Buenos Aires, 10 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA-Una nueva figura evangélica avanza con fuerza dentro del gobierno de Javier Milei. Se trata de la neuquina Nadia Márquez, diputada nacional e hija del vicepresidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), cuya influencia crece vertiginosamente en el oficialismo. Su nombre suena con fuerza para ocupar la presidencia provisional del Senado, un puesto clave en la línea sucesoria y en la dinámica parlamentaria del Poder Ejecutivo.
El artículo señala que el desembarco evangélico en el entorno presidencial responde a un giro ideológico promovido por Karina Milei, la influyente secretaria general de la Presidencia. Fuentes cercanas a Karina Milei reconocen que “para el Gobierno es más importante una reunión con Aciera que con la Unión Industrial Argentina”. Esta afirmación refleja el peso que el movimiento religioso ha adquirido como interlocutor privilegiado de la Casa Rosada.
El pastor Gabriel Ballerini, referente del sector conocido como “pañuelos azules” y colaborador del filósofo Agustín Laje en la plataforma tecnopolitea.com, expresó que representan “el costado conservador del libertarianismo de Milei”. Esa corriente intenta conciliar el liberalismo económico con una moral social conservadora, un experimento político inédito en el país, según informó Antonio D’Eramo en iProfesional
En este contexto, Nadia Márquez encarna la figura del nuevo poder religioso dentro de La Libertad Avanza. Su victoria electoral en Neuquén sorprendió incluso a los estrategas de Karina Milei, y ahora se perfila como una dirigente de absoluta lealtad al Presidente y a su hermana. Asesores del titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, admiten que su eventual designación en el Senado le daría proyección nacional y la posicionaría para disputar la gobernación neuquina en 2027.
La posible designación de Márquez implicaría desplazar al actual titular de la presidencia provisional del Senado, Bartolomé Abadala, quien había sorteado con habilidad las tensiones internas entre el Presidente y su vice, Victoria Villarruel. La llegada de Márquez representaría el triunfo de un bloque evangélico que, por primera vez, penetra con fuerza en los espacios más sensibles del poder.
Sin embargo, la senadora electa enfrenta cuestionamientos judiciales de su pasado. Entre 1999 y 2004 fue investigada por haber emitido títulos falsos en dos institutos terciarios de Neuquén. Aunque obtuvo el beneficio de la suspensión del juicio a prueba y fue sobreseída en 2016, la existencia de esa causa podría complicar sus aspiraciones provinciales, ya que en Neuquén rige la Ley de Ficha Limpia. Márquez ha rechazado esas interpretaciones y sostiene que su situación judicial está completamente resuelta.
Más allá de ese antecedente, el avance del poder evangélico dentro del oficialismo es visible. En el Congreso ya se consolidó un grupo de legisladores identificados con ese movimiento: Gastón Riesco y Soledad Mondaca por Neuquén, María Frías por Chubut, Mónica Becerra por San Luis y Miguel Rodríguez por Tierra del Fuego. Todos comparten una afinidad ideológica marcada y una fidelidad absoluta al liderazgo de los hermanos Milei.
El entramado familiar y religioso de Márquez también ha prosperado en su provincia. Desde 1989, la Asociación Mutualista Evangélica Neuquina (AMEN) y el Colegio Bautista dependiente de esa mutual reciben fondos estatales en concepto de subsidios para personal docente. De esta estructura dependen también la Iglesia Jesús Rey —dirigida por los padres de la senadora— y su esposo, Matías Riffo, quien ejerce como pastor y docente. Su madre, Silvia Stekar, es la directora general de los tres niveles educativos.
De confirmarse su ascenso al Senado, la figura de Márquez simbolizaría la consolidación del ala más conservadora del mileísmo, un sector que combina discurso religioso, pragmatismo político y una influencia creciente en la estructura del Estado. Su fidelidad a Javier y Karina Milei, según los voceros oficiales, la convierte en “una pieza de confianza absoluta, trabajadora y leal”, en contraste con la vice Villarruel, cada vez más marginada del núcleo de decisiones presidenciales.
La eventual designación de Márquez en un cargo de esa magnitud confirmaría la expansión de un nuevo actor de poder: el movimiento evangélico, que ha pasado de los templos a los despachos oficiales, y de la prédica religiosa a la disputa política directa.

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