Por Fernando Gabriel Zarabozo *- Especial Total News Agency-
Contemplo diariamente como la situación en la Ciudad de Rosario, y sus alrededores, se va degradando.
El escenario rosarino nos muestra dos realidades paralelas. Por un lado, un espectáculo dantesco colmado de homicidios por encargo, atentados, disputas territoriales, el florecimiento –y consolidación- del negocio del narcotráfico. Todo ello relacionado con el lavado de dinero y la corrupción.
Paralelamente, advertimos mandatarios, funcionarios, Jueces, Fiscales y otros “estudiosos”, que ensayan excusas y justificaciones de porque ocurren estos dramáticos sucesos, sin asumir ninguna responsabilidad en ello, pretendiendo responsabilizar a otros. La Provincia culpa a la Nación y esta hace lo propio con la Provincia. Mientras tanto los rosarinos observan impávidos y se preguntan a quién recurrir para poder vivir con tranquilidad.
Se ha escrito mucho sobre el fenómeno del narcotráfico, no solo sobre nuestra realidad local sino comparando otras experiencias regionales y otros continentes.
Como primer punto, hay que entender que el narcotráfico y el crimen organizado tienen un objetivo estratégico, que consiste en obtener rentas por realizar actividades prohibidas o consideradas criminales. Para ello, crea un mercado que le permite vender sus productos, tratando de consolidarlo y ampliarlo si fuera posible.
Para ello despliega numerosas estrategias para insertarse en el sistema, mediante la corrupción, interactúa con los responsables de controlar, juzgar y sancionar estas manifestaciones criminales. Asimismo, para mejorar su posición estratégica realiza maniobras de lavado de dinero.
Es importante entender, que el crimen organizado no se comporta de la misma forma en todas las latitudes y longitudes. Esta variabilidad proviene de las reglas de juego (informales) que percibe respecto del funcionamiento del sistema institucional.
Es en función de cómo perciben esas reglas, y luego de realizar un análisis de costo y oportunidad, que el narcotráfico adopta una forma de comportamiento en un sistema institucional.
El Crimen organizado es un actor racional que piensa en su actividad como si fuera un negocio o una empresa, con algunas particularidades, y en función de ello interactúa estratégicamente con las diversas manifestaciones del Estado y con otros competidores.
Los sucesos de Rosario nos indican dos cuestiones. En primer término, que hay una disputa territorial por ciertos negocios, y en segundo lugar que las instituciones estatales tienen algunas “particularidades” que inciden a que los actores criminales se comporten de determinada manera.
Mirando la experiencia de Rosario, es importante entender por qué en esta Ciudad esta interacción entre organizaciones criminales se transformó en una situación altamente violenta.
La primera respuesta es que fallaron mecanismos de coordinación entre los actores criminales, y en lugar de ponerse de acuerdo y repartirse espacios, mercados, corredores y rutas por donde circulan los productos ilegales que ofrecen, optaron por el conflicto.
Cuál es la causa de ello?. Son varias, pero una merece una especial consideración. Hay un nuevo actor que pretende ocupar espacios que eran ocupados por otros. En este marco es importante tomar en cuenta el PCC (Primer Comando da Capital), que se ha hecho presente en Rosario –y otros lugares también- para aprovechar algunas ventajas que le ofrecen los esquemas institucionales del país.
En base a ello, y creando relaciones o asociaciones muy ventajosas realiza algunas operaciones de narcotráfico por ejemplo desde el Puerto de Rosario, o en rutas para mover estupefacientes hacia la región metropolitana, con diferentes destinos.
Respecto a las particularidades de las instituciones estatales, Argentina transita un momento muy especial. Tenemos instituciones que están gravemente afectadas por la corrupción, gran flagelo para cualquier política pública, pero en especial para la de Seguridad.
La corrupción no es exclusivamente una referencia a la Policía de Santa Fe, como a veces intenta justificar el Gobernador Perotti por los reiterados fracasos que ha tenido en su gestión.
Otras instituciones tienen el mismo problema. Algunos miembros de la misma Legislatura de esa Provincia, la Justicia Local y Federal, e integrantes de fuerzas federales han logrado concretar acuerdos con el Crimen Organizado que hicieron posible las operaciones.
La cantidad de casos de corrupción es importante. Con mayor o menor repercusión presenciamos algunas investigaciones que desvisten esta situación, pero lógicamente resultan muy inferiores respecto a todos los casos que se podrían mencionar.
Otra cuestión a analizar es la coordinación, eficacia, capacitación y compromiso que tienen las fuerzas policiales y de seguridad, el Poder Judicial, las agencias penitenciarias para poder lidiar con el Crimen Organizado.
La coordinación brilla por su ausencia. Las agencias del Estado trabajan como compartimentos estancos. Cada una quiere conservar su espacio de autonomía y poder. Este panorama es la receta segura para el fracaso. Argentina necesita tener una estrategia de la que carece, en la que todas las partes del sistema caminen hacia un mismo objetivo, aun teniendo objetivos y entendimientos diferentes.
Algunas iniciativas para mejorar la coordinación entre Fuerzas de Seguridad (Centros de Fusión de Inteligencia) no logran funcionar. Tampoco hay ningún deseo de mejorar la coordinación entre el Poder Judicial y las Fuerzas de Seguridad. Cada uno mira su propia pantalla del celular.
Nuestras instituciones no son eficaces, fundamentalmente porque no trabajan bien. No desconozco la incansable tarea de distintos funcionarios y agentes, pero como conjunto fallamos.
La misma realidad de Rosario nos muestra que nuestras instituciones no pueden garantizarnos vivir con tranquilidad y seguridad.
La realidad de Rosario hoy, se asemeja cada vez más a distintos momentos que se vivieron en lugares puntuales de México, Colombia, Brasil y Salvador, previos a que la Sociedad decidiera dar un cambio de rumbo en las Estrategias que se venían llevando a cabo. Cuando la Sociedad considero que ya no había más lugar para desidia e improvisación se aplicaron algunos cambios con diferentes resultados.
En relación a la capacitación es innegable que tenemos un grave problema aquí también.
Las distintas agencias que componen el Sistema de Seguridad (policiales y de seguridad) y de Justicia (Poder Judicial, Fiscalías y agencias penitenciarias) tienen entre si una diferencia mayúscula. Desde las políticas de reclutamiento, entrenamiento, capacitación y profesionalización hay una gran variabilidad.
Cada agencia tiene particularidades que serán los causantes de los problemas futuros. Por ejemplo, el Poder Judicial y el Ministerio Publico, que en teoría son quienes dirigen las investigaciones, desconocen como conducir una investigación de crimen organizado.
En relación a la Policía de la Provincia de Santa Fe hay grandes privaciones en la Escuela de Policía, desde la parte nutricional, el perfil de los docentes que allí imparten clases o las condiciones edilicias que afectan la calidad de vida de los cursantes.
Sin perjuicio que existen agentes y funcionarios altamente capacitados y comprometidos, ello no es una generalidad sino la excepción, por lo que resulta insuficiente para lograr resultados a mediano y largo plazo.
Las remuneraciones y las condiciones en la que cada agente y funcionario desarrolla su tarea son objeto de críticas también.
Debe existir un adecuado nivel de retribución y control para evitar que los agentes policiales, de seguridad y judiciales se vean tentados de llegar a acuerdos con el narcotráfico.
Finalmente, debemos estar alertas con la presencia de actores criminales regionales presentes en el país. La aparición en escena del PCC (Primer Comando da Capital) obliga a considerar esta variable con mucho detenimiento.
Esta organización tiene distintas estrategias para infiltrar los espacios donde pretende hacer pie. En un primer momento lo hace a través de organizaciones criminales locales a las que financia y asiste, pero luego suele desembarcar de manera directa,
lo que desencadena graves combates que terminan afectando a todos los habitantes. Estas circunstancias nos dan cuenta, que el pueblo de Rosario y de otras partes de la Provincia Santa Fe, necesitan que se intervenga en este mismo momento, en el marco de una Estrategia integral, donde se empleen conjuntamente todas las instituciones y recursos estatales de manera coordinada.
La primera estrategia debe orientarse a la saturación de fuerzas federales, junto con las que allí operan, para retirar del medio todas las armas ilegales, incrementar la cantidad de procedimientos, allanamientos, quitarles todos los espacios, junto con una actividad muy proactiva en términos de inteligencia criminal.
En segundo lugar, debe mapearse cuales son las bases de sustentación de estas organizaciones, y determinar que funcionarios y agentes (políticos, judiciales y policiales) están vinculados al crimen organizado, apartándolos y sometiéndolos a la justicia.
En tercer término, se requiere una planificación, capacitación, profesionalización, reconocimiento económico para que en el término de tres años Santa Fe no deba depender de las iniciativas del Gobierno Federal para enfrentar estos flagelos con menor asistencia del Estado Nacional.
Las respuestas al fenómeno generalizado de la violencia vinculada a la criminalidad organizada no son agradables, pero son necesarias. Si no se actúa de manera inmediata se corre el riesgo de extender este fenómeno.
La Sociedad Argentina debe reflexionar que quiere para su futuro y comprometerse con ello.
La disyuntiva es si queremos que en Rosario sigan reinando los delincuentes, o preferimos que sea un espacio en que vuelva a imperar la Ley?.
*Investigador en Políticas Publicas de Seguridad Profesor adjunto del Centro Europeo de Estudios de Seguridad “George Marshall” en la República Federal de Alemania.