Washington/Caribe, 1 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA- Las advertencias del almirante retirado James Stavridis, ex Comandante Supremo Aliado de la OTAN, encendieron nuevas alarmas sobre la profundidad y el significado estratégico del creciente despliegue militar de Estados Unidos frente a Venezuela. Sus declaraciones, formuladas con la frialdad analítica que caracteriza a los altos mandos, reflejan que la orden del presidente estadounidense de “cerrar” el espacio aéreo venezolano dista de ser un gesto protocolar: constituye, dijo, “una orden estratégica” y un indicio de que el escenario militar entra en una etapa crítica.
Stavridis recordó que en operaciones previas —Kosovo, Libia, Siria— el mismo patrón antecedió a acciones directas: primero, la advertencia para proteger la aviación civil; luego, la fase silenciosa en la que “los Tomahawk vuelan a ras del mar”. La analogía sugiere que la Casa Blanca está enviando un mensaje inequívoco a Caracas en medio de un despliegue sin precedentes en el Caribe.
El ex jefe aliado precisó que la región dejó de ser un tablero político para convertirse en uno estrictamente militar. Actualmente, Estados Unidos mantiene más de una docena de buques de guerra, varios miles de marines y un portaaviones clase Ford —la plataforma naval más avanzada del mundo— frente a las costas venezolanas. “Esa no es una fuerza de interdicción. Es una fuerza de coerción estratégica”, advirtió, desmontando la versión oficial de Caracas que busca presentar la operación como una simple acción antidrogas. “Un despliegue así no se mueve para perseguir lanchas rápidas: se mueve para cambiar decisiones al más alto nivel. O para cambiar regímenes”, afirmó.
Sobre la mesa del presidente Trump 47 —según enumeró Stavridis— hay un menú escalonado de opciones militares: golpes quirúrgicos contra estructuras narcotraficantes; ataques a infraestructura crítica; supresión de defensas aéreas; golpes directos al liderazgo militar; y, en el extremo, un desembarco de marines. “Cada escalón abre la puerta al siguiente”, explicó, subrayando que en este tipo de operaciones la lógica escalatoria rara vez se detiene una vez iniciada.
Stavridis enfatizó que Nicolás Maduro aún dispone de una salida “estrecha pero real”: aceptar un acuerdo y abandonar el país antes de que se active una fase cinética. “Un avión discreto, un aterrizaje silencioso en Moscú o La Habana, y el mundo seguirá girando. Pero si los misiles despegan, esa puerta se cierra para siempre”, sostuvo. El análisis se alinea con recientes gestiones diplomáticas discretas cuyo objetivo sería forzar una renuncia negociada que evite un choque militar de alto costo.
Para Washington, insistió el ex comandante, el narcotráfico venezolano ya constituye “un acto de guerra”, y cuando esa categoría aparece en la doctrina estadounidense, “el ‘si’ desaparece; solo queda el cuándo”. Según Stavridis, lejos de tratarse de una advertencia rutinaria, el mensaje de la Casa Blanca es un ultimátum: “Toma el acuerdo y vete. Después de esto, ya no habrá negociación”.
La advertencia final fue la más contundente: “Cuando un portaaviones de clase Ford se estaciona frente a tu costa, el reloj no corre a tu favor; corre en tu contra”. Para el militar, la historia demuestra que cuando Estados Unidos despliega fuerzas “demasiado grandes para una misión demasiado pequeña”, no está mostrando músculo, sino preparando una transición. En su lectura, Maduro aún puede evitar la tormenta, “pero solo si se mueve ahora”.
Mientras tanto, la tensión crece en el Caribe y en las capitales regionales se multiplican las consultas diplomáticas y militares ante un escenario que, según fuentes de defensa consultadas, evoluciona rápidamente hacia un punto de no retorno. Con el espacio aéreo venezolano declarado “cerrado” a la aviación civil por orden directa de Washington, el hemisferio observa una señal inequívoca: la fase de advertencias podría estar llegando a su fin.

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