Panorama general: un Estado híbrido en la antesala del conflicto
Venezuela ingresa en una fase crítica. La profundización del cerco militar, diplomático y económico de Estados Unidos contra el régimen de Nicolás Maduro ha puesto en tensión la arquitectura de poder que sostiene al chavismo desde hace más de una década: un Estado híbrido, donde grupos criminales armados, guerrillas binacionales y organizaciones paraestatales se integran a las funciones de seguridad, control territorial y administración económica.
En este ecosistema, las alianzas criminales ya no son meros soportes tácticos, sino pilares estratégicos del modelo de gobernanza de Maduro. De allí que, ante una eventual operación militar estadounidense —cuyos indicios se han multiplicado desde septiembre—, el rol de estas estructuras podría determinar tanto la resistencia inicial del régimen como el grado de inestabilidad posterior a su caída.
Las señales de Washington fueron claras: el cierre del espacio aéreo venezolano anunciado por Donald Trump, la destrucción de más de 21 embarcaciones catalogadas como vectores de narcotráfico, la designación del Cartel de los Soles como Organización Terrorista Extranjera y la autorización presidencial para operaciones encubiertas de la CIA dentro del país. La Casa Blanca interpreta a Venezuela no solo como un adversario político, sino como un nodo central de redes criminales transnacionales que operarían con protección estatal.
Este planteo abre un interrogante de peso: ¿cómo reaccionarán esas mismas organizaciones criminales si Estados Unidos concreta una intervención militar?
El eje urbano: colectivos armados entre la lealtad política y la economía ilegal
Los colectivos representan la retaguardia política tradicional del chavismo, pero su capacidad actual para sostener una resistencia urbana sostenida es incierta. Aunque mantienen presencia territorial en Caracas —particularmente en el 23 de Enero— y en estados como Miranda, Lara, Táchira, Anzoátegui y Bolívar, su rol ha mutado profundamente desde 2013.
Son estructuras armadas con acceso a armas cortas y fusiles, inserción comunitaria y décadas de funcionamiento como instrumentos de represión política, vigilancia social y control territorial. Sin embargo, su degeneración hacia economías ilegales, extorsión, control de mercados negros y alianzas con funcionarios corruptos ha debilitado la motivación ideológica que los caracterizaba en tiempos de Hugo Chávez.
Si Estados Unidos ejecutara un desembarco o un bloqueo intensivo, la mayoría de los colectivos enfrentaría un dilema: defender al régimen o preservar sus negocios. La evidencia reciente —incluida su limitada participación en la represión poselectoral de 2024— muestra que el incentivo predominante es de supervivencia, no de sacrificio político.
Aun sin actuar militarmente en defensa de Maduro, los colectivos permanecerían como actores relevantes en un escenario posconflicto, lo que anticipa un período de violencia fragmentada y disputas territoriales entre estructuras armadas, grupos emergentes y fuerzas estatales en reorganización.
El eje fronterizo: el ELN como actor militar decisivo, pero con lealtad condicionada
La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) constituye el actor armado con mayor capacidad real de combate en territorio venezolano. En más de una década, el grupo insurgente consolidó una infraestructura paramilitar en los estados de Apure, Zulia, Táchira, Amazonas, Monagas, Bolívar y Anzoátegui, operando como autoridad de facto en pasos fronterizos, zonas mineras y corredores de narcotráfico.
Su estructura militar descentralizada —ocho Frentes de Guerra, tres activos en Venezuela— y su experiencia de más de sesenta años de conflicto armado le otorgan superioridad táctica sobre cualquier otro actor no estatal del país.
Aun así, su lealtad hacia el régimen de Maduro no es absoluta. El ELN mantiene una alianza funcional basada en:
- Control de economías criminales (oro, narcotráfico, contrabando).
- Intercambio político limitado: protección estatal a cambio de estabilización territorial.
- Conveniencia estratégica frente a presiones militares colombianas.
Si Estados Unidos avanzara militarmente, el ELN podría optar por una resistencia localizada, especialmente en zonas selváticas y fronterizas, dificultando operaciones terrestres prolongadas. Sin embargo, no está claro que la guerrilla esté dispuesta a exponerse a un enfrentamiento directo con fuerzas estadounidenses, que implicaría un desgaste militar sin beneficios garantizados.
Dado que su presencia está profundamente arraigada y sus fuentes de financiamiento seguirán disponibles incluso tras un cambio de gobierno, el ELN seguirá siendo un actor permanente en Venezuela, independientemente del desenlace político nacional.
El Cartel de los Soles: estructura dispersa, poder real
La designación del Cartel de los Soles como organización terrorista eleva el conflicto a un plano geopolítico. Aunque el concepto no describe una estructura jerárquica clásica, sí identifica una red de oficiales de fuerzas armadas, políticos y operadores civiles involucrados en la logística del narcotráfico, amparados en la captura institucional del Estado venezolano.
Su rol en una intervención sería complejo:
- Algunos sectores podrían intentar resistir para evitar extradiciones y condenas penales.
- Otros, especialmente actores de rango medio, podrían buscar acuerdos con fuerzas extranjeras a cambio de protección o reducción de cargos.
- El desmembramiento del cartel, producto de fracturas internas, podría desencadenar violencia de élites, fuga de operadores y disputas por corredores de tráfico.
En términos estratégicos, el Cartel de los Soles no funciona como un brazo militar cohesionado, pero sí como la columna económica que sostiene gran parte del financiamiento paralelo del régimen. Su reacción ante un colapso político será clave para definir la estabilidad inicial del país.
Escenarios probables ante una intervención militar de Estados Unidos
TNA identifica tres escenarios principales, basados en dinámicas históricas y en el comportamiento reciente de los actores armados:
1. Resistencia fragmentada breve
- Los colectivos se limitan a acciones simbólicas en zonas urbanas.
- El ELN evita confrontación directa y se repliega a zonas rurales.
- Las fuerzas armadas venezolanas sufren deserciones rápidas.
- Resultado: caída acelerada del régimen y proliferación de actores armados autónomos.
2. Resistencia prolongada tipo insurgencia
- Sectores del ELN se movilizan para ralentizar la intervención.
- Redes del Cartel de los Soles financian resistencia irregular.
- Colectivos urbanos operan como células de hostigamiento.
- Resultado: estabilización lenta y riesgo de conflicto interno prolongado.
3. Colapso interno y negociación forzada
- Fracturas en el Cartel de los Soles aceleran deserciones militares.
- Colectivos negocian control territorial a cambio de supervivencia.
- ELN se concentra en preservar sus rutas, sin defender a Caracas.
- Resultado: transición política acelerada pero con fragmentación criminal.
En los tres casos, Venezuela enfrentaría un período de reconfiguración profunda del ecosistema criminal, con impacto regional en Colombia, Brasil, Guyana y el Caribe.
Conclusión TNA: un conflicto donde el crimen organizado es un actor estratégico
La eventual intervención militar de Estados Unidos no solo confrontaría al régimen de Maduro, sino al complejo entramado criminal que sostiene su poder territorial, económico y social. Colectivos, ELN y redes vinculadas al Cartel de los Soles no son aliados ideológicos, sino socios transaccionales, cuyas decisiones estarán guiadas por el cálculo de supervivencia.
La pregunta ya no es si estos actores participarán o no en un conflicto —porque inevitablemente estarán involucrados—, sino bajo qué lógica lo harán: defensa del régimen, autopreservación o reacomodamiento oportunista.
En un país donde el Estado y el crimen se han fusionado, cualquier intervención militar extranjera tendrá un resultado incierto, pero un efecto seguro: no habrá un día después sin la presencia activa de estos actores en la redefinición del poder en Venezuela.
China en Venezuela — intereses, alianzas y su papel potencial ante una intervención estadounidense
China como actor estructural en la Venezuela chavista
Desde comienzos del siglo XXI, Venezuela se convirtió en uno de los principales socios de China en América Latina. Entre 1999 y 2018, Beijing canalizó préstamos e inversiones por más de US$ 62.600 millones en créditos y más de US$ 6.000 millones en inversiones directas hacia el país suramericano.
Gran parte de ese financiamiento fue asegurado mediante acuerdos “petróleo por préstamos”: China invertía capital y Venezuela garantizaba pago con crudo futuro. Esa dinámica convirtió al petróleo venezolano —y por ende al control del país— en un activo estratégico para China.
Más allá del petróleo, la cooperación bilateral se expandió hacia infraestructura, energía, telecomunicaciones, industria, minería y proyectos públicos. Por ejemplo, China participó en el desarrollo de ferrocarriles, proyectos de vivienda, modernización del sistema eléctrico, y en la exploración minera.
Así, China no es un actor pasajero: construyó una relación estratégica de largo plazo, con intereses profundos —económicos, energéticos, industriales y geopolíticos— que vinculan su futuro con el de Venezuela.
Declaraciones recientes: respaldo diplomático y advertencias contra intervención externa
Ante la escalada militar de EE.UU. alrededor de Venezuela, China ha adoptado una postura diplomática clara: se opone a cualquier acción que viole la soberanía del país. El portavoz de su Ministerio de Relaciones Exteriores declaró que Beijing rechaza intervenciones externas bajo cualquier pretexto y exige respeto al orden internacional y los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Al mismo tiempo, el gobierno chino ha reiterado su compromiso con la “soberanía, seguridad nacional y dignidad” de Venezuela.
No obstante, según analistas citados por prensa internacional, pese al tono beligerante en lo diplomático, China parece muy reticente a ofrecer apoyo militar directo en caso de una intervención estadounidense.
Este patrón de conducta —fuerte respaldo diplomático y económico, pero abstención militar— coincide con la estrategia habitual de China: defender sus intereses estratégicos sin exponerse directamente en conflictos de alto riesgo.
¿Qué busca China realmente en Venezuela? Prioridades e incentivos
• Asegurar acceso al petróleo y recursos energéticos
Venezuela posee unas de las mayores reservas de crudo del mundo; para China, importarlo e invertir en su industria petrolera ha sido clave. Los contratos “oil-for-loans” le aseguran suministro preferencial —una pieza crítica en su matriz energética.
• Infraestructura e integración logística
La cooperación no solo se limita al petróleo: empresas chinas han tenido contratos en puertos, electricidad, minería, comunicaciones e infraestructura. Esto le da a China una presencia logística e industrial relevante, con potencial para integrar a Venezuela en su red más amplia de comercio global e inversiones.
• Influencia geopolítica en el Caribe y Latinoamérica
Mantener a Venezuela como aliado le permite a China consolidar un espacio de influencia en el Caribe —una región tradicionalmente bajo la esfera de control de EE.UU.— y proyectar su poder en América Latina.
• Un socio estratégico de largo plazo, no simplemente un cliente de emergencia
Aunque en los últimos años la intensidad de inversiones chinas en Venezuela ha disminuido —debido a la crisis del país y los problemas en los pagos—, China mantiene una estrategia de espera pragmática: conservar vínculos diplomáticos, presencia económica e influencia, listos para reactivar la cooperación si la situación se estabiliza.
¿Qué implicaciones tendría para una intervención estadounidense?
Al integrar este análisis con el esquema previamente expuesto sobre actores internos (colectivos, guerrillas, crimen organizado), emergen varios puntos críticos:
- Respaldo diplomático de China: La condena pública de Beijing contra una intervención refuerza la narrativa internacional del régimen venezolano sobre soberanía y agresión imperial. Esto puede ayudar a consolidar alianzas con otros países anti-intervención, dificultando la maniobra diplomática de Washington.
- Intereses económicos que condicionan la respuesta china: Aunque China rechaza la intervención, su enorme exposición financiera le impide asumir riesgos militares. Esto significa que su apoyo será limitado a sanciones diplomáticas, diplomacia pública y posiblemente ayuda económica/civil post-conflicto, pero no a una intervención armada directa.
- Incertidumbre geopolítica post-Maduro: Si el régimen cae, China podría perder su garante local; sus inversiones y contratos quedarían en riesgo. Esto la motiva a asegurar cláusulas de protección, participación en negociaciones internacionales y presencia en cualquier gobierno de transición.
- Potencial rivalidad con EE.UU. en un contexto post-conflicto: Cualquier cambio de régimen en Venezuela que abra puertas a EE.UU. podría ser interpretado como un retroceso al dominio hemisférico de Washington, algo que Beijing buscaría contrarrestar aprovechando su legado económico, la deuda acumulada y sus lazos históricos.
Integración del factor chino en el panorama general del conflicto venezolano
La presencia de China en Venezuela no puede ser vista como secundaria o coyuntural: forma parte del andamiaje estructural que sostiene la geopolítica y la economía del régimen desde hace décadas. En un informe de inteligencia como el de TNA, es fundamental considerarla como un actor externo con intereses definidos y potencial de influencia global en la región, aunque con limitaciones claras.
En consecuencia, cualquier estrategia de intervención de EE.UU.—militar, diplomática o de transición—debe contemplar no solo la fragmentación interna venezolana (colectivos, ELN, Cartel de los Soles), sino también la reacción estructural de potencias externas como China, que seguirán empujando su agenda de intereses energéticos, económicos y geopolíticos en América Latina.
Fuentes consultadas:
– Investigaciones de InSight Crime.
– Declaraciones oficiales del gobierno de Estados Unidos.
– Informes públicos del Departamento de Estado y autoridades militares.
– Declaraciones del ELN y reportes de prensa internacional.
Global Times
The Geopolotics
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