Filadelfia, 30/11/2025 – Total News Agency – TNA.– En un acto de provocación que ha encendido las redes sociales y generado repudio bipartidista, un grupo de manifestantes enmascarados pro-palestinos apiló y prendió fuego a docenas de banderas estadounidenses frente al icónico City Hall de Filadelfia este sábado, mientras ondeaban estandartes palestinos sobre las llamas y coreaban consignas contra Israel y Estados Unidos. La quema, filmada en vivo por los propios participantes, formó parte de una marcha antiisraelí de unas 400 personas que desfiló por el centro de la ciudad, chocó con la policía y derivó en vandalismo callejero, con múltiples arrestos reportados por las autoridades locales.

Videos virales muestran a los activistas, muchos con pasamontañas y keffiyehs, acumulando las banderas en el pavimento de la Plaza Dilworth, rociándolas con acelerante y encendiendo el fuego mientras entonaban “Free Palestine” y “Intifada Revolution”. “AmeriKKKa” –una deformación racista del nombre del país– se repetía en carteles y publicaciones promocionales que tildaban al Día de la Independencia estadounidense como “ilegítimo” y al gobierno de Joe Biden como “cómplice del genocidio”.
La manifestación principal, organizada por la Philly Palestine Coalition y colectivos como Students for Justice in Palestine (SJP), partió de Rittenhouse Square bajo el lema “All Out for Gaza”, atrayendo a unos 400 participantes que marcharon hacia el City Hall. Allí, el grueso del grupo se dispersó en escaramuzas con la policía de Filadelfia, que describió secciones de la protesta como “actos de vandalismo” por daños a propiedad pública y obstrucción de vías. La fuerza policial solicitó refuerzos adicionales, incluyendo unidades antidisturbios, para contener a los manifestantes que arrojaron objetos y bloquearon el tráfico en Market Street. Al menos seis arrestos se registraron por cargos menores como desorden público y agresión a oficiales, según un comunicado oficial del Departamento de Policía de Filadelfia. Ningún herido grave se reportó, pero el incidente obligó a cerrar temporalmente accesos al edificio municipal.
Paralelamente, en Rittenhouse Square –el pulmón verde del centro urbano–, otro núcleo de activistas se congregó para el mismo evento, exhibiendo abiertamente símbolos de Hezbolá y Hamás, ambas designadas como organizaciones terroristas por el Departamento de Estado de EE.UU. desde 1997 y 1995, respectivamente. Banners con los escudos de estos grupos –el rifle cruzado de Hezbolá y la silueta verde de Hamás– flameaban junto a banderas palestinas, mientras oradores del Black Alliance for Peace y la Freedom Road Socialist Organization (FRSO) elogiaban la “resistencia” palestina como “guía luminosa” y justificaban el asalto de octubre de 2023 como “ruptura de la prisión a cielo abierto de Gaza”. Una oradora de FRSO leyó un manifiesto que celebraba la “Operación Al Aqsa Flood” –nombre de Hamás para el ataque que dejó 1.200 muertos en Israel– como “paso histórico hacia la liberación”, coreado por la multitud con “Resistencia es gloriosa, seremos victoriosos”.
Las protestas, promocionadas en Instagram y TikTok con hashtags como #GlobalIntifada y #BoycottBiden, enmarcaban a EE.UU. como “financiador del apartheid israelí” por su apoyo militar a Tel Aviv –USD 3.800 millones anuales en ayuda–, y criticaban la cobertura mediática como “propaganda sionista”. En un video subido por un colectivo autónomo, un manifestante grita: “Desde Filadelfia a Gaza, la ocupación es un crimen”, mientras quema una bandera. La Philly Palestine Coalition, coalición de más de 100 grupos locales formada en 2023, negó vínculos directos con Hamás pero defendió el “derecho a la resistencia armada” en comunicados posteriores, alegando que los símbolos terroristas eran “expresiones individuales”.
La respuesta oficial fue inmediata y unificada, un raro consenso en la polarizada política estadounidense. El alcalde de Filadelfia, Cherelle Parker (demócrata), condenó el acto como “ataque a nuestros valores fundacionales” en un tuit, prometiendo “persecución exhaustiva de vándalos”. El gobernador Josh Shapiro (demócrata y judío) lo tildó de “antisemitismo flagrante, no protesta pacífica”, recordando incidentes similares en la ciudad durante el 4 de julio de 2024, cuando se quemaron banderas en el mismo sitio. Desde el Partido Republicano, el senador Lindsey Graham exigió “deportaciones inmediatas para no ciudadanos involucrados” y vinculó el evento a “apoyo al terrorismo importado”. La Liga Antidifamación (ADL) documentó el suceso como parte de una ola de 200 protestas antiisraelíes en campuses y calles desde octubre de 2023, con “apoyo explícito a Hamás” en al menos 50 eventos, incluyendo banderas de Hezbolá en Filadelfia.
Expertos en extremismo, como el Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad de San Diego, atribuyen el auge a la radicalización online post-7/10, con un 300% más de contenido pro-Hamás en TikTok. En Filadelfia, epicentro de la comunidad judía (250.000 personas), el incidente reaviva temores: la Liga Judía local reportó un 400% de aumento en incidentes antisemitas desde el conflicto. Mientras la policía analiza videos para más identificaciones, la ciudad –sede de la Declaración de Independencia– enfrenta un dilema: ¿libertad de expresión o límite al odio? En redes, el #PhillyBurns divide: para unos, “resistencia legítima”; para otros, “traición incendiaria”. El eco de las llamas persiste, como recordatorio de fracturas profundas en la nación.

Argentina
España
USA
Israel















