Turín, 29/11/2025 – Total News Agency – TNA.- Un grupo de unos cien activistas pro-palestinos irrumpió con violencia en la redacción central del diario La Stampa en Turín este viernes, aprovechando el vacío dejado por el paro nacional de periodistas contra la ley de presupuesto. Los manifestantes, muchos con pasamontañas, forzaron puertas, destrozaron oficinas, rociaron grafitis intimidatorios y esparcieron documentos, en un ataque que ha desatado una ola de condenas transversales desde el gobierno de Giorgia Meloni hasta la oposición, pasando por el presidente Sergio Mattarella. La agresión, vinculada a la cobertura del diario sobre la expulsión de un imán local, reaviva temores sobre la libertad de prensa en Italia, en pleno Día Internacional de Solidaridad con Palestina y en medio de protestas masivas contra la “economía de guerra”.
El asalto ocurrió alrededor de las 14:00 horas en la sede de via Lugaro, cuando una franja radical se desprendió de un cortejo sindical de miles contra la maniobra financiera de Meloni. Gritando “Free Palestine” y “Giornalisti complici dell’arresto in Cpr di Mohamed Shahin” –en alusión al imán Mohamed Shahin, expulsado por el Ministerio del Interior por presuntas declaraciones antisemitas y apoyo al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023–, los intrusos escalaron portones, lanzaron bombas de humo, sabotearon cámaras de seguridad y penetraron en las oficinas desprotegidas por el sciopero de la Federación Nacional de la Prensa Italiana (FNSI). Dentro, el caos fue total: apilaron y lanzaron libros y periódicos al aire, volcaron sillas y escritorios, y cubrieron paredes con spray rojo y negro. Entre las inscripciones destacaron “Giornalisti terroristi, siete i primi della lista” (Periodistas terroristas, son los primeros en la lista), “Complici del genocidio a Gaza” (Cómplices del genocidio en Gaza) y un banner colgado que rezaba “Free Shahin”. El Comité de Redacción (Cdr) de La Stampa denunció: “Un violento ataque a nuestro periódico y a la información en general. No tenemos miedo, seguiremos haciendo nuestro trabajo”.
Shahin, imán de la mezquita de San Salvario, enfrenta un decreto de expulsión firmado por el ministro Matteo Piantedosi, que lo califica de “amenaza concreta para la seguridad” por su “radicalización religiosa antisemita” y contactos con fundamentalistas. En un mitin del 9 de octubre de 2023, había justificado el asalto de Hamás como “acto de resistencia tras años de ocupación”, declaraciones que luego retractó. La Corte de Apelaciones de Turín convalidó su detención en el Centro de Permanencia para el Retiro (CPR) de Caltanissetta ese mismo viernes, horas antes del ataque. Los asaltantes, según reivindicaciones en Instagram de colectivos como Ksa (Kollettivo Studentesco Autonomo), Collettivo Universitario Autonomo y el centro social Askatasuna, acusaron al diario de “propaganda contra Shahin, opositor de Al Sisi en Egipto” y de “distorsionar la realidad en Palestina”. “Este periódico se alinea siempre del lado equivocado, al servicio de la questura”, proclamaron en un mini-cortejo interno, filmado y viralizado en redes.
La respuesta institucional fue inmediata y unificada, un raro consenso en la polarizada Italia. La primera ministra Giorgia Meloni telefoneó al director Andrea Malaguti para expresar “solidaridad absoluta” y calificar el hecho como “gravísimo, que merece la más absoluta condena”. En un tuit, apuntó a quienes lo minimizan: “Es muy grave que alguien sugiera que la prensa se lo merecía, aunque sea en parte. La violencia no se justifica, no se minimiza, no se invierte”. Mattarella envió una nota al Cdr con “firme condena a la violenta irrupción” y “solidaridad con los periodistas”, subrayando que “la libertad de prensa es un baluarte contra los abusos del poder”. El gobernador de Piamonte, Alberto Cirio, lo tildó de “inaceptable”, equiparándolo a “confundir el disenso con la violencia”. Elly Schlein, secretaria del Partido Democrático (PD), lo llamó “episodio inenarrable, grave e inaceptable”, y visitó la sede para solidarizarse. El embajador israelí Jonathan Peled lo vio como “otro ataque a la democracia y al orden público italiano”. El ministro de Instrucción Giuseppe Valditara y presidentes del Senado (Ignazio La Russa) y la Cámara (Lorenzo Fontana) reiteraron el repudio, mientras el alcalde de Turín, Stefano Lo Russo, inspeccionó los daños y prometió “mayor protección a símbolos de la información libre”.
La Digos (policía política) de Turín identificó a 34 participantes mediante videos propios de los agresores, entre ellos militantes de Askatasuna y los citados colectivos estudiantiles, vinculados al centro social de corso Regina Margherita. No hay arrestos aún, pero se prevén denuncias por daños, allanamiento y amenazas. La Prefectura de Turín ordenó refuerzos de seguridad para sedes de periódicos, en un contexto de tensiones crecientes: hace dos meses, pro-palestinos agredieron la Italian Tech Week (del mismo editor Exor) en la ciudad, y se suman incidentes contra periodistas en calles y redes. Sindicatos como CGIL Piamonte y FNSI lo ligan a un “salto cualitativo en la violencia antagonista”, exigiendo “prevención coordinada”.
El suceso eclipsó las manifestaciones del viernes –parte de un paro general de la Unión Sindical de Base (USB) con decenas de miles en 50 ciudades–, que protestaban contra el gasto militar y el apoyo italiano a Israel, coincidiendo con el Día de Solidaridad con Palestina. Hoy sábado, Roma vio una marcha masiva con Greta Thunberg y la relatora ONU Francesca Albanese, quien generó polémica al condenar el ataque pero llamarlo “monito a la prensa para contextualizar mejor Palestina”, lo que Meloni y figuras del PD como Matteo Lepore tildaron de “inconcebible” y “horroroso”. Albanese aclaró en Facebook: “Condeno firmemente la violencia; la rabia contra un sistema mediático distorsionador es comprensible, pero la violencia fortalece al opresor”. Fanpage.it y otros medios enviaron solidaridad, recordando que cubren Gaza “en primera línea” sin justificar la agresión.
En un país donde el 64% ve la crisis gazatí como “muy grave” (sonda de La Stampa), el asalto a un icono periodístico como La Stampa –fundado en 1867– aviva el debate sobre límites del activismo. ¿Disenso legítimo o intimidación squadrista? Mientras la policía avanza en identificaciones, Turín cierra filas: la prensa no se calla, pero el eco de “giornalisti terroristi” resuena como advertencia en tiempos de polarización global.

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