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Miami, 18 noviembre 2025-Total News Agency-TNA-.La organización criminal venezolana conocida como Tren de Aragua (TdA) ha intensificado su presencia en el hemisferio occidental durante 2025, consolidándose como una de las redes delictivas más agresivas y adaptables de Latinoamérica. Originada en las entrañas del penal de Tocorón, esta banda ha trascendido sus raíces carcelarias para convertirse en un actor transnacional que combina violencia extrema, tráfico humano y nexos con regímenes autoritarios, desafiando la estabilidad de múltiples naciones. Su evolución, marcada por la migración masiva y alianzas geopolíticas, representa una mutación del crimen organizado que fusiona lucro ilícito con objetivos políticos.
Nacido a mediados de la década de 2000 bajo el mando de Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, el TdA transformó Tocorón en un feudo autónomo con economías paralelas basadas en extorsión y secuestros. La fuga masiva de septiembre de 2023, que liberó a unos 11.000 reclusos y expuso la colusión con autoridades venezolanas, aceleró su proyección exterior. Hoy, opera en al menos 12 países, desde el Caribe hasta el Cono Sur, controlando rutas de migración, minería ilegal y trata de personas. En 2025, su huella se ha profundizado en Estados Unidos, donde agencias federales lo vinculan a operaciones de tráfico sexual en Texas y extradiciones a Chile por homicidios.
Expertos en seguridad destacan la flexibilidad del TdA como su mayor fortaleza. “Opera como una franquicia: células locales adoptan su marca a cambio de tributos, permitiendo autonomía y rápida adaptación”, explica Douglas Farah, presidente de IBI Consultants. Esta estructura “exoesquelética” –sin un mando central visible– explota vacíos institucionales en naciones con estados débiles, como Perú y Ecuador, donde ha desatado olas de violencia urbana. En Argentina, designado como terrorista en marzo de 2025, el TdA controla barrios de Buenos Aires dedicados a la prostitución forzada, según informes de inteligencia local.
La crisis migratoria venezolana, con más de 7,9 millones de desplazados desde 2018 según la OIM, sirve de vector principal. “El TdA recluta entre migrantes vulnerables, extorsionándolos y usándolos como mulas para drogas o víctimas de trata”, detalla Carlos Augusto Chacón, director del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga. En Colombia, capturas recientes de 19 miembros por narcotráfico y extorsión ilustran esta táctica. En Brasil, la policía de Roraima reportó en 2025 al menos 15 homicidios desmembramientos atribuidos al grupo, un patrón de terror diseñado para intimidar comunidades enteras.
El modus operandi del TdA se caracteriza por una brutalidad calculada. En Perú, el asesinato de trabajadoras sexuales en Lima en octubre de 2025 fue interpretado como un reclamo territorial sobre el comercio sexual, según Ángela Villón, líder del Movimiento de Trabajadoras Sexuales. En Ecuador, donde el grupo contribuyó a la crisis carcelaria de 2024, su influencia persiste en prisiones como Litoral, con motines que dejan decenas de muertos. “Usan la violencia no solo para ganar territorio, sino para erosionar la confianza en el Estado”, advierte Farah.
En 2025, los lazos con el régimen de Nicolás Maduro han cobrado nueva relevancia. Informes de inteligencia estadounidense, como el del Departamento de Estado del 16 de noviembre, designan al Cartel de los Soles –brazo narco del chavismo– como organización terrorista, explícitamente ligado al TdA y al Cártel de Sinaloa. Esta alianza facilita el lavado de fondos y el control de rutas aéreas desde Venezuela a Centroamérica. Chacón describe esto como “guerra asimétrica”: el TdA actúa como proxy para desestabilizar vecinos, con apoyo de Rusia, China e Irán. Un reportaje de Semana en Colombia reveló en septiembre de 2025 un atentado contra opositores exiliados en Bogotá, orquestado por Diosdado Cabello vía el TdA, confirmando su rol en la persecución transfronteriza.
La respuesta regional ha escalado. Estados Unidos extraditó el 14 de noviembre a tres presuntos miembros del TdA a Chile por secuestros y asesinatos en Antofagasta, donde el grupo opera minas ilegales. En Texas, una redada federal en San Antonio el 17 de noviembre desmanteló un club clandestino de tráfico sexual ligado al TdA, arrestando a 140 migrantes y capturando a cabecillas venezolanos. El FBI y HSI anunciaron esa misma semana una task force en el sur de Texas contra carteles transnacionales, con foco en el TdA. Países como Perú y Trinidad y Tobago lo clasifican como terrorista, habilitando herramientas de inteligencia compartida.
Esta designación marca un giro: permite congelar activos y extradiciones rápidas, pero expone limitaciones. “Sin cooperación hemisférica, el TdA seguirá mutando”, sostiene Chacón. En Chile, donde 2025 vio un repunte de homicidios atribuidos al grupo, el Gobierno de Gabriel Boric impulsó operativos conjuntos con Interpol. Sin embargo, la corrupción en Venezuela –donde Tocorón reabrió en 2024 sin reformas– perpetúa el ciclo.
El ascenso del TdA ilustra una nueva era del crimen organizado: no solo lucrativo, sino instrumental para agendas políticas. “Es una amenaza existencial para democracias frágiles, mezclando narcotráfico con terrorismo híbrido”, concluye Farah. Mientras Latinoamérica enfrenta elecciones y crisis económicas en 2026, contener esta “ola roja” requerirá más que redadas: una estrategia unificada contra sus raíces autoritarias.
