Por Enrique Guillermo Avogadro
“Los malos, sin duda, han comprendido algo que los buenos no saben”.
Woody Allen
Salvo contadas excepciones, todos los argentinos – incluidos aquellos negadores de los latrocinios y desastres cometidos por el kirchnerismo – hemos hecho enormes sacrificios desde la asunción de Javier Milei como Presidente pero, entre mañana y el 26 de octubre, los pondremos en juego, con gran riesgo de haberlos desperdiciado. Aunque no creo en las encuestas porque han demostrado cuánto se equivocan, hoy parece que La Libertad Avanza perdería las legislativas de la Provincia de Buenos Aires – tal vez la principal víctima del sistema político montado ex profeso por el peronismo desde hace ochenta años – y, dado lo que se ha visto en las provinciales ya celebradas, tampoco puede garantizarse su triunfo en las nacionales.
Las tensiones que estas fechas traen aparejadas, como siempre sucede cuando los resultados son imprevisibles, se reflejan en las cotizaciones del dólar y, sobre todo, en el riego-país. Si bien es cierto, como bien dijo Juan Carlos de Pablo, que cada vez que alguien compra dólares es porque hay alguien que los vende – o sea, cada uno apuesta en sentido contrario – no lo es menos que la intervención del Tesoro para frenar la escalada produjo enorme inquietud en los operadores financieros, aquí y afuera, y el tembladeral no cesará hasta octubre, si es que no empeora.
Hace menos de dos años que elegimos a Milei, y lo hicimos a conciencia de que era un outsider que carecía de un partido organizado y de cuadros propios con los que ocupar las sillas más importantes del Estado. Sin embargo, ahora nos rasgamos las vestiduras cuando el Gobierno comete graves errores por inexperiencia política, exige el pensamiento único, se niega a explicar qué pasó con las sospechas de corrupción que lo afectan y, sobre todo, cuando llena los casilleros con los que se le arriman, aunque muchos tengan dudosa lealtad y un complicado pasado reciente.
Cuando hablo de traspiés me refiero, por supuesto, a elegir la motosierra y olvidar el bisturí para operar cuerdas socialmente tan sensibles como las jubilaciones, la discapacidad y el Hospital Garraham, pero también al fracaso que significó entregarle el armado nacional a Karina Milei, que claramente carece de aptitudes para asumir esa responsabilidad, y a los primos Eduardo “Lule” y Martín Menem. ¡Nunca pensé extrañar tanto el profesionalismo de Santiago Caputo! Fueron innumerables las voces que alertamos acerca de cuán mal podía resultar la tentativa de pintar al país entero de violeta, mientras se insultaba con los peores epítetos y se dejaba al costado del camino a quienes piensan muy parecido y hubieran podido aportar expertise en la gestión administrativa; Corrientes fue el mejor ejemplo, pero hay más, como prueba la fuerte coalición de gobernadores.
Los más salvajes miembros de la oposición, como demuestran diariamente en el H° Aguantadero, aliados a empresarios devaluadores y hasta al narco internacional, todos “ingenieros del caos”, están impacientes por cambiar el rumbo económico y regresar al pasado de déficits e inflación aunque signifique hacer saltar al país por el aire, no sólo porque atravesar el desierto resulta durísimo sino porque – se ilusionan – un final abrupto del período presidencial podría redundar en beneficios concretos para la situación penal de su lideresa, dado que saben que, con frecuencia, los vientos provenientes de la Casa Rosada han hecho girar las veletas que coronan el edificio de Comodoro Py. En la medida en que pretender destituir al Presidente por vía de un juicio político podría resultar infructuoso, me pregunto si no han elegido a su hermana como blanco móvil puesto que, creo, si le comieran esa pieza lograrían el jaque mate; la dependencia psicológica y la extrema simbiosis entre ambos podría habilitar un abrupto final.
El mundo, por su parte, genera otras inquietudes y amerita más preguntas. Ante el fortísimo despliegue aeronaval estadounidense frente a las costas de Venezuela con el declarado propósito de atacar el narcotráfico en el Caribe, que inequívocamente garantiza a Guyana la inviolabilidad de sus fronteras ante la pretensión de Nicolás Maduro de anexar el Esequibo, llama la atención por el abrumador silencio que, al respecto, mantienen Rusia y China; en especial porque se suma a la falta de reacción de ambos países cuando se produjo el ataque de EEUU a las instalaciones nucleares de Irán, que amenazan a Israel, aún fuertemente protegido por Donald Trump.
¿No será, entonces, que la reciente y muy curiosa – por calificarla de algún modo – cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin en Anchorage, Alaska, fue en realidad un reparto de esferas de influencia entre ambas potencias? Si así fuera, no sólo ese silencio tendría lógica explicación sino que haría temblar tanto a Maduro, abandonado a su suerte por todos, cuanto a Corea del Sur y Taiwan – el gigantesco desfile militar del miércoles en Beijing, con la presencia destacada de Kim Jong-un fue una abierta advertencia a ambas – y a Vladimir Zelensky, que pasaría a contar sólo con el apoyo de algunos países de Europa, preocupados también por las expansivas ambiciones territoriales de Putin – también estuvo en la celebración china -, empeñado en reconstruir la Gran Rusia a costa de sus vecinos. Los próximos movimientos en el tablero de TEG global despejarán muchas incógnitas.
Como se ve, los acontecimientos no dan respiro en la Argentina ni en todo el planeta; cuanto conocíamos, principalmente la paz en Europa y el sur de Asia y la organización del comercio internacional, ha desaparecido bajo nuestros pies, asentados ahora en arenas movedizas. Entonces, sólo nos queda rezar para que Dios nos escuche e impida que la humanidad se extinga en un pavoroso apocalipsis nuclear.