Por Daniel Romero
BUENOS AIRES, 9 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA- La arquitectura clandestina que sostiene al régimen de Nicolás Maduro ha adquirido una proyección transnacional sin precedentes, según una serie de informes de inteligencia militar y análisis recientes de crimen organizado. En el centro de esa estructura aparece el denominado Cártel de los Soles, una organización criminal enquistada en las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), que actúa en alianza operativa con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y cuenta con vínculos activos con redes terroristas internacionales como Hezbolá. Esta convergencia, descrita por expertos como un “modelo híbrido de Estado criminal”, se ha consolidado como uno de los principales vectores de desestabilización regional en América Latina y el Caribe.
De acuerdo con inteligencia de agencias del Medio Oriente en poder de las Fuerzas Militares de Colombia —a la que accedió éste medio—, la relación entre el ELN y el régimen venezolano no es nueva: tiene más de cuatro décadas de desarrollo, apoyo logístico sostenido y una profunda interdependencia militar y económica. En la práctica, el ELN se ha convertido en el brazo armado externo del chavismo, operando como un proxy estratégico que permite al régimen proyectar fuerza más allá de sus fronteras, proteger sus economías ilícitas y mantener capacidad de presión sobre los gobiernos de la región.
Los reportes revelan la existencia de campamentos activos del ELN en los estados venezolanos de Zulia, Apure y Amazonas, todos bajo protección directa de unidades de la FANB. Allí se habrían refugiado líderes del Comando Central, como alias Gabino, Pablo Beltrán y Pablito, quienes habrían consolidado un corredor seguro para movimientos de personal, entrenamiento y trasiego de bienes ilícitos. Para los analistas consultados, este respaldo estatal ha permitido que la guerrilla colombiana ocupe zonas estratégicas a lo largo de la frontera, especialmente en Arauca y el Catatumbo, donde el repliegue de las FARC abrió un vacío que el ELN aprovechó mediante operaciones financiadas por el narcotráfico, el contrabando de oro y la extorsión.
El soporte de la FANB no solo facilitó el posicionamiento del ELN en áreas limítrofes, sino que, de acuerdo con los informes, también habría bloqueado el avance de las disidencias de las FARC en los cruces fronterizos, favoreciendo a la guerrilla aliada del chavismo. Estas maniobras habrían modificado el equilibrio del conflicto interno colombiano y ampliado la influencia territorial del Cártel de los Soles, que opera como administrador de rutas ilegales hacia Brasil, el Caribe y África Occidental.
La coordinación de estas operaciones estaría supervisada por altos funcionarios del régimen, con especial protagonismo del ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Diosdado Cabello. Según las investigaciones citadas, Cabello tendría un rol directo en la logística, planificación y supervisión de acciones conjuntas entre la FANB y el ELN. Entre ellas figuran incursiones transfronterizas atribuibles formalmente al ELN, que dejaron decenas de muertos, miles de desplazados y la recuperación de cargamentos de droga disputados entre grupos criminales. Para varios analistas de inteligencia, este nivel de integración marca un punto de inflexión: las operaciones conjuntas ya no responden solo a intereses delictivos, sino a un diseño estratégico que fortalece al régimen y amplía su capacidad de influencia internacional.
La red también enlaza al chavismo con actores globales. Investigaciones independientes describen operaciones financieras entre el régimen y Hezbolá, facilitadas por empresas iraníes radicadas en Caracas y vuelos de la aerolínea Mahan Air, que habrían sido utilizados para trasladar fondos y cargas ilícitas entre Sudamérica, África y Medio Oriente. En paralelo, el ELN utiliza puertos venezolanos como La Guaira o Puerto Cabello para exportar cocaína hacia África Occidental —especialmente Guinea-Bissau, Cabo Verde y Camerún— y desde allí hacia Europa, articulando rutas en alianza con cárteles brasileños que controlan corredores amazónicos.
Organizaciones venezolanas que monitorean la presencia guerrillera han documentado, además, que los frentes Nororiental y Oriental del ELN reciben asistencia de grupos criminales brasileños y células de Hezbolá que operan en la frontera, reforzando la capacidad logística y financiera de la red. Esta convergencia, advierten analistas internacionales, configura una amenaza hemisférica: un ecosistema criminal sostenido por un Estado que ofrece refugio, impunidad y recursos a organizaciones terroristas, guerrillas insurgentes y redes de narcotráfico de alcance global.
Para expertos en seguridad continental, el régimen de Maduro se ha transformado en un actor capaz de proyectar inestabilidad más allá de sus fronteras, alterar el equilibrio político regional y condicionar la seguridad de países vecinos mediante una trama ilícita que combina armas, drogas, oro, financiamiento clandestino y alianzas con grupos considerados terroristas por la comunidad internacional.
Fuentes consultadas: informes de inteligencia militar; análisis de InSight Crime; International Crisis Group; investigaciones periodísticas regionales; reportes del Atlantic Council.

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