Nuevo York, 22 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA-El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este sábado que su propuesta de paz de 28 puntos para el conflicto entre Ucrania y Rusia no constituye una oferta final, y que el Gobierno estadounidense continuará negociando con Kiev para lograr un acuerdo. La iniciativa exige que Ucrania ceda territorio, reduzca el tamaño de sus fuerzas armadas y renuncie a su aspiración de integrarse en la OTAN, condiciones que han generado rechazo inmediato en Kiev y preocupación entre los socios europeos.
De acuerdo con el borrador de la propuesta estadounidense, filtrado recientemente, Ucrania debería entre otras cosas consagrar en su constitución que no se unirá a la OTAN, limitar sus fuerzas armadas a alrededor de 600 000 efectivos y aceptar que no se desplieguen tropas aliadas en su territorio. Asimismo, el documento plantea que Moscú conservaría el control de vastas zonas del este ucraniano y de Crimea, mientras que ciertas sanciones a Rusia podrían ser aliviadas en paralelo con inversiones de reconstrucción para Ucrania.
Trump insistió en que “no es la oferta final” para Ucrania, aunque impuso un plazo a Kiev para aceptar los términos, que vencía el próximo jueves de acción de gracias en Estados Unidos. Según declaraciones recogidas por la prensa, “en algún momento tendrá que aceptar algo” si desea que el conflicto concluya.
Desde Kiev, el presidente Volodímir Zelenski rechazó tajantemente la exigencia de entregar territorio como base de un acuerdo de paz, y advirtió que Ucrania enfrenta “una de las decisiones más difíciles de su historia”: conservar su dignidad o depender de un socio clave. En su dirección, subrayó que cualquier negociación debe preservar la soberanía del país y contar con garantías reales de seguridad.
La propuesta estadounidense fue recibida con inquietud por países occidentales. En la cumbre del G20 que se celebró en Johannesburgo, los líderes del G7 y de la Unión Europea manifestaron que el borrador podría servir como base para un arreglo, pero que “requiere trabajo adicional” y que no puede imponerse “por encima de los países afectados”. Uno de los principales reparos apuntó a que limitar el ejército ucraniano a 600 000 soldados lo dejaría vulnerable a futuras agresiones rusas.
Por su parte, Moscú reaccionó con ambigüedad. El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que no había novedades más allá de lo ya concebido en la cumbre de Alaska y que no se trataba de un nuevo desarrollo concreto. El presidente ruso, Vladímir Putin, indicó haber recibido el texto del plan a través de canales habituales y que podría “formar la base de un acuerdo final”, aunque advirtió que Ucrania lo rechaza y que continuará la ofensiva si no se ajusta al calendario que él considera legítimo.
La lógica de la propuesta —que exige concesiones profundas por parte de Ucrania en nombre de la paz— suscita críticas tanto internas como externas. Analistas señalan que el plan legitima las exigencias de Moscú y debilita la posición negociadora de Kiev, al tiempo que reduce la influencia de la OTAN y Europa en el marco posterior al conflicto. En Ucrania, sectores sociales recuerdan que ceder territorios significa entregar la posibilidad de frenar futuras agresiones y cuestionan los términos de un acuerdo que dejaría a su país más expuesto.
Mientras tanto, Estados Unidos ha enviado una delegación diplomática y militar a Ginebra, Suiza —encabezada por el secretario del Ejército, Daniel Driscoll— para discutir los próximos pasos con Ucrania. Sin embargo, la fecha límite impuesta por Trump presiona a Kiev a decidir rápidamente, lo que amenaza con desatar una brecha entre esta y sus aliados europeos, que piden que su consentimiento sea parte integral de cualquier pacto y que la negociación no se convierta en un trámite cerrado de atracción unilateral.
El escenario que se abre plantea una encrucijada geopolítica de primer orden: si Ucrania acepta, arriesga su capacidad de defensa futura y cede parte de su territorio. Si rechaza, puede perder apoyo estratégico de Washington y quedar sola frente a una Rusia que no cede mandato ni ambiciones imperiales. En el fondo, la propuesta de Trump no es solo sobre Ucrania, sino sobre el orden internacional: quién decide la paz, cómo se mantiene la credibilidad de una alianza transatlántica y de qué modo se castiga o recompense la agresión. Un desenlace apresurado, sin Kiev en la mesa de negociación y sin Europa en su rol central, podría desembocar en una paz frágil y poco justa, o en una escalada renovada del conflicto.

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