BUENOS AIRES, 6 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA-En una maniobra que provocó un fuerte temblor político y judicial, el Tribunal Oral Federal 1 de Comodoro Py absolvió por unanimidad a los ex jefes de Gabinete Aníbal Fernández y Jorge Capitanich en la causa Fútbol para Todos, declarando nula la acusación fiscal y cerrando de manera abrupta uno de los expedientes por corrupción más emblemáticos de la última década. La resolución se conoció en un momento llamativamente elegido: mientras la atención pública estaba concentrada casi por completo en el sorteo del Mundial 2026, un evento global que dominó la agenda mediática. Para muchos observadores, el horario escogido funcionó como un manto de humo que buscó restarle impacto al fallo.
El veredicto, comunicado de manera escueta desde Comodoro Py, sostuvo que la Fiscalía no había presentado una acusación válida al carecer de fundamentación suficiente, omitir la valoración integral de la prueba reunida y no formular conclusiones sólidamente motivadas. En consecuencia, el tribunal determinó que no podía iniciarse un juicio de responsabilidad penal. Según el TOF 1, la presentación del fiscal Miguel Ángel Osorio no cumplió con los requisitos exigidos por la ley procesal, por lo que se dispuso el cierre definitivo del proceso para todos los imputados, incluidos ex funcionarios nacionales y ex directivos vinculados a la administración de los fondos del programa.
La decisión dejó sin efecto, además, el pedido de decomiso de más de 450 millones de pesos que la Fiscalía había reclamado como presunto perjuicio contra el Estado. La investigación —originada por supuestas irregularidades en la administración de recursos públicos entre 2009 y 2015— quedó así cancelada antes de que el tribunal analizara el fondo del caso. Esto reavivó el debate sobre la falta de rendición de cuentas en programas financiados con dinero estatal y sobre la responsabilidad institucional en el manejo de fondos públicos para fines de difusión deportiva.
La particular sincronía entre el fallo y el sorteo mundialista fue señalada por el arco político opositor, que interpretó la maniobra como una estrategia para minimizar la repercusión de un sobreseimiento de alto voltaje. Mientras cientos de medios transmitían en directo la ceremonia internacional, el tribunal difundía un veredicto de enorme sensibilidad histórica, social y económica. Varios analistas remarcaron que no se trató de un hecho casual: la fecha y la hora permitieron que un caso que ocupó titulares durante años pasara casi desapercibido en el instante de su desenlace judicial.
El antecedente inmediato del fallo permite comprender su relevancia. Fútbol para Todos fue uno de los programas más cuestionados de la última era kirchnerista, tanto por su costo fiscal como por la opacidad en el reparto de fondos, la falta de auditorías serias y las sospechas de direccionamiento político. La causa judicial se extendió casi diez años y, pese a las expectativas de buena parte de la sociedad, termina ahora sin un solo debate oral sobre la responsabilidad de sus máximos administradores. Para sectores cercanos al oficialismo actual, el fallo constituye un ejemplo de las deficiencias estructurales del sistema judicial argentino, que —sostienen— oscila entre la lentitud, la ausencia de controles y decisiones que dejan a la ciudadanía sin saber qué ocurrió realmente con los recursos del Estado.
Fuentes del tribunal confirmaron que los fundamentos completos del fallo recién se conocerán en marzo de 2026. Solo entonces la fiscalía podrá evaluar si corresponde presentar un recurso ante la Cámara Federal de Casación Penal. Por lo pronto, la resolución deja un sabor amargo en términos institucionales: tras años de investigación, peritajes, testimonios y procedimientos, el caso se cierra sin explicaciones claras y sin una reconstrucción judicial de los hechos denunciados.
En un país donde los escándalos de corrupción suelen desvanecerse sin sentencias firmes, el sobreseimiento simultáneo al mayor evento deportivo del año parece haber coronado un cierre controvertido y oportunamente silencioso. La discusión pública continúa, pero la causa Fútbol para Todos queda, una vez más, circunscripta al terreno de las sospechas, lejos de las definiciones que alguna vez se esperaron.

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