Buenos Aires, 8 de diciembre de 2025 – Total News Agency-TNA-Beijing reaccionó hoy con dureza al nuevo giro de la política de seguridad estadounidense. A través de un portavoz de su cancillería, el régimen chino insistió en que la isla de Taiwán constituye una “parte inalienable” de su territorio y denunció que cualquier apoyo exterior a su gobierno en Taipei sería interpretado como una intromisión gravísima. “Taiwán es la primera línea roja que no puede cruzarse”, advirtió la nota oficial, en clara referencia al reciente documento estratégico de la Casa Blanca.
El texto de la US National Security Strategy 2025 —publicado la semana pasada por la administración Donald Trump— marcó como prioridad global la disuasión frente a posibles agresiones sobre el estrecho y ratificó que mantener “la superioridad militar” de Washington es clave para impedir un conflicto. Para ello, promueve el fortalecimiento de alianzas en la región del Indo-Pacífico y el armazón militar necesario para garantizar que cualquier ataque contra Taiwán tenga un costo “demasiado alto” para sus agresores.
Esta estrategia encendió las alarmas en Pekín, donde –mediante la voz de su diplomacia– se consideró que la publicación equivale a un “incitamiento” a fuerzas separatistas y un paso directo hacia la confrontación. Beijing no descartó ejercer una “defensa firme” de sus intereses soberanos, advirtiendo que responderá con contundencia a lo que considere una amenaza en la zona.
Para la isla, la ofensiva diplomática china no implicó sorpresa. El gobierno de Taipei, que ya había anunciado su intención de profundizar la cooperación militar con Estados Unidos mediante ejercicios conjuntos y transferencia de tecnología, consideró la nueva estrategia norteamericana como una protección de su derecho a la autodefensa.
Desde una perspectiva pro-Taiwán, este momento marca un punto de inflexión: la combinación de respaldo estadounidense y compromiso de Taipei responde a la necesidad de asegurar la paz, la democracia y la integridad territorial frente a una potencia revisionista. En este contexto, la comunidad internacional enfrenta una encrucijada: permitir que China consolide su dominio regional, o respaldar el derecho de los 23 millones de taiwaneses a definir su propio futuro.

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