BUENOS AIRES, 3 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA-La sesión preparatoria en la Cámara de Diputados, donde 127 legisladores electos juraron sus bancas, derivó en un escándalo por los exabruptos captados por un micrófono abierto durante la ceremonia. Los comentarios impropios hacia diputadas generaron repudios públicos y reavivaron el debate sobre el respeto institucional y la convivencia parlamentaria.
Qué pasó
- Al asumir su papel como presidente de la jura —por ser el diputado de mayor edad— el chaqueño Gerardo Cipolini, de la Unión Cívica Radical (UCR), presidió la ceremonia.
- En al menos tres ocasiones, la transmisión oficial captó frases denigrantes que el micrófono dejó al aire, cuando Cipolini hizo comentarios sobre la apariencia de diputadas que recién juraban: “Rosario Goitía… che, ¡qué buena que está…!”, “¡Che, qué linda!”, entre otras expresiones.
- Los episodios se registraron en los momentos previos o inmediatamente posteriores a los juramentos de legisladoras provenientes de distintas provincias —incluyendo representantes del Chaco, Formosa y San Luis—, lo que generó malestar entre varias bancadas.
Reacciones inmediatas
- La diputada Cecilia Moreau —miembro de la bancada opositora— tomó la palabra para repudiar los dichos y exigió una disculpa pública. «Las mujeres somos mucho más que un buen culo, un cuerpo. Somos cabeza, corazón, idea, coraje y perseverancia», afirmó ante el pleno.
- Cipolini negó la autoría de los comentarios, alegando que la supuesta filtración podría deberse a “manipulación tecnológica” o errores en el sistema de audio. «No voy a pedir perdón por algo que no he dicho», sostuvo.
- La polémica trascendió rápidamente: los audios se viralizaron en redes y medios, provocando preocupación sobre la imagen institucional del Congreso y cuestionamientos sobre la idoneidad de quienes conducen ceremonias protocolares.
Contexto político de fondo
La jura de los diputados coincidió con un reordenamiento parlamentario: el bloque oficialista La Libertad Avanza (LLA) consiguió consolidarse como primera minoría en la Cámara baja tras la migración de legisladores y fracturas en los bloques tradicionales.
La jornada contó con la presencia del presidente Javier Milei en el recinto, junto a miembros de su gabinete y principales referentes del oficialismo, lo que potenciaba el simbolismo del acto.
Sin embargo, los incidentes de índole misógina y los exabruptos captados por micrófono abierto eclipsaron —al menos momentáneamente— la narrativa oficial de «renovación» y «transparencia institucional» que el Gobierno y sus aliados buscaban destacar.
Implicancias y desafíos
El episodio pone en evidencia debilidades en los protocolos técnicos y de comportamiento en actos oficiales: la falla de un micrófono prendido permitió la difusión de ofensas que vulneran la dignidad de representantes electas y la imagen del Congreso.
A su vez, la controversia podría degradar la credibilidad del nuevo bloque mayoritario, especialmente en un contexto donde se espera que la Cámara avance con una agenda legislativa ambiciosa. Si no se gestionan adecuadamente las sanciones o respuestas institucionales, el escándalo podría complicar alianzas y negociaciones en el corto plazo.
La polémica también sirve como alerta sobre el sexismo latente en espacios de poder, encendiendo una discusión sobre la cultura política imperante y la necesidad urgente de sanciones simbólicas y materiales para preservar la igualdad de género y el respeto parlamentario.

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