Katmandú, 10 de septiembre de 2025 – Total News Agency – TNA –Una ola de manifestaciones juveniles sin precedentes —organizadas en rechazo a la corrupción, el nepotismo y un fallido intento de censura en redes sociales— derivó en la renuncia del primer ministro K. P. Sharma Oli y en un escenario de transición aún indefinido. Las protestas, que comenzaron como reacción al bloqueo de plataformas digitales y rápidamente escalaron a un cuestionamiento más amplio del sistema político, dejaron al menos 19 muertos y centenares de heridos, según reportes coincidentes, mientras algunos recuentos elevan el saldo fatal.

En las últimas horas, el Ejército fue desplegado para respaldar un toque de queda nacional, tras los incendios y ataques contra edificios públicos, incluido el Parlamento y el complejo de Singha Durbar, sede del Ejecutivo. El aeropuerto de la capital cerró de forma temporal durante los disturbios. En este clima, diversos colectivos propusieron a la ex presidenta de la Corte Suprema, Sushila Karki, para encabezar un gobierno interino, una alternativa que divide a las fuerzas políticas y que deberá procesarse bajo fuerte presión social.
La “revuelta Gen Z”, motorizada por estudiantes y jóvenes profesionales, expuso el deterioro socioeconómico de fondo: pobreza persistente, desempleo juvenil elevado y una creciente percepción de impunidad de las élites partidarias. Aunque el gobierno levantó el veto a las redes, el gesto llegó tarde. La protesta, que había tomado impulso en plataformas alternativas, se mantuvo activa con llamados a una renovación generacional del liderazgo y a comicios bajo nuevas reglas de transparencia.

El papel de China
En paralelo, el papel de China aparece como un factor a observar en la dinámica de poder que sigue. Oli cultivó en los últimos años una agenda de mayor acercamiento a Beijing —incluida la defensa del proyecto ferroviario transhimalayo y acuerdos de tránsito para reducir la dependencia logística de India—, lo que alimentó críticas de la oposición y parte de la sociedad civil. Tras la renuncia, China optó por un mensaje público prudente, instando al restablecimiento del orden y la estabilidad.

Desde una óptica regional, el interés chino pasa por preservar la continuidad de proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (en especial los estudios para el enlace ferroviario Gyirong–Katmandú) y por mantener calma en su frontera tibetana. En concreto:
• Beijing evitará señales de injerencia directa y privilegiará el vínculo institucional con quien ocupe la jefatura de gobierno, apuntando a blindar compromisos técnicos y financieros ya suscritos.
• Una transición ordenada favorecería la reactivación de obras y estudios pendientes; un escenario de parálisis prolongada podría retrasar hitos operativos y encarecer los costos políticos de cualquier proyecto transfronterizo.
• Nepal, por su parte, buscará equilibrar la agenda con India y China para no sobrerreaccionar en ninguno de los dos sentidos: ni una alineación automática con Beijing ni un giro que ponga en riesgo la diversificación logística alcanzada en los últimos años.
Claves a seguir en las próximas 48–72 horas: definición de un esquema interino aceptable para los principales bloques y los convocantes de las protestas; cronograma de reformas electorales mínimas; restablecimiento pleno de servicios y seguridad en Katmandú; y el tono de los primeros pronunciamientos de China e India respecto de la hoja de ruta de transición.