Washington / Caracas, 9 de diciembre de 2025 – TNA–La declaración de Donald J. Trump de que “los días de Nicolás Maduro están contados” encendió esta mañana alarmas en Caracas y preparó el terreno para una nueva escalada diplomática — y tal vez militar — en el conflicto bilateral que mantiene a Venezuela y Estados Unidos en tensión. En una entrevista concedida al medio Politico, Trump evitó descartar una invasión terrestre a Venezuela, mientras reafirmó su propósito de combatir el narcotráfico que, según él, emana del régimen chavista.
La advertencia llega en medio de un despliegue militar norteamericano sin precedentes en el sur del Caribe, lo que ya había generado medidas de aislamiento aéreo desde Caracas. En ese marco, la mayoría de las aerolíneas internacionales suspendieron sus vuelos hacia Venezuela. El gobierno venezolano respondió revocando licencias de operación a compañías como Air Europa y Plus Ultra, profundizando el aislamiento del país.
Para muchos analistas, la jugada de Trump representa una apuesta audaz: si logra expulsar o derrocar al gobierno chavista, reescribiría el tablero geopolítico de América Latina. Pero esa apuesta conlleva un alto costo —un “impuesto” político y diplomático—: el riesgo de una escalada militar, una posible intervención directa y una condena internacional por vulnerar la soberanía venezolana.
Desde Caracas, el régimen intenta mostrarse firme. Pero la sombra de la presión militar, la caída de puentes aéreos y el aislamiento paulatino complican cualquier maniobra de sostén.
En paralelo, la nominación al Premio Nobel de la Paz de María Corina Machado —opositora venezolana— suma una nueva dimensión simbólica a la crisis: su eventual visibilidad internacional podrían fortalecer la narrativa de transición y reemplazo del régimen, lo que a su vez podría alimentar la “apuesta” de Estados Unidos.
El escenario que se perfila no es limpio ni seguro. Si la apuesta de Trump falla —o si Maduro resiste con apoyo interno y externo— el “impuesto” será elevado: riesgo de guerra, cruce de sanciones, miedo en la región, fragmentación social, más éxodo venezolano. Pero si la apuesta tiene éxito, Estados Unidos y sus aliados podrían tratar de reconfigurar la política venezolana desde afuera, con actores externos empoderados, como Machado y su entorno.
Hoy, Venezuela está en la encrucijada: con el tiempo contado, rodeada por el mar, sin cielos, bajo amenaza abierta. La suerte del apostador —en este caso, Trump y quienes lo respaldan— ya se juega con fichas muy altas.

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