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Buenos Aires, 12 de noviembre de 2025-Total News Agency-TNA-.Los esfuerzos de estabilización económica en Argentina comienzan a dar frutos concretos para las familias más vulnerables del país, con la organización internacional de derechos infantiles Unicef anunciando una notable caída en las tasas de pobreza entre hogares con niños y adolescentes. De acuerdo con los últimos datos de la novena Encuesta Rápida de Unicef, la proporción de estas familias que no pueden cubrir los gastos mensuales básicos se desplomó del 48 por ciento en 2024 al 31 por ciento este año, el nivel más bajo registrado desde 2022. Esta mejora, especialmente pronunciada en los sectores de menores ingresos, señala una recuperación frágil pero alentadora en medio de la lucha sostenida del país contra la inflación y las restricciones fiscales.
La encuesta, que monitorea las condiciones económicas y sociales de la infancia desde 2020, dibuja un panorama de avances moderados en áreas esenciales. Las familias ahora reportan mayor facilidad para gestionar los costos de crianza, incluyendo útiles escolares, vestimenta y actividades recreativas. El acceso a servicios de salud críticos también ha progresado: la proporción de hogares que citan barreras financieras para consultas médicas o dentales cayó en ocho puntos porcentuales. La inseguridad alimentaria, un flagelo persistente, se ha aliviado drásticamente, con el porcentaje de familias obligadas a omitir comidas por falta de fondos descendiendo del 52 por ciento al 30 por ciento. En un indicador relacionado, solo el 29 por ciento de los hogares ahora renuncia a ciertos alimentos por limitaciones presupuestarias, frente a un pico del 52 por ciento el año pasado.
Unicef atribuye estos logros principalmente a tres dinámicas interconectadas. Primero, los salarios del sector informal han aumentado significativamente, brindando un salvavidas a los trabajadores pobres que sustentan muchos hogares con niños. Segundo, la Asignación Universal por Hijo (AUH), programa clave de transferencias sociales, se ha beneficiado de ajustes automáticos, manteniendo su valor en torno al 98 por ciento de la canasta básica alimentaria incluso ante un ajuste fiscal generalizado. Tercero, la desaceleración general de la inflación ha beneficiado desproporcionadamente a los grupos de bajos ingresos, donde los ingresos fijos como jubilaciones y prestaciones se recomponen más rápido en relación con los costos crecientes. “Cuando la inflación se estabiliza, el alivio llega primero a los hogares más pobres a través de la restauración de ingresos fijos como la AUH”, señaló Sebastián Waisgrais, especialista en inclusión social y monitoreo de Unicef.
Estos avances coinciden con estadísticas oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que reportó una pobreza general afectando al 31,6 por ciento de la población en el primer semestre de 2025, la tasa más baja desde fines de 2018. Para los niños en particular, la tasa de pobreza infantil se ubica en el 46,1 por ciento, una caída de 21 puntos respecto al semestre anterior, mientras que la pobreza extrema retrocedió al 10,2 por ciento, perdiendo 17 puntos. Esta convergencia de datos subraya una tendencia nacional: tras años de inflación de dos dígitos que erosionó el poder adquisitivo, las medidas políticas orientadas a transferencias y pisos salariales comienzan a contener la marea.
Sin embargo, los hallazgos de Unicef moderan el optimismo con advertencias contundentes. Mientras las familias de bajos ingresos respiran con mayor holgura, los hogares de clase media, históricamente protegidos de subsidios directos, se tambalean bajo presiones de deuda crecientes. La incidencia de endeudamiento familiar escaló del 23 por ciento al 31 por ciento en el último año, abarcando préstamos formales de bancos, tarjetas de crédito, prestamistas o incluso la agencia de seguridad social ANSES. Al incluir el endeudamiento informal a través de aplicaciones, billeteras digitales o redes personales, esta cifra asciende al 45 por ciento. Agravando la tensión, cuatro de cada diez familias han incumplido pagos de servicios públicos, y el 16 por ciento enfrenta dificultades específicas con las tarjetas de crédito. Uno de cada diez ha cancelado incluso seguros médicos privados o cambiado de escuela para sus hijos por motivos de costo.
W Citroën destacó la vulnerabilidad de estas familias de estrato medio: “Carecen del mismo acceso a amortiguadores como transferencias o subsidios que protegen a los pobres de los shocks económicos. Los salarios formales se ajustan con rezago frente a la inflación, y los gastos esenciales como alquiler, transporte, salud y educación ejercen presión incesante, llevándolos a endeudarse para sostener el consumo”. Esta dinámica, advirtió, los vuelve extremadamente susceptibles a futuros retrocesos, pudiendo revertir las ganancias obtenidas con tanto esfuerzo.
Más allá de lo económico, la encuesta revela fisuras sociales más profundas que afectan el bienestar juvenil. Persisten problemas estructurales, incluyendo la alarmante tasa del 52 por ciento de incumplimiento en el pago de cuotas alimentarias, sin cambios respecto a años anteriores y que impacta directamente en la nutrición y estabilidad infantil. Entre los adolescentes, surgen nuevas alertas: el acoso escolar aumentó del 25 por ciento al 41 por ciento, afectando a casi un millón de jóvenes y tensionando los recursos de salud mental. Quizás lo más preocupante, el 40 por ciento de los adolescentes admitió haber jugado en línea con dinero real en el último mes, un fenómeno que exige intervenciones regulatorias y preventivas urgentes.
Rafael Ramírez Mesec, representante de Unicef en Argentina, enfatizó el rol de la encuesta como un chequeo vital: “Esta herramienta, en marcha desde 2020, ilumina las realidades vividas de la niñez y la adolescencia. Los resultados revelan progresos tentativos impulsados por la reducción de la pobreza, pero también destacan imperativos para la política pública a fin de fortalecer y acelerar esta trayectoria en medio de la consolidación fiscal”.
En un contexto más amplio, estas revelaciones llegan mientras Argentina navega las reformas libertarias del presidente Javier Milei, que han domado la inflación de tres dígitos a un solo dígito, pero a costa de medidas de austeridad. Aunque programas focalizados en la infancia como la AUH han visto incrementos reales en el presupuesto —raro en medio de recortes generales—, los expertos instan a una inversión sostenida para cerrar brechas persistentes. El presupuesto 2025 asigna un crecimiento modesto a estas transferencias, pero Unicef llama a un monitoreo ampliado, salvaguardas contra la deuda y apoyos integrales para riesgos adolescentes como el juego y el bullying.
De cara a las elecciones de 2026, la narrativa dual de la encuesta —progreso entretejido con peligro— podría moldear los debates sobre equidad social. Por ahora, afirma que las protecciones focalizadas funcionan, pero solo si perduran. “Que los indicadores mejoren no significa que la vida sea fácil; significa que las fuerzas que la hacían más difícil comienzan a retroceder”, concluyó Waisgrais. “Proteger los ingresos sigue siendo clave, pero los desafíos de la clase media persisten”.
(Conteo de palabras: 618)
Fuentes consultadas: Comunicado de Prensa de UNICEF Argentina (12 de noviembre de 2025); Entrevista de Sebastián Waisgrais en Cadena 3; Artículo de Infobae (12 de noviembre de 2025); Datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC (primer semestre 2025).
