Buenos Aires, 9 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA-Boca Juniors derrotó 2–0 a River Plate en la Bombonera y se aseguró un lugar en la Copa Libertadores 2026, en un Superclásico que lo dejó además al frente de la Zona A del Torneo Clausura. El Xeneize golpeó en los momentos justos: Exequiel “Changuito” Zeballos abrió el marcador sobre el final del primer tiempo y, ya en el complemento, asistió a Miguel Merentiel para el segundo. Con una actuación sólida y una intensidad sostenida, el local neutralizó los intentos de su rival y pudo haber ampliado la diferencia.
El desarrollo del juego mostró a Boca más compacto y agresivo en la presión intermedia, con transiciones rápidas que explotaron los espacios a espaldas de los laterales millonarios. River buscó elaborar desde el círculo central, pero se topó con una primera línea boquense muy activa y con coberturas oportunas en las bandas. En ese contexto, Zeballos fue la referencia desequilibrante: encaró, generó faltas, obligó a replegar y administró con criterio las salidas en velocidad. Su gol, a la hora de mayor paridad, inclinó el trámite y potenció el plan local.
Tras el descanso, Boca sostuvo el pulso del partido con un inicio furioso y encontró el 2–0 en una maniobra que volvió a tener a Zeballos como protagonista: conducción a pura aceleración y pase filtrado para que Merentiel definiera con precisión. Con la ventaja, el Xeneize administró el ritmo, cerró líneas y eligió cuándo golpear. River respondió con remates de media distancia y alguna incursión por derecha, pero sin romper la estructura defensiva boquense. En los minutos finales, el visitante apuró con más ímpetu que claridad; aun así, la ocasión más nítida volvió a ser de Boca en un contragolpe que pudo sentenciar el 3–0.
El resultado tiene impacto directo en la tabla y en la proyección de la temporada. Para Boca, la victoria representa un doble premio: se afianza en la cima de su zona y, al mismo tiempo, garantiza el regreso al máximo certamen continental, un objetivo central trazado por el club para 2026. Para River, la derrota complica el margen de maniobra de cara a la clasificación por tabla anual y obliga a sumar en lo que queda del Clausura para no depender de terceros.
Más allá de los nombres propios, el Superclásico dejó señales tácticas claras. Boca ganó el duelo en los costados, donde forzó el uno contra uno y encontró recorrido para sus extremos. También ajustó bien las coberturas en el retroceso: cuando River intentó invertir de lado o sorprender con diagonales internas, el local respondió con cruces y relevos precisos. En el eje, la presión coordinada le permitió recuperar arriba y, a partir de ahí, decidir si verticalizar rápido o enfriar posesiones largas para administrar ventajas.
La Bombonera acompañó la superioridad del equipo con un marco que empujó en los pasajes clave, especialmente tras el 1–0. La administración emocional del partido —sin sobrerreacciones ante las fricciones propias del clásico— fue otro rasgo que explicó la diferencia: Boca eligió el registro de la madurez competitiva y lo sostuvo con rigor posicional. Así, cerró un triunfo con validación estadística y sensaciones de autoridad.
Con este resultado, el Xeneize llega con viento a favor al tramo decisivo del Clausura, mientras ordena cargas físicas y disciplina táctica pensando en los cruces venideros. River, por su parte, deberá corregir la fragilidad en los retornos defensivos y recuperar volumen asociativo en tres cuartos, donde hoy le faltó precisión en la última pelota. El clásico deja un mensaje nítido para ambos: en un torneo corto y de márgenes reducidos, la contundencia en las áreas define destinos.

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