarino. Aunque el Pentágono encuadra el dispositivo como parte de una campaña de interdicción contra organizaciones criminales transnacionales, analistas lo interpretan como un mensaje de disuasión que amplía el menú de opciones militares.
En Miraflores, Maduro denunció la presencia naval como un intento de “cambio de régimen” y anunció la movilización de millones de milicianos, una respuesta que refuerza la narrativa de defensa interna y eleva la tensión regional.
El nuevo andamiaje legal de Washington
El endurecimiento se apoya en la Orden Ejecutiva 14157, firmada en enero, que creó un procedimiento para designar a carteles y otras estructuras criminales como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO) o “Global Terrorists” bajo IEEPA y la EO 13224. Sobre esa base, el Departamento de Estado y el Tesoro han venido ampliando listados —incluido el Tren de Aragua— y sanciones conexas.
En paralelo, el programa de recompensas de Estados Unidos fijó en 50 millones de dólares la suma por información que permita detener a Maduro, a quien Washington acusa desde hace años por delitos vinculados al narcotráfico.
¿“Autorización” opositora y precedentes históricos?
Voceros y juristas afines a una línea maximalista sostienen que, al no reconocer a Maduro como presidente legítimo, un eventual aval del líder opositor Edmundo González Urrutia —reconocido por Washington— serviría como base política para operar en territorio venezolano, una tesis que evoca el antecedente panameño de 1989, cuando Estados Unidos reconoció a Guillermo Endara y ejecutó la operación “Causa Justa” contra Manuel Noriega. Asi lo mencionó el ex VicePresidente Carlos Ruckauf en uno de sus habituales y precisos análisis.
La comparación con la operación “Neptune Spear”, que culminó con la muerte de Bin Laden en Pakistán, también circula en ámbitos políticos y de seguridad. Aun así, aquel caso se sustentó en la Autorización para el Uso de la Fuerza de 2001 (AUMF) contra Al Qaeda, y no en un aval del país anfitrión; su legalidad se ha analizado bajo doctrinas de autodefensa y conflicto armado no internacional, un encuadre distinto al de la actual presión sobre Caracas.
Qué observar en las próximas horas
- Reglas de empeñamiento. Si el dispositivo se mantiene en aguas y espacio aéreo internacionales, la señal es disuasiva; cualquier operación cinética dentro de Venezuela elevaría el costo político y jurídico.
- Coordinación regional. Washington explora cooperación con gobiernos del Caribe y Sudamérica para interdicción y vigilancia; la consistencia de esos apoyos condicionará el alcance real del operativo.
- Respuesta en Caracas. La narrativa de “defensa de la patria” fortalecerá al núcleo duro chavista, pero una escalada sostenida podría tensar la economía y la gobernabilidad internas.
En síntesis, el despliegue naval y anfibio, el encuadre “narco-terrorista” y la recompensa récord componen un ultimátum de facto que busca asfixiar al círculo de poder en Caracas sin cruzar —al menos por ahora— el umbral de una intervención directa. La disputa, no obstante, dejó de ser puramente diplomática: hoy se libra también en el tablero de la fuerza, el derecho internacional y la opinión pública regional.