Buenos Aires, 1 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA- La conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) volvió a marcar diferencias con el Gobierno al advertir que no apoyará ninguna reforma laboral considerada “regresiva” y denunciar que existe una “falta de voluntad” oficial para abrir una instancia real de negociación. El planteo fue encabezado por el cosecretario general Cristian Jerónimo, quien alertó además por el deterioro económico, el cierre de empresas y la pérdida creciente de puestos de trabajo en la industria.
Jerónimo, también titular del Sindicato del Vidrio (SEIVARA), remarcó que la central obrera no se niega a debatir cambios en el mercado laboral, pero exigió que el Ejecutivo convoque formalmente a una mesa de diálogo institucional. “Hasta que el Gobierno no convoque y no construya un ámbito de negociación conjuntamente con la parte que representamos los intereses del mundo del trabajo, nosotros no estaremos de acuerdo con ninguna reforma regresiva”, afirmó en declaraciones radiales.
El dirigente desmintió que la CGT desconozca los lineamientos de la iniciativa oficial y aseguró que la información disponible proviene de “bufetes de abogados del sector empresarial”. Según indicó, esos borradores contienen disposiciones que, a juicio de la central sindical, implican retrocesos en derechos adquiridos y no favorecen la creación de empleo formal. “Son totalmente regresivos y no acompañan a lo que supuestamente estaría apostando el Gobierno, que es a empujar el crecimiento del trabajo”, señaló.
A la preocupación por el contenido de la reforma se suman las señales que deja la coyuntura económica. Jerónimo advirtió que los indicadores que relevan los sindicatos muestran un escenario crítico para la industria nacional. “Lo que estamos viendo en los últimos días va a contramano de eso: hay cierre de empresas, pérdida de puestos de trabajo y estamos en un momento crítico de la industria argentina”, enfatizó. En ese sentido, sostuvo que la desindustrialización actual está directamente vinculada con “la profunda recesión y la falta de consumo”, factores que afectan de manera severa a las pequeñas y medianas empresas.
Pese a su postura crítica, el dirigente consideró que el mundo del trabajo atraviesa transformaciones estructurales que requieren un debate serio y actualizado. “El mundo del trabajo tal cual como lo conocíamos ha cambiado”, reconoció, y planteó la necesidad de buscar mecanismos que permitan incorporar a trabajadores informales a un régimen de mayor protección. Pero insistió en que ese proceso debe darse sin desmantelar herramientas que, según la CGT, han demostrado eficacia para ordenar las relaciones laborales.
En ese marco, reivindicó a los convenios colectivos como instrumentos centrales de la negociación laboral en Argentina. Citó como ejemplos los acuerdos alcanzados en la industria automotriz y en el sector petrolero, que a su entender aportaron previsibilidad, mejoras en la productividad y ampliación del empleo formal. La CGT sostiene que esos modelos de negociación sectorial desmienten la idea de que la normativa actual impide el desarrollo o la competitividad.
Jerónimo también cuestionó las versiones que indican que la reforma incluiría la eliminación de la obligatoriedad de la cuota sindical. Calificó esa propuesta como “una falacia” y aseguró que se trata de “una construcción que hace el Gobierno para degradar y denostar a las organizaciones sindicales”. Según el dirigente, la discusión sobre el financiamiento gremial está siendo utilizada como una maniobra política para debilitar la representación de los trabajadores.
En un contexto de tensiones crecientes entre la administración nacional y el movimiento obrero, la CGT busca reforzar su rol como actor decisivo en la negociación de cualquier reforma estructural. El avance o retroceso del proyecto laboral dependerá en gran medida de la capacidad del Gobierno para abrir un canal de diálogo que hoy, según la central sindical, todavía no existe.

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